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Mateo 4 - Comentario Bíblico de Matthew Henry vs Mundo Hispano

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Mateo 4

Mateo 4 - Introducción

La tentación de Cristo. (1-11) La apertura del ministerio de Cristo en Galilea. (12-17) Llamada de Simón y otros. (18-22) Jesús enseña y hace milagros. (23-25)

Mateo 4:1-11

1-11 En cuanto a la tentación de Cristo, observad que directamente después de ser declarado Hijo de Dios y Salvador del mundo, fue tentado; los grandes privilegios y las muestras especiales del favor divino no evitarán que nadie sea tentado. Pero si el Espíritu Santo da testimonio de que somos adoptados como hijos de Dios, eso responderá a todas las sugerencias del espíritu maligno. Cristo fue dirigido al combate. Si presumimos de nuestras propias fuerzas y tentamos al diablo para que nos tiente, provocamos a Dios para que nos deje solos. Otros son tentados, cuando son arrastrados por su propia concupiscencia, y seducidos, Santiago 1:14; pero nuestro Señor Jesús no tenía una naturaleza corrupta, por lo tanto fue tentado sólo por el diablo. En la tentación de Cristo parece que nuestro enemigo es sutil, rencoroso y muy atrevido; pero se le puede resistir. Es un consuelo para nosotros que Cristo sufriera, siendo tentado; porque así se ve que nuestras tentaciones, si no se ceden, no son pecados, son sólo aflicciones. Satanás se propuso en todas sus tentaciones, llevar a Cristo a pecar contra Dios. 1. Lo tentó para que desesperara de la bondad de su Padre, y para que desconfiara del cuidado de su Padre con respecto a él. Una de las artimañas de Satanás es aprovecharse de nuestra condición externa; y los que se ven en apuros tienen que doblar la guardia. Cristo respondió a todas las tentaciones de Satanás con el "Está escrito"; para darnos un ejemplo, apeló a lo que estaba escrito en las Escrituras. Este es el método que debemos adoptar, cuando en algún momento seamos tentados a pecar. Aprendamos a no tomar caminos equivocados para nuestro abastecimiento, cuando nuestras necesidades son siempre tan apremiantes: de una u otra manera el Señor proveerá. 2. Satanás tentó a Cristo a presumir del poder y la protección de su Padre, en un punto de seguridad. No hay extremos más peligrosos que la desesperación y la presunción, especialmente en los asuntos de nuestras almas. Satanás no tiene ninguna objeción a los lugares santos como escenario de sus asaltos. No nos descuidemos en ningún lugar. La ciudad santa es el lugar donde él tienta a los hombres a la soberbia y a la presunción con mayor ventaja. Todos los lugares elevados son lugares resbaladizos; los avances en el mundo convierten al hombre en una marca para que Satanás dispare sus dardos de fuego. ¿Está Satanás tan bien versado en las Escrituras como para poder citarlas fácilmente? Así es. Es posible que un hombre tenga la cabeza llena de nociones bíblicas, y la boca llena de expresiones bíblicas, mientras su corazón está lleno de amarga enemistad con Dios y con toda bondad. Satanás ha expresado mal las palabras. Si nos salimos de nuestro camino, del camino de nuestro deber, perdemos la promesa, y nos ponemos fuera de la protección de Dios. Este pasaje,​​​​​​​ Deuteronomio 8:3, hizo contra el tentador, por lo que omitió una parte. Esta promesa es firme y se mantiene. Pero, ¿continuaremos en el pecado, para que la gracia abunde? No. 3. Satanás tentó a Cristo a la idolatría con la oferta de los reinos del mundo, y la gloria de ellos. La gloria del mundo es la tentación más encantadora para los irreflexivos e incautos; con ella los hombres se imponen más fácilmente. Cristo fue tentado a adorar a Satanás. Rechazó la propuesta con aborrecimiento. "¡Vete, Satanás!" Algunas tentaciones son abiertamente perversas; y no sólo hay que oponerse a ellas, sino rechazarlas de inmediato. Es bueno ser rápido y firme al resistir la tentación. Si resistimos al diablo, éste huirá de nosotros. Pero el alma que delibera está casi vencida. Pocos son los que pueden rechazar decididamente los cebos que Satanás ofrece; pero, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero y perder su propia alma? Cristo fue socorrido después de la tentación, para animarse a seguir adelante en su empresa, y para animarnos a confiar en él; porque así como sabía, por experiencia, lo que era sufrir, siendo tentado, así también sabía lo que era ser socorrido, siendo tentado; por lo tanto podemos esperar, no sólo que se compadezca de su pueblo tentado, sino que venga a ellos con un alivio oportuno.

Mateo 4:12-17

12-17 Es justo con Dios tomar el evangelio y los medios de gracia, de aquellos que los desprecian y los alejan. Cristo no se quedará mucho tiempo donde no es bienvenido. Los que están sin Cristo, están en la oscuridad. Estaban sentados en esta condición, una postura satisfecha; la eligieron en lugar de la luz; eran voluntariamente ignorantes. Cuando viene el evangelio, viene la luz; cuando llega a cualquier lugar, cuando llega a cualquier alma, hace el día allí. La luz descubre y dirige; lo mismo hace el evangelio. La doctrina del arrepentimiento es una doctrina evangélica correcta. No sólo el austero Juan Bautista, sino el bondadoso Jesús, predicaron el arrepentimiento. Todavía hay la misma razón para hacerlo. El reino de los cielos no se consideró plenamente venido hasta el derramamiento del Espíritu Santo después de la ascensión de Cristo.

Mateo 4:18-22

18-22 Cuando Cristo comenzó a predicar, empezó a reunir discípulos, que debían ser oyentes, y después predicadores de su doctrina, que debían ser testigos de sus milagros, y después dar testimonio de ellos. No fue a la corte de Herodes, ni a Jerusalén, entre los sumos sacerdotes y los ancianos, sino al mar de Galilea, entre los pescadores. El mismo poder que llamó a Pedro y a Andrés, podría haber actuado sobre Anás y Caifás, pues para Dios nada es imposible. Pero Cristo elige las cosas necias del mundo para confundir a los sabios. La diligencia en una vocación honesta es agradable a Cristo, y no es un obstáculo para una vida santa. Las personas ociosas están más abiertas a las tentaciones de Satanás que a las llamadas de Dios. Es una cosa feliz y esperanzadora ver a los hijos cuidadosos de sus padres, y obedientes. Cuando Cristo viene, es bueno que se le encuentre haciendo. ¿Estoy en Cristo? es una pregunta muy necesaria que debemos hacernos; y, además, ¿estoy en mi vocación? Antes habían seguido a Cristo como discípulos comunes, Juan 1:37; ahora deben dejar su vocación. Los que quieren seguir a Cristo correctamente, deben, a su orden, dejar todas las cosas para seguirlo, deben estar dispuestos a separarse de ellas. Este ejemplo del poder del Señor Jesús nos anima a depender de su gracia. Él habla, y se hace.

Mateo 4:23-25

23-25 ​​Dondequiera que Cristo iba, confirmaba su misión divina con milagros, que eran emblemas del poder curativo de su doctrina, y de las influencias del Espíritu que la acompañaban. Ahora no encontramos el poder curativo milagroso del Salvador en nuestros cuerpos; pero si nos curamos con la medicina, la alabanza es igualmente suya. Se utilizan aquí tres palabras generales. Sanó toda enfermedad o dolencia; ninguna era demasiado mala; ninguna demasiado dura, para que Cristo la sanara con una palabra. Se nombran tres enfermedades: la parálisis, que es la mayor debilidad del cuerpo; la locura, que es la mayor enfermedad de la mente; y la posesión del demonio, que es la mayor miseria y calamidad de ambas; sin embargo, Cristo curó todas, y al curar así las enfermedades corporales, mostró que su gran misión en el mundo era curar las enfermedades espirituales. El pecado es la enfermedad, la dolencia y el tormento del alma: Cristo vino a quitar el pecado, y así a curar el alma. 


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Mateo 4

3 Sus tentaciones, 4:1-11

Para entender mejor las tentaciones de Jesús, nos conviene repasar varios temas introductorios: ¿Cuándo sucedió el evento? ¿Qué relación hay entre el bautismo y las tentaciones? ¿Dónde sucedió? ¿Cuál es el significado de los 40 días de ayuno? ¿Quién es el tentador? ¿Fue una experiencia objetiva o subjetiva? ¿Pudo haber pecado Jesús? ¿Qué significa el término “tentar”?

Consideraciones introductorias“ Los tres Evangelios sinópticos concuerdan en fijar las tentaciones después del bautismo. Mateo emplea un adverbio temporal tóte G5119 traducido”entonces”, para iniciar esta sección, el cual meramente indica secuencia de tiempo, sin especificar el lapso de tiempo. Lucas usa una conjunción que normalmente se traduce “y”, o “pero”. Lucas dice: Entonces [y] Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto... (Luk 4:1). Más que la conjunción ilativa “y”, al decir volvió del Jordán y fue llevado..., Lucas une los dos eventos en forma inseparable. Pero Marcos es más explícito aun al decir: En seguida, el Espíritu le impulsó al desierto... (Mar 1:12). Todas las evidencias indican que fue bautizado en el Jordán y fue llevado directamente de allí al lugar de las tentaciones.

Mateo y Lucas informan que Satanás se presentó a Jesús después de finalizar los cuarenta días, pero Marcos dice que estuvo en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás (Mar 1:13), implicando que era tentado durante los cuarenta días. Lucas insinúa que Jesús fue tentado durante los cuarenta días, pero que tuvo hambre y que el diablo le tentó a convertir piedras en pan después de los cuarenta días. Concluimos que Jesús fue tentado a lo largo de los cuarenta días, pero que las tres tentaciones fueron la culminación del proceso.

La relación inmediata de las tentaciones con el bautismo es importante. Las tentaciones son claramente mesiánicas, es decir, tienen que ver con su misión como el Mesías. Cuando fue bautizado, fue ungido con el Espíritu Santo y oyó la voz divina reconociéndolo como el Hijo de Dios, o sea, el Rey ungido (Sal. 2) y el Siervo Sufriente (Isa 42:1), que establecería el reino de Dios entre los hombres. Faltaba definir la naturaleza de ese reino y los métodos que usaría para establecerlo. Las tentaciones cumplen esa función. Jesús tiene que decidir entre la expectativa popular de un Mesías que establecería un reino terrenal, basado en poder militar, para alcanzar de nuevo la gloria del reinado davídico, o por otro lado, establecer un reino espiritual por medio del sufrimiento y muerte. Aunque Jesús en las tentaciones optó por el reino espiritual, los discípulos tardaron hasta después de la cruz para entenderlo y aceptarlo (ver 16:21-28; Act 1:6). Mucho del cristianismo, hasta el día de hoy, sigue ignorando la verdadera naturaleza del reino de Dios y los métodos adecuados para establecerlo.

Dios desde la eternidad tuvo en mente establecer su reino. Quiso hacerlo por medio de Abraham y su descendencia, con los cuales hizo el pacto (Gen 12:1-3). Ese plan no fue realizado por causa de la desobediencia de Israel, su “Hijo Escogido”. Por más glorioso que haya sido el reino de David, no cumplió con el reino de Dios. El reino que Dios no pudo establecer con Israel, por causa de su desobediencia, lo cumple ahora por medio de su propio Hijo, obediente en todo detalle hasta la muerte. Debemos, pues, considerar las tentaciones como ocasión para demostrar la confianza absoluta del Hijo en el Padre y la obediencia fiel hasta la muerte.

En esta relación estrecha entre el bautismo y las tentaciones encontramos otra verdad que merece atención. A menudo, después de un evento espiritual glorioso, sublime, inspirador, Dios nos pone a prueba. Así fue la experiencia de Elías después de una muestra notable de fe y coraje cuando venció a los profetas de Baal y en seguida, fue amenazado por Jezabel (1 Rey. 18, 19). Abraham, el que fue llamado de su patria para formar el pueblo de Dios, el que creyó en la promesa de Dios de darle un hijo, siendo Sara estéril y ambos muy avanzados en edad, y habiendo recibido ese hijo de promesa por una demostración del poder milagroso de Dios, fue severamente probado cuando Dios demandó a su único hijo en sacrificio (Gén. 22). Jesús acababa de haber experimentado tres fenómenos sobrenatuales en su bautismo, una experiencia realmente celestial; e inmediatamente vienen las tentaciones.

Existen muchas conjeturas en cuanto al lugar del ayuno y las tentaciones. El texto dice solamente que fue llevado al desierto (v. 1), al templo (v. 5) y luego a un monte alto (v. 8). Marcos agrega que estaba con las fieras (Mar 1:13), indicando un lugar alejado de las poblaciones. Si aceptamos que fue bautizado en el Jordán frente a Jericó, según las tradiciones, es lógico pensar que las tentaciones tuvieran lugar no muy lejos de allí. Algunos como Broadus mencionan, como escenario de las tentaciones, un lugar llamado “Cuarentenia” (= cuarenta días), ubicado a unos doce kms. del lugar tradicional de su bautismo y otros Betarabá, ubicado cerca de Jericó.

La mención de cuarenta días y cuarenta noches llama la atención. Recordamos que Moisés estuvo ayunando cuarenta días y cuarenta noches en el monte de Sinaí, en presencia de Dios, cuando recibió las tablas de la ley, a mediados de su ministerio. Elías estuvo huyendo cuarenta días y cuarenta noches, aparentemente sin comer, cuando Jezabel lo amenazó, al fin de su ministerio. También, Israel estuvo cuarenta años en el desierto. Pero Jesús inició su ministerio con el ayuno. En el caso de Jesús, parece que el único significado de los cuarenta días es que representa un ayuno muy prolongado que serviría para debilitarlo físicamente, como es natural para todo ser humano, de modo que sentiría agudamente el hambre en el momento de la tentación. Por supuesto, Jesús utilizó este tiempo en comunión íntima con su Padre, orando y meditando.

Mateo, en este pasaje, introduce por primera vez a uno de los personajes más destacados y más activos en su Evangelio, y lo hace con tres nombres o términos descriptivos: el diablo (v. 1), el tentador (v. 3) y Satanás (v. 10). Estos tres términos se usan indistintamente en referencia a la misma persona. A través de la Biblia Satanás se presenta como alguien que tiene facultades personales: piensa, tiene propósito y planifica, tiene poder, lleva a cabo sus propósitos. El que cree que el diablo es meramente una influencia impersonal tendrá mucha dificultad para explicar su acción en la Biblia y en nuestro mundo hoy en día.

Otros nombres que se le dan en el NT son: Beelzebub (Mar 12:24), el malo (Mar 13:19), el enemigo (Mar 13:39), homicida y padre de mentira (Joh 8:44), Belial (2Co 6:15), vuestro adversario (1Pe 5:8), pecador (1Jo 3:8), Abadón y Apolión (destructor o exterminador; Apoc. 9:11), el dragón (Apoc. 12:3), y la serpiente antigua que engaña (Apoc. 12:9). Los nombres que se usan más frecuentemente son diablo y Satanás. El término “diablo”1228 es una transliteración del término griego que significa “calumniador”, o “acusador falso”. “Diablo” es un vocablo compuesto derivado de un verbo bállo G906 y una preposición (diá) y significa literalmente “lanzar a través, o por medio de”. De allí se deriva el significado “calumniador”, uno que lanza dardos verbales contra otro para destruirlo. El nombre “Satanás” significa “adversario”, o “antagonista”.

La Biblia no procura explicar el origen del diablo, pero da por sentado su existencia. El diablo es probablemente un ángel caído que se rebeló contra Dios. Se presenta siempre obrando contra Dios y todos los que se someten a él. Los nombres citados arriba dan una idea clara de su naturaleza malvada, pero Satanás nunca se presenta en su verdadera naturaleza. Es muy sutil y es capaz de engañar hasta a los más fieles. Pablo dice que se disfraza como ángel de luz (2Co 11:14). Los fariseos pensaban que era el príncipe de los demonios (2Co 9:34; 2Co 12:24), siendo estos sus siervos y mensajeros.

Al leer el relato de las tentaciones de Jesús, surge la pregunta natural: ¿Fue una experiencia real, objetiva, cara a cara con Satanás en forma visible, o fue una visión o una lucha espiritual interior? Los comentaristas están divididos sobre el tema. No hay nada explícito en el relato que insinúa algo menos que una experiencia literal y objetiva. Por lo contrario, el hecho de que Jesús mismo haya relatado esta experiencia a los discípulos, sin aclarar aparentemente que no fue una experiencia objetiva, es un dato que se debe considerar seriamente . Tampoco hay evidencia de que Jesús haya tenido visiones o experiencias de éxtasis durante su vida terrenal. Sin embargo, si aceptamos esta posición, debemos hacerlo conscientes de algunos problemas inherentes: ¿Cómo pudo estar en el pináculo del templo sin que otros lo hubiesen visto? Por otro lado, no hay montaña suficientemente alta como para ver todos los reinos del mundo y su gloria (v. 8), y tampoco se menciona la forma corporal en que se presentó el diablo.

Algunos comentaristas como Stagg argumentan que una experiencia interior, no objetiva, no resta importancia o realidad a las tentaciones. ¿Es más real la tentación cuando Satanás llega en forma corporal? Todo lo contrario, normalmente Satanás nos ataca en forma invisible. La tentación está muy adentro en el corazón humano, y es allí donde está el campo de batalla, aun cuando primeramente nos enfrentamos con una tentación en forma objetiva. Es allí donde uno se confronta con Satanás y vence, o es vencido. Una de las anécdotas más citadas de la vida de Martín Lutero es acerca de un encuentro tan real que tuvo con Satanás que lanzó el tintero hacia el lugar donde sentía su presencia. No lo vio en forma corporal, pero sentía su presencia.

Quizás la pregunta más difícil en relación con las tentaciones de Jesús es ésta: ¿Pudo haber cedido a las tentaciones? Nuestra primera reacción, casi por instinto, es: ¡NO! No podemos admitir ni la posibilidad de que el Hijo de Dios pudiera pecar. Pero al meditar la pregunta y estudiar el texto, llegamos a la conclusión que sí. Procuramos explicar esta conclusión, pero reconocemos que es un misterio que desafía toda explicación cabal. Es obvio que este evento no tendría sentido si las tentaciones no fuesen reales. Para ser reales, Jesús tenía que haber tenido la posibilidad y la libertad de escoger entre las dos opciones. Si no fuera así, Jesús mismo sería un hipócrita, y ésta fue la actitud que él condenó más severamente en otros.

No debemos olvidar que Jesús tenía una naturaleza tanto humana como divina. Algunos creen que Jesús fue tentado en su naturaleza humana, no en la divina. Otros opinan que Jesús tenía la misma naturaleza humana de Adán, antes de su pecado, una naturaleza sin pecado, pero capaz de pecar; una naturaleza capaz de no pecar, pero no incapaz de pecar. El comentarista Edersheim dice que tenía una naturaleza humana capaz de pecar, pero era una persona impecable, según Heb 4:15.

Sería un grave error negar la humanidad de Jesús. La libertad de decidir a favor o en contra de la voluntad de Dios es parte esencial de la humanidad. El fue tentado en todo igual que nosotros, pero sin pecado (Heb 4:15). Esto no significa que haya enfrentado toda tentación posible, pero sí, significa que enfrentó toda clase de tentación. Lo hizo con los mismos recursos que están a nuestro alcance, y de allí el gran valor y desafío de este evento para los creyentes en toda época.

La última cuestión que es necesario considerar antes de entrar en el texto es: ¿Qué significa el término “tentar”? Este término, en todo el mundo hispano, comunica la idea de una intención mala, de inducir a otro a obrar mal. La palabra griega es peirázo G1598 . Es una palabra que ha creado gran confusión en las distintas traducciones. A veces se traduce “probar” y a veces “tentar”. Por ejemplo, BJ traduce el término equivalente en Génesis 22:1 como “tentar” mientras la RVA lo traduce “probar”. Por otro lado, Santiago afirma que Dios no es tentado por el mal, y él no tienta a nadie (Jam 1:13). El término significa básicamente “probar” o “examinar”, y el contexto determina si la intención es de probar para hacer caer en el pecado, o probar para demostrar o comprobar el carácter de uno. Satanás siempre prueba (tienta) con la intención de hacer caer, de destruir. Dios siempre prueba con el fin de fortalecer y comprobar nuestra fe. En relación con el caso de Job, la intención de Dios fue de demostrar la fe de Job, pero la de Satanás fue la de hacerlo caer.

Eva fue probada por Satanás en tres áreas: apetito físico (bueno para comer ), sentido de lo hermoso (atractivo a la vista), y deseo espiritual (codiciable para alcanzar sabiduría ) (Gen 3:6). En todas estas áreas, se trataba de cosas buenas y necesarias para la vida. Se ha observado que Satanás atacó a Jesús precisamente en estas tres áreas según el relato en Mateo 4. Normalmente Satanás procura inducirnos a obrar en áreas buenas, aun nobles y espirituales, pero con motivos y métodos ilegítimos. Como alguien ha dicho: “El pecado es la expresión ilegítima de un deseo legítimo.”

Es evidente que Jesús fue llevado, o impulsado, por el Espíritu al desierto para ser probado, del punto de vista de Dios, pero tentado, del punto de vista de Satanás. Esta experiencia fue la voluntad de Dios; fue parte de su plan para establecer su reino. El agente activo fue el Espíritu Santo —llevado por el Espíritu—, pero no hubo resistencia de parte de Jesús. Humildemente se sometió al propósito de Dios como Hijo obediente. Para ser tentado es un infinitivo de propósito, corroborando la evidencia mencionada arriba de que era el propósito de Dios que Jesús fuese probado.

La primera tentación (vv. 3, 4). Satanás toma la iniciativa. Sería mejor traducir la partícula condicional “si” más bien como un reconocimiento por parte de Satanás: Puesto que eres Hijo de Dios (v. 3). Satanás no procura sembrar una duda en cuanto a la divinidad de Jesús; la acepta, pero procura inducirlo a utilizar su poder en una forma ilegítima, para satisfacer sus necesidades físicas. Ese fue el primer ataque también lanzado a Eva en el Edén: algo bueno para comer (Gen 3:6). En efecto le dice: “Puesto que tú eres el Hijo de Dios, tienes poder para aliviar tu hambre con un milagro. Tienes derecho, pues el Hijo del Dueño del universo no debe sufrir; merece lo mejor y además, si mueres de hambre no habrá reino."

De entrada, Satanás intenta apelar a lo que fue una verdadera necesidad: hambre física, real y agudizante. La tentación parece ser, de un punto de vista, el camino más lógico, necesario y bueno. Sin embargo, Satanás intentaba dos cosas malvadas que tenían una relación directa con el reino que Jesús vino a establecer: llevar a Jesús a (1) desconfiar de la bondad y provisión de su Padre para sus necesidades y (2) comenzar un reino en base a comida milagrosa. En el comienzo, y a través de su ministerio terrenal, Jesús afirmó una y otra vez su confianza absoluta en la bondad de su Padre. Se negó a establecer su reino en base a pan milagroso, aunque tal reino fuera muy popular (ver Joh 6:26).

Jesús responde a la iniciativa de Satanás con una cita bíblica (Deu 8:3), utilizando la espada del Espíritu (Eph 6:17). Es un pasaje que él, probablemente, había atesorado en su corazón desde la niñez. ¡Cuán importante es aprender de memoria pasajes bíblicos para usar en situaciones de apremio ante Satanás! (Comp. Job 119:11.) Jesús era consciente de la necesidad de comida para sustentar el cuerpo físico. En varias ocasiones alimentó a los discípulos y las multitudes (Job 14:13-21; Job 25:35; Joh 21:5-9).

Era también consciente que el hombre necesita más que el pan material. Hay otra necesidad real, imprescindible, urgente y espiritual en el corazón del hombre: toda palabra que sale de la boca de Dios. La satisfacción de esa necesidad espiritual sería de primera prioridad en su reino. Jesús decidió edificar su reino no sobre los que lo buscaban por los panes y peces, sino sobre los que encontraban en él el verdadero pan de vida (Joh 6:33).

La segunda tentación (vv. 5-7). La segunda tentación se relacionaba con la expectativa de una venida dramática del Mesías al templo (comp. Mal 3:1-2). Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto (v. 1), pero en la segunda tentación el diablo le llevó a la santa ciudad (v. 5), a Jerusalén, y le puso de pie sobre el pináculo del templo. El término “pináculo” significa “pequeña ala, punto extremo, o punto más alto de un edificio”. Se describe el lugar más probable como el punto más alto de la torre, o pequeño patio, ubicado en el ángulo sudeste del templo, donde un sacerdote se paraba cada mañana para esperar el comienzo del nuevo día y anunciarlo como señal del momento para realizar el primer sacrificio de la mañana.

Otra vez Satanás tienta a Jesús apelando a su relación con Dios: Si [puesto que] eres Hijo de Dios... (v. 6). Le tienta a probar la promesa de Dios, para ver si Dios sería fiel en protegerlo. Si alguien tiene derecho a esperar una intervención milagrosa de parte de Dios, sería su propio Hijo. Satanás pretende también mandar al Hijo de Dios: ... échate abajo... La insinuación es que esta demostración de su confianza en Dios, por un lado, y la intervención milagrosa y espectacular de parte de Dios, por otro lado, recibiría el aplauso y aceptación del pueblo. Jesús necesitaba obtener atención y aceptación de parte del pueblo para iniciar su reino. Ya de niño, a los doce años de edad, había preguntado: ¿No sabíais que en los asuntos de mi Padre me es necesario estar? (Luk 2:49). Los asuntos de [su] Padre incluían establecer el reino de Dios. Parecía que este método lo lograría con creces. Sería fácil, dramático, instantáneo, bueno y “bíblico” (comp. Job 91:11-12).

Una táctica de Satanás es citar las Escrituras fuera de contexto, o quizá omitir una parte esencial del texto. Al citar el Salmo 91, omite las palabras para que te guarden en todos tus caminos (v. 12b). Esta porción del texto significa que Dios se hace responsable de protegernos de peligros cuando estamos en “todos los caminos” de obediencia, cumpliendo su voluntad, y cuando de repente surgen sorpresivamente peligros y amenazas. No es una garantía absoluta e incondicional de su protección cuando uno necia y deliberadamente se expone al peligro y muerte.

Jesús entendió la sutileza de Satanás, y contestó citando de memoria otro pasaje: No pondrás a prueba al Señor tu Dios (v. 7; cita de Deu 6:16). Satanás presentó la tentación como una oportunidad de que Jesús mostrara su confianza en Dios, pero él lo vio como presunción y provocación. El Padre había prometido proteger y proveer para el Hijo. El Hijo que ama y confía en su Padre no necesita poner a prueba la promesa de provisión y de protección de parte del Padre. El amor y confianza de parte del Hijo se demuestra por medio del sometimiento, la obediencia y la fidelidad, no por demandas ni por ponerse deliberadamente en una situación peligrosa que obligue al Padre a intervenir. Jesús por otro lado, se negó a iniciar su reino con métodos ilegítimos y espectaculares. Los que negocian con tales métodos logran juntar multitudes de curiosos, pero pronto tales seguidores abandonan las filas cuando entienden la verdadera naturaleza del reino (comp. Joh 6:66).

La tercera tentación (vv. 8-10). Satanás toma la iniciativa otra vez. Habiendo fracasado dos veces, se anima a intentar con otra táctica. Las tentaciones anteriores se relacionaban con el reino que Jesús vino a establecer, pero no tan directamente como ésta. Mateo arregla las tentaciones en orden de menor a mayor implicancia en cuanto al reino de Dios. Lucas invierte el orden de las últimas dos. Le llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria (v. 8). Desde uno de los picos más altos cerca de Jericó, uno puede ver los caminos que conducen a todos los reinos del mundo. En alguna forma Satanás se arregló para que Jesús pudiera contemplar el mundo entero, el mundo que el Padre amaba de tal manera que dio a su Hijo (como dice Joh 3:16). Este es el mundo que el Hijo vino a salvar.

La oferta de Satanás revela su astucia en el máximo grado: Todo esto te daré, si postrado me adoras (v. 9). Sabe que Jesús vino para hacer de los reinos de este mundo el reino de su Padre (ver Apoc. 11:15). En un sentido, Satanás tenía el derecho de ofrecerle a Jesús los reinos del mundo, porque Dios le había cedido un poder limitado sobre el mundo, de modo que era conocido como el príncipe de este mundo (Joh 12:31; Joh 14:30; Joh 16:11; Eph 2:2). Jesús, con un solo acto de adoración a Satanás, podría recibir el poder limitado que Satanás tenía sobre el mundo. Sería el camino fácil, rápido, y en parte cumpliría su misión. Evitaría la humillación y el sufrimiento de parte del Hijo.

Con firmeza Jesús rechaza la tentación; lo manda “a mudar” con un mandato terminante: Vete, Satanás (v. 10). Aplica la medida bíblica: Someteos, pues, a Dios. Resistid al diablo, y él huirá de vosotros (Jam 4:7). Además, emplea otra vez la “espada del Espíritu”, citando la Palabra de Dios: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás (v. 10; cita de Deu 6:13). Jesús mismo así demostró la gran verdad de que nadie puede servir a dos señores (Deu 6:24). Vemos el uso de una excelente combinación de recursos que también están a nuestro alcance para vencer al enemigo de nuestras almas.

Las tres tentaciones, una tras otra, con ritmo acelerado, hacen recordar la parábola que Jesús contó al terminar el Sermón del monte acerca de las tres pruebas que vinieron contra las dos casas: Cayó la lluvia, vinieron torrentes, soplaron vientos y golpearon contra aquella casa (Deu 7:25). Vemos que Jesús estaba fundado sobre la peña y pudo soportar las pruebas, porque él oía las palabras de su Padre y las hacía (Deu 7:24).

Dios quiso establecer su reino de justicia en el mundo por medio de Abraham y sus descendientes. Ese propósito no se logró por causa de la rebeldía y desobediencia de Israel, nación que Dios consideró como su propio hijo. Pero ahora, por medio de su Hijo Jesucristo, sometido y obediente a su propósito eterno, Dios establecerá su reino en el corazón de los hombres que se someten a él y le obedecen. Jesús ha escogido el camino largo, duro, de sufrimiento, según las profecías del Siervo Sufriente. En un sentido real, desde el comienzo de su ministerio, Jesús afirmó su rostro para ir a Jerusalén (Luk 9:51) y allí ser crucificado. Este es el significado de las tentaciones para el Hijo de Dios.

Mateo termina este episodio indicando que Satanás, vencido, se retiró. Lucas agrega: ... se apartó de él por algún tiempo (Luk 4:13). Una victoria sobre Satanás, por más contundente que sea, da poco respiro, pues él se retira solamente para agrupar sus ejércitos y atacar desde otro ángulo (ver 16:23). Dios ahora manifiesta su bondad proveyendo para las necesidades físicas que Jesús se negó a satisfacer en forma egoísta. Los ángeles vinieron y le servían como diákonos G1247, término que frecuentemente se refiere a servir comida en la mesa (comp. Act 6:1-7).

Los tres sinópticos omiten el largo (aproximadamente un año) e importante ministerio de Jesús en Judea, que sucedió después de las tentaciones de Jesús y antes del comienzo oficial del ministerio en Galilea. Hemos observado que los evangelistas seleccionaban solamente los eventos y enseñanzas de Jesús que tenían que ver con su propósito particular. Solamente Juan relata los sucesos que tuvieron lugar durante este ínterin, mayormente en Jerusalén y Judea.

Verdades prácticas

1. La prueba o tentación que soportan los cristianos es la dificultad o riesgo propio del evangelio. Es una lucha permanente por tratar de responder a las exigencias del Señor.

2. Por medio de la prueba es posible llegar a conocernos mejor, saber cuál es la medida de nuestra fortaleza espiritual y hasta dónde llega nuestra confianza en Dios.

3. Cada prueba hace que nuestra fe se muestre en acción. Es el llamado a poner en funcionamiento todos los recursos espirituales que Dios nos ha otorgado para enfrentar el desafío de esa hora.

4. Toda persona llamada para un servicio especial ha de rendir primeramente un examen. Hay que ser fiel al Señor. Recordemos el dicho de Jesús: "El que es fiel en lo poco, también en lo más es fiel." El Señor prueba nuestra fidelidad a cosas "menores" para luego obligarnos las tareas "mayores."

5. El que persevera aun siendo probado es felicitado por el Señor y tiene como recompensa la corona de vida (Jam 1:12).

4 Su sede en Capernaúm,Jam 4:12-17

Habiendo establecido la naturaleza de su reino y los métodos que usaría para extenderlo, Jesús ahora está pronto para ganar los primeros seguidores. Mateo y Marcos comentan que la noticia del encarcelamiento de Juan el Bautista sirvió de motivo para que Jesús regresara a Galilea. Mateo espera hasta el cap. 14 para explicar por qué Juan fue encarcelado. La razón más probable de su salida de Judea en este preciso momento la encontramos si comparamos 4:1 con Joh 1:19. Los fariseos de Jerusalén estaban celosos por las multitudes que seguían a Juan. Cuando Juan fue encarcelado, su atención se volvió a Jesús. Solo Mateo agrega que dejó la ciudad de su niñez y estableció su residencia y centro de operaciones en Capernaúm, donde permaneció durante unos dos años.

Mateo tenía interés especial en Capernaúm porque era su propia ciudad. Tampoco pierde la oportunidad de mencionar luego que Jesús también la consideró como su propia ciudad (Joh 9:1). Más aún, Mateo entendía que las profecías mesiánicas (Isa 9:1-2) señalaban a Capernaúm como ciudad sede en el ministerio del Mesías (v. 14). Camino del mar se refiere a la zona hacia el mar Mediterráneo, mientras que al otro lado del Jordán (v. 15b) se refiere al lado oeste del río Jordán, desde el punto de vista de los que estaban en cautiverio. Después de profetizar juicio y muerte, Isaías proclama el comienzo de un nuevo día, una nueva esperanza que vendría por medio de un descendiente de David que establecería un reino de paz. Este reino no comenzaría en Jerusalén, capital del judaísmo, sino en la región del norte, una región que yacía en tinieblas espirituales. Mateo insinúa que la gran luz (v. 16) que vio el pueblo que moraba en tinieblas fue el Mesías, pero Juan lo declara explícitamente (Joh 1:4-9; Joh 8:12; Joh 9:5).

Desde entonces Jesús comenzó a predicar... (v. 17) es una expresión que sugiere que en algún sentido su ministerio público comenzó después del encarcelamiento de Juan (v. 12), o sea, un año después de su bautismo. Aunque pasó la mayor parte del primer año después del bautismo en Judea, realizó varios viajes breves a Galilea. Sin embargo, parece ser que fue en este momento que estableció en forma más permanente su sede en Capernaúm. Desde entonces (v. 17) es la misma expresión que se encuentra en 16:21 donde a partir de ese momento, Jesús comenzó a preparar sus discípulos para su muerte. El comentarista Tasker entiende que esta expresión indica un resumen de su ministerio público en Galilea y que en 16:21 indica un resumen de su enseñanza privada a los discípulos.

Un aspecto fundamental del ministerio de Jesús fue su predicación (kerussein G2784). El término “predicar” significa “proclamar” como mensajero a voz en cuello, al estilo de los profetas, con un mensaje urgente. El contenido del mensaje de Jesús era idéntico al de Juan el Bautista y se resumía en una palabra: Arrepentíos (v. 17; comp. 3:2). Ante la inminencia de la venida del reino de los cielos que ya estaba iniciándose, era urgente un cambio radical de pensar, de parte del oyente, en cuanto a su vida personal y en cuanto a su relación con Dios. El reino ya había llegado a ser una realidad presente.

5 Sus primeros discípulos : cuatro pescadores, 4:18-22

Dos temas de interés surgen de este pasaje: (1) la estrategia del Rey, revelada en el llamado extendido a cuatro hombres, y el propósito del llamado, y (2) la respuesta de los hombres llamados.

La estrategia del Rey“ Jesús había iniciado su reino, pero la extensión de su reino no dependería solamente de él. Su estrategia no era nueva, pues siempre Dios ha llamado a hombres y mujeres para representarle y comunicar su mensaje. Marcos expresa esta estrategia en forma escueta: Llamó a sí a los que él quiso... para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar... (Mar 3:13-14). La iniciativa es de parte de Dios, él llama a los que él quiere, es un llamado soberano. Algunos comentaristas entienden que el propósito básico, la preocupación principal y la prioridad número uno de Jesús durante todo su ministerio público no era tanto la predicación a las multitudes, ni la sanidad de los enfermos, sino el llamado y preparación de los apóstoles para llevar adelante su reino en el mundo.

Este llamado a los cuatro pescadores no significa que haya sido el primer contacto con Jesús. Juan indica que en relación con el bautismo y las tentaciones de Jesús, Andrés y Pedro, Felipe y Natanael, y probablemente Juan el apóstol comenzaron a seguirlo (Joh 1:35-51). Dos de ellos (Andrés y Pedro) habían sido discípulos de Juan el Bautista y lo dejaron para seguir a Jesús. La primera experiencia, relatada por Juan, fue un llamado general de seguirlo como discípulos. En cambio este llamado, extendido un año después, es un llamado de dejarlo todo para dedicar sus vidas, sin reserva, como apóstoles, para la extensión del reino.

Jesús expresa el propósito del llamado en términos que ellos podían entender perfectamente. Eran pescadores profesionales. Entendían bien el proceso de atrapar peces, las mejores áreas donde pescar, la mejor hora del día, el tiempo más favorable, el arte de bajar y levantar la red, cómo clasificar los peces que servían y los que no servían, la manera más sana de guardar los peces para comercializarlos. Además, para ser un buen pescador, uno debe tener mucha paciencia, perseverancia y valor. Es una excelente analogía que sin mayores explicaciones, comunica la tarea a la cual Jesús les llamaba. Antes habían trabajado para ganarse la vida materialmente, ahora trabajarían para ganar a otras personas espiritualmente para vida eterna. Antes habían vivido para sí mismos; ahora vivirían para el beneficio de otros.

La respuesta de los llamados“ La respuesta de los cuatro pescadores se resume en una palabra: ... le siguieron (v. 20). Es un verbo de tiempo pretérito indefinido (aoristo en griego), indicando acción puntual, instantánea y definitiva. Este mismo verbo es uno de los términos que se emplea más frecuentemente para describir a los que confiaban en Jesús y le obedecían; eran sus seguidores. Más que caminar literalmente tras él, en sus huellas significa reconocerlo como su maestro y señor soberano, del cual uno aprende y luego al cual obedece. Este llamado se caracterizó por tres calificaciones: (1) Fue una respuesta inmediata y espontánea. Mateo emplea el mismo adverbio temporal (euthéos G2112; de inmediato, en seguida) para indicar la acción inmediata (vv. 20, 22). (2) Fue un cambio radical en cuanto a su profesión anterior:dejaron sus redes (v. 20) y dejaron la barca (v. 22; comp. Luk 14:33). Fue un gran paso de fe, pues dejaron su medio de sostenimiento, indicando confianza de que aquel que los llamó proveería para suplir sus necesidades. (3) Fue una respuesta radical en cuanto a los vínculos familiares: dejaron... a su padre (v. 22; comp. 8:21, 22; Luk 14:26-27).

Estos cuatro pescadores constituyeron entre los apóstoles el primer grupo de cuatro. Jesús luego agregó dos grupos más de cuatro. Tres de estos primeros cuatro discípulos (Pedro, Juan y Jacobo) constituyeron el círculo más íntimo de los doce. Tuvieron el privilegio de estar solos con Jesús en algunos de los momentos más sublimes de su ministerio: cuando levantó a la hija de Jairo (Mar 5:37), en el monte de la transfiguración (Mar 17:1) y en Getsemaní (Mar 26:37).

El hecho de que Jesús haya escogido hombres comunes y del vulgo (Act 4:13), dejando de lado los líderes religiosos de Jerusalén, atrajo celo, crítica y creciente oposición del judaísmo oficial. Parece que fue un escándalo para los mismos parientes de Jesús, quienes pensaban que estaba fuera de sí (Mar 3:21, Mar 3:31-35).

Jesús, por su parte, estableció ciertas condiciones y demandas para sus seguidores más íntimos: humildad, amor, confianza, disposición para aprender y obediencia espontánea e inmediata hasta la muerte, si fuera necesario. Jesús demostró estas mismas condiciones de carácter a través de su vida terrenal. En su reino estas cualidades valen más que títulos honoríficos o de herencia, riquezas, raza, apariencia física, preparación académica o popularidad. Todos los apóstoles que Jesús escogió eran galileos, menos Judas Iscariote. Los galileos eran generalmente menos legalistas, más sinceros y sencillos, menos hipócritas y con menos prejuicios que sus compatriotas de Jerusalén y Judea. Seguramente este hecho no escapó a la atención de Jesús.

Verdades prácticas Jesucristo nunca desatendió las necesidades de su tiempo y de su gente. El texto indica que el Maestro enseñaba, predicaba y sanaba toda dolencia en el pueblo (Mar 4:23). Era un ministerio integral, o encarnacional.

Si la iglesia es la continuación del Jesucristo encarnado no debe descuidar lo que en un principio él enseñó. Las iglesias evangélicas en América Latina han pasado por tres etapas dando diferentes énfasis: En un comienzo el énfasis era evangelizador y misionero, luego se destacó el ministerio de la educación, y hoy surge, como si nunca hubiera existido, la preocupación social por parte de los cristianos. El hecho de que Jesús sanara toda dolencia implica que él se preocupó por todo aquello que tiene atado o esclavizado a los hombres: el pecado primeramente, y luego todas sus consecuencias espirituales y materiales. Pero lo más maravilloso es que Jesucristo quiere rescatar al hombre enteramente, en cuerpo y espíritu, liberarle de toda aflicción, angustia, opresión, y enfermedad. Y esto todavía hoy sigue siendo tarea de la iglesia.

6 Su primer ministerio : triple enfoque,Mar 4:23-25

De esta descripción del ministerio público de Jesús en Galilea, aprendemos varias cosas que merecen mención: la extensión, las limitaciones y la naturaleza de su ministerio.

La extensión geográfica del ministerio público de Jesús“ Aparentemente Juan el Bautista limitó su recorrido a la zona adyacente del río Jordán. En cambio, Jesús recorrió amplios territorios, desde Jerusalén en el sur hasta Siria en el norte, desde el mar Mediterráneo en el oeste hasta Perea y Decápolis al este del río Jordán. En esta breve ocasión Jesús recorrió la provincia de Galilea que tenía una dimensión de unos 100 kms. del norte al sur y 60 kms. del este al oeste. Josefo informa que había 204 ciudades importantes en Galilea y que cerca del año 65 había tres millones de habitantes. La práctica de Jesús fue de ir hacia la gente, no la de sentarse y esperar que llegasen a él.

Más que su recorrido, la extensión de su ministerio incluía las multitudes numerosas que acudían de zonas distantes para ver, escuchar y recibir los beneficios de este joven profeta de Nazaret. Las cinco zonas mencionadas son impresionantes por su extensión: toda Galilea, toda Siria, Decápolis y Perea (al este del río Jordán), Jerusalén y Judea. Tres cosas llamaban poderosamente la atención a la gente: Exhibía una vida de singular integridad, enseñaba y predicaba con autoridad y sanaba toda clase de enfermedad. Su fama corrió por toda Siria (v. 24). Traduciendo más literalmente la frase sería: Las cosas que la gente escuchaba acerca de él se fueron para toda Siria. Su vida y ministerio fueron noticias de primera plana y corrieron como fuego en pasto seco. Jesús iba a la gente, y la gente venía hacia él de todas partes, dándole un ministerio aparentemente sin límites.

Las limitaciones de su ministerio“ Hay dos evidencias de que Jesús limitaba su ministerio mayormente a los judíos durante este período. Mateo observa que Jesús enseñaba en las sinagogas de ellos (v. 23), es decir, de los judíos. El término sinagoga es una transliteración de un vocablo griego que significa “asamblea” G4864, o “reunión”. Se refiere a una institución judía que nació probablemente durante el cautiverio babilónico cuando los judíos no podían adorar en el templo en Jerusalén. Una condición para la formación de una sinagoga era la existencia de por lo menos diez cabezas de familias en el área. Los líderes eran laicos, no sacerdotes, y eran llamados príncipes, o ancianos, juntamente con los asistentes (Luk 4:20). Practicaban la disciplina y aun la expulsión (Joh 9:22; Joh 12:42; Joh 16:2). Realizaban cultos los sábados, días festivos y generalmente el segundo y quinto día de cada semana. Enseñaban y exhortaban con la ley mosaica y los profetas del AT. Solamente los judíos y prosélitos asistían a las reuniones en las sinagogas. Jesús aprovechó la oportunidad que le brindaban para hacer uso de la palabra en las sinagogas y anunciarles el mensaje del reino. Podemos observar que Mateo, con una sola excepción (Joh 23:34), se refiere a las sinagogas de ellos (v. 23, etc.), indicando quizá que cuando escribió su Evangelio, los creyentes ya habían sido echados de las sinagogas.

El otro dato que indica que el ministerio de Jesús se limitaba mayormente a los judíos se encuentra en la expresión en el pueblo (v. 23b). Esta expresión seguramente se refiere al pueblo judío.

La naturaleza de su ministerio público“ El ministerio público de Jesús consistía en tres actividades: enseñar, predicar y sanar. El orden de estas tres actividades no es antojadizo (ver también 9:35). Jesús fue primeramente un maestro; enseñaba, y sus seguidores fueron llamados discípulos, o alumnos. “El Maestro” fue uno de los títulos más usados en referencia a él (ver 8:19; 9:11; 10:38). Muchos entienden que el Sermón del monte es más bien una serie de enseñanzas acerca del reino, pues Jesús se sentó (5:1), la postura de un maestro o rabí. Seguramente el tema de sus enseñanzas, como también su predicación, era el “reino de los cielos”: su naturaleza, cómo entrar, cómo vivir y servir como súbditos. Fue un evangelio del reino (v. 23b), o sea, unas “buenas nuevas” del MesíasRey quien libraría a los creyentes de la esclavitud del pecado y los introduciría en su reino que no tendría fin jamás.

La segunda actividad fue la predicación del evangelio del reino (v. 23b; comp. v. 17). Esta actividad comprende la postura del mensajero divino, como profeta, quien anuncia con voz fuerte un mensaje de parte de Dios de interés para el pueblo y exhorta al pueblo a obedecer las demandas de Dios. Aunque hay mucha semejanza entre la enseñanza y la predicación, y todo buen predicador debe ser también buen maestro (Eph 4:11b), la predicación se destaca por su apelación a las emociones y a una decisión inmediata, mientras que la enseñanza apela más bien a la mente. La predicación presenta certezas, la enseñanza es una explicación del significado de las certezas. Con todo, la diferencia es más bien un asunto de énfasis y modo de presentación.

La tercera actividad en el ministerio público de Jesús fue la sanidad de los enfermos. Es una actividad que demuestra el poder milagroso de Dios, obrando por medio de Jesucristo. Mateo menciona en términos generales que sanaba toda enfermedad y toda dolencia (v. 23), que le trajeron (para que él los sanara) a los que tenían males: los que padecían diversas enfermedades y dolores (v. 24). Estas expresiones indican por lo menos que no había ninguna clase de enfermedad que Jesús no podía sanar. Veremos luego que Mateo presenta distintas clases de milagros, demostrando que Jesús tenía poder sobre todo el universo.

Además de emplear términos generales para describir las enfermedades que Jesús sanó, Mateo menciona específicamente tres enfermedades: los endemoniados, los lunáticos y los paralíticos (v. 24). Reservamos la descripción de estas enfermedades a los casos concretos e individuales que Jesús atendió más adelante. Observamos solamente que el relato de Mateo sugiere una relación estrecha entre los endemoniados y los lunáticos (Eph 17:14-20).




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Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

Comentario Bíblico Mundo Hispano

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