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Santiago 5 - Comentario de Frederick Brotherton Meyer

Santiago 5

Santiago 5:1-11

Espere pacientemente la venida del Señor

Santiago 5:1

Hay muchos entre los ricos que están usando el dinero como un fideicomiso sagrado. No contra ellos pronuncia el Apóstol sus terribles anatemas, sino contra aquellos que hacen dinero mediante la opresión y lo atesoran para sus fines egoístas. Las riquezas, que no se han obtenido con rectitud, siempre traen consigo una maldición; y el óxido de la riqueza no utilizada o mal utilizada se come no sólo el metal sino también la carne del avaro. A la luz de este pasaje, es un error tan grande acumular para fines egoístas el dinero confiado como mayordomía, como lo es obtenerlo injustamente.

En cierto sentido, el Señor está siempre a mano y presente. Pero vendrá de nuevo al final de esta era. Entonces todos los males serán enmendados y los oprimidos serán vengados. Todo le llega a quien puede esperarlo; no juzgues al Señor por su obra inconclusa. Ten paciencia hasta que Él revele el modelo perfecto en gloria. ¡Espera el fin del Señor !

Santiago 5:12-20

Oración eficaz

Santiago 5:12

En vista del tribunal, en el que tendremos que dar cuenta de nuestras palabras, haremos bien en emplear el discurso más simple y llano, Mateo 5:34 ; Mateo 12:36 .

¿Cómo actuaremos en una situación dada? El Apóstol dice, en efecto, sea ​​perfectamente natural . El que sufre debe orar, el alegre cantar, el enfermo debe confesar sus pecados y llamar a la oración creyente. El aceite es el símbolo del Espíritu Santo. El cuerpo es el templo del Espíritu Santo, y se le pide que lo lleve al nivel de esa plenitud espiritual que es Su ideal. Donde Él da la oración que puede afirmar y reclamar, no hay duda de que resultará una salud perfecta. Pero existe toda la diferencia entre la telepatía humana y la sanidad divina, que es el regalo de Dios a la fe.

Elías se convirtió en lo que era por fe y oración. Naturalmente, estaba sujeto a los mismos miedos y fallas que nosotros. Hay dos razones por las que debemos esforzarnos por convertir a los hombres: (1) para su salvación, (2) para detener su maligna influencia.


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