La oración del Justo puede mucho, un Cristiano que ora, sabe que su Dios tiene el poder para intervenir en cualquiera que fuese su situación. Orar es hablar con Dios, es tener la confianza de expresarle al señor tus sentimientos con un corazón completamente desnudo, que sabe que no tiene cosa alguna la cual pueda aparentar, porque déjame decirte que es precisamente allí donde surgen las cosas maravillosas, cuando te quiebras en la presencia de tu Padre que te ama, él presta atención a tu clamor y se manifiesta en cualquiera que fuese la necesidad que tengas. Una persona que no ora, no tiene relación con El Espíritu Santo y viene a ser presa fácil del enemigo para el devorarla, por lo tanto, tu vida diaria debe depender del Poder que hay en la oración, es precisamente cuando te postras a los pies de Jesús que reconoces su poderío y autoridad y por tal razón empiezas a ver como todas las cosas a tu alrededor empiezan a cambiar. La oración es una de las armas más poderosas que tenemos. ¡Nuestras oraciones tienen mucho poder!
Dios usa tus oraciones para moverse y realizar milagros. Recuerda que sirves al Dios todopoderoso. Pide con fe, pide a menudo y espera la intervención de Dios.
El poder de la oración no viene de ti. El poder está en Jesús; él es quien responde a la oración y hace realidad lo que parece humanamente imposible. ¡Pero cuidado! La oración es un pedido, no una exigencia o un mandato a Dios. Jesús atiende la oración cuando es una que glorifica al Padre.
Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré.
(Juan 14:13-14)
Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
y dijo: Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; Desde el seno del Seol clamé, Y mi voz oíste.
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.
Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos; Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba.
Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.
Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.
Y le dijo Jehová: Yo he oído tu oración y tu ruego que has hecho en mi presencia. Yo he santificado esta casa que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre; y en ella estarán mis ojos y mi corazón todos los días.
Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.
Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
Y aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebre y de disentería; y entró Pablo a verle, y después de haber orado, le impuso las manos, y le sanó.
Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó.
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;
Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.
Pero de día mandará Jehová su misericordia, Y de noche su cántico estará conmigo, Y mi oración al Dios de mi vida.
En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.
Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
Oye mi oración, oh Jehová, y escucha mi clamor. No calles ante mis lágrimas; Porque forastero soy para ti, Y advenedizo, como todos mis padres.
Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él.
En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación,
Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos; Respóndeme por tu verdad, por tu justicia.