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Hechos 4 - La Biblia Textual 3a Edicion

1 Hablando ellos al pueblo, se les acercaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos,

2 muy enojados porque ellos enseñaban al pueblo, y anunciaban en Jesús la resurrección de los muertos.

3 Y les echaron mano, y los pusieron bajo custodia hasta el día siguiente, porque ya era tarde.

4 Pero muchos de los que oyeron la palabra creyeron, y el total de los hombres fue cinco mil.

5 Al día siguiente, aconteció que se reunieron en Jerusalem sus gobernantes, y los ancianos, y los escribas;

6 y Anás, sumo sacerdote, y Caifás, y Juan y Alejandro, y todos los que eran del linaje de los sumos sacerdotes;

7 y poniéndolos en el medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre habéis hecho vosotros esto?

8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo y ancianos:°

9 Puesto que hoy se nos interroga acerca de un beneficio hecho a un hombre enfermo, por quién haya sido sanado éste,

10 sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesús de Nazaret, el Mesías, a quien vosotros crucificasteis, a quien Dios resucitó de los muertos, por Él este hombre está sano delante de vosotros.

11 Éste° es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza de ángulo.°

12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.

13 Observando entonces la osadía de Pedro y de Juan, y percatándose de que eran hombres del vulgo y sin letras,° se asombraban, y reconocían que ellos habían estado° con Jesús.

14 Y viendo al hombre que había sido sanado, en pie con ellos, no tenían nada que oponer.

15 Entonces les ordenaron que salieran fuera del Sanedrín, y deliberaban entre sí,

16 diciendo: ¿Qué haremos° con estos hombres? Porque ciertamente una notable señal milagrosa ha sido hecha por medio de ellos, manifiesta a todos los que viven en Jerusalem, y no podemos negarla.

17 Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémoslos severamente para que no hablen° más en este nombre a ningún hombre.°

18 Y llamándolos, les ordenaron que de ningún modo hablaran ni enseñaran en el nombre de Jesús.

19 Respondiendo entonces Pedro y Juan, les dijeron: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios;

20 porque nosotros no podemos callar° lo que hemos visto y oído.

21 Ellos entonces, no hallando cómo castigarlos por causa del pueblo, amenazándolos aún más, los soltaron; pues todos glorificaban a Dios por lo sucedido,

22 porque el hombre en quien había sido hecho este milagro de sanidad, tenía más de cuarenta años.

23 Y puestos en libertad,° fueron a los suyos, y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho.°

24 Y cuando ellos lo oyeron, alzaron unánimes la voz a Dios,° y dijeron: Soberano, Tú eres el que hiciste el cielo y la tierra y el mar, y todo lo que en ellos hay;°

25 que por medio del Espíritu Santo, por boca de tu siervo, nuestro padre David, dijiste: ¿Por qué se amotinan las naciones, Y los pueblos piensan cosas vanas?

26 Acudieron los reyes de la tierra, Y los príncipes a una se reunieron Contra el Señor, y contra su Ungido.°

27 Porque verdaderamente se aliaron en esta ciudad contra tu santo Siervo Jesús, a quien ungiste, Herodes° y Poncio Pilato,° con los gentiles y los pueblos de Israel,

28 para hacer cuanto tu mano y tu designio predestinaron que sucediera.°

29 Y ahora Señor, considera sus amenazas, y concede a tus siervos hablar tu palabra con todo denuedo;

30 mientras extiendes la mano para que haya sanidades y señales milagrosas, y prodigios mediante el nombre de tu santo Siervo Jesús.

31 Y cuando ellos oraron, el lugar en que estaban congregados tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.

32 Uno solo era el corazón y el alma de la multitud de los que creyeron,° y ni uno solo decía ser suyo propio algo de lo que poseía,° sino que tenían todas las cosas en común.°

33 Y con gran poder los apóstoles daban el testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y había abundante gracia sobre todos ellos.

34 Y no había ningún necesitado entre ellos, pues todos los que poseían tierras o casas, las vendían y llevaban el dinero de las cosas vendidas.

35 y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se distribuía a cada uno según° su necesidad.°

36 Entonces José, quien por los apóstoles era llamado Bernabé (que significa° hijo de consolación), levita, natural de Chipre,

37 vendió una hacienda que tenía,° y llevó el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.

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La Biblia Textual 3ra Edicion

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