Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio.
»Cuando comencé a hablar —continuó Pedro—, el Espíritu Santo descendió sobre ellos tal como descendió sobre nosotros al principio.
Apenas había comenzado yo a hablar, cuando el Espíritu Santo bajó sobre ellos, como había bajado al principio sobre nosotros.
Y al comenzar yo a hablar, cayó también sobre ellos el Espíritu Santo, como sobre nosotros en un principio.
Y en cuanto comencé yo a hablar, descendió el Espíritu Santo sobre ellos, como al principio sobre nosotros.