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Efesios 5 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Procurad, como hijos amados, imitar a Dios.

2 Caminad en amor, como también Cristo os amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y víctima a Dios de calmante aroma.

3 Pero lujuria o cualquier clase de impureza o codicia ni siquiera se nombren entre vosotros, como corresponde a un pueblo santo;

4 ni tampoco groserías y estupideces o bufonadas, cosas que no están bien, sino más bien acción de gracias.

5 Pues tened esto bien entendido: ningún lujurioso, ni impúdico, ni codicioso -lo que equivale a ser idólatra- tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.

6 Nadie os engañe con vanas palabras; pues por estas cosas viene la ira de Dios sobre los rebeldes.

7 No os hagáis, pues, cómplices de ellos.

8 En otro tiempo erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor. Andad, pues, como hijos de luz

9 -pues el fruto de la luz consiste en toda clase de bondad y de justicia y de verdad-,

10 discerniendo lo que es agradable al Señor.

11 Y no tengáis parte en las obras infructuosas de las tinieblas, sino todo lo contrario, denunciadlas.

12 Da vergüenza ya tan sólo mencionar las cosas que realizan a escondidas.

13 Pero, una vez denunciadas, quedan al descubierto y salen a la luz. Pues todo lo que esta al descubierto es luz.

14 Por eso se dice: 'Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y brillará sobre ti Cristo'.

15 Mirad, pues, con cuidado cómo os portáis; que no sea como necios, sino como sabios,

16 aprovechando bien el momento presente, porque corren malos tiempos.

17 No seáis insensatos, sino comprended cuál es la voluntad del Señor.

18 Y no os embriagueis con vino, que lleva al desenfreno, sino dejaos llenar de Espíritu,

19 recitando entre vosotros salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y recitando himnos al Señor de todo corazón,

20 con incesantes acciones de gracias por todo a Dios Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

21 Sed sumisos unos a otros en el temor de Cristo:

22 las mujeres a sus maridos como al Señor.

23 Porque el marido es cabeza de la mujer, como también Cristo, salvador del cuerpo, es cabeza de la Iglesia.

24 Pues bien, como la Iglesia está sometida a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo.

25 Maridos, amad a vuestras esposas, como también Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella,

26 para santificarla, purificándola con el baño de agua por la palabra,

27 para presentársela a sí mismo toda gloriosa, sin mancha ni arruga o cosa parecida, sino, por el contrario, santa e inmaculada.

28 Así deben, pues, los maridos amar a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama;

29 pues nadie jamás odió a su propia carne, sino que la alimenta y la cuida, como también Cristo a la Iglesia,

30 porque somos miembros de su cuerpo.

31 Por eso, dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y vendrán a ser los dos una sola carne.

32 Gran misterio es éste, quiero decir, el de Cristo y la Iglesia.

33 En fin, vosotros también: que cada uno ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete a su marido.

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Biblia Version de Serafin Ausejo

Copyright © Serafín de Ausejo 1975.

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