Lo que hablamos siempre será el reflejo verdadero de lo que llevamos por dentro. No se puede decir que sirves a Dios cuando tus palabras maldicen la creación de sus manos. Hay un poder impresionante en cada cosa que dices, el señor le otorgo a tu lengua un gran poder, y depende de ti mismo el buen uso que puedas darle, ciertamente esto lo vas a lograr es con la ayuda del Espíritu Santo, él te conducirá para que te expreses de la manera que agrada el corazón de tu Padre Celestial, no hablando cosas vanas, las cuales no edifican y contaminan el alma, sino todo aquello que proviene de la sabiduría del Altísimo. Cuídate cada día de hacer comentarios que vayan en contra de los principios y mandamientos del señor, aparta de ti todo tipo de chisme, cizañas, calumnias y antes bien, se pacificó y procura estar en armonía con todos los que te rodean, para que así en tu interior siempre fluya lo genuino de Jesús, y puedan ser gratos los dichos de tu boca. Recuerda que con tan solo hablar en el nombre de Jesús, todo puede ser transformado, puedes salvar a una vida si tan solo estás presto a ser dirigido por el Espíritu de Dios en todo tiempo. Usa para bien, todo lo que el eterno deposito en tu ser y sirve con amor a tu prójimo, siendo una extensión de Jesús en la tierra en la cual habitas.
Cuando estés pasando por la adversidad, date cuenta del tremendo poder de tus palabras y di: "Voy a ver las palabras que salen de mi boca". Esta es una oportunidad de morir para mí y vivir para Jesús.
Nuestras palabras deben demostrar el poder de la gracia de Dios y la vida en el Espíritu Santo en nuestras vidas. Que Dios nos capacite para utilizar la lengua como un instrumento de su poder y gracia salvadora.
Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.
Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; Y arroyo que rebosa, la fuente de la sabiduría.
El hombre se alegra con la respuesta de su boca; Y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!
Te has enlazado con las palabras de tu boca, Y has quedado preso en los dichos de tus labios.
Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.
Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!
La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.
pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.
El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; De espíritu prudente es el hombre entendido.
en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra;
A los que han dicho: Por nuestra lengua prevaleceremos; Nuestros labios son nuestros; ¿quién es señor de nosotros?
Manantial de vida es la boca del justo; Pero violencia cubrirá la boca de los impíos.
El que guarda su boca guarda su alma; Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
No conviene al necio la altilocuencia; ¡Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!
Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, mas los labios del necio causan su propia ruina.
La lengua apacible es árbol de vida; Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu.
Porque: El que quiere amar la vida Y ver días buenos, Refrene su lengua de mal, Y sus labios no hablen engaño; Apártese del mal, y haga el bien; Busque la paz, y sígala.
Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar.
El corazón entendido busca la sabiduría; Mas la boca de los necios se alimenta de necedades.
Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina.
Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.