No conviene al necio la altilocuencia; ¡Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!
Las palabras elocuentes no son apropiadas para el necio, mucho menos las mentiras para el gobernante.
Un lenguaje noble no le cae bien a un tonto, y menos aún la mentira a un príncipe.
No conviene al necio la grandilocuencia°, ¡Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!
El lenguaje exquisito no va con el necio; menos aún el lenguaje falso con el príncipe.
No conviene al necio la altilocuencia: ¡Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!