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Deuteronomio 34 - Comentario Popular de la Biblia de Kretzmann vs Mundo Hispano

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Deuteronomio 34

Deuteronomio 34:1

Y Moisés subió de los llanos de Moab, donde los hijos de Israel aún estaban acampados, al monte de Nebo, a la cumbre de Pisga, es decir, a su misma cumbre, que está frente a Jericó. Cfr. Deuteronomio 32:48 . Y el Señor le mostró toda la tierra de Galaad, al este del Jordán, hasta Dan, una ciudad en el norte de Perea,

Deuteronomio 34:1-9

Moisés muere y es enterrado por Dios

Deuteronomio 34:2

y todo Neftalí, después la tierra de Galilea, y la tierra de Efraín, y Manasés, en el centro aproximado de Canaán, y toda la tierra de Judá, directamente enfrente de su estación, hasta el último mar, el Mar Mediterráneo,

Deuteronomio 34:3

y al sur, las llanuras más allá del mar Muerto, y la llanura del valle de Jericó, la ciudad de las palmeras, porque estas crecían en las tierras bajas de Jericó, hasta Zoar, en el extremo sur del mar Muerto. Esta visión de todo el país fue una "prueba de su fuerza de visión generalmente intacta, que el vuelo de la fe hizo más penetrante".

Deuteronomio 34:4

Y el Señor le dijo: Esta es la tierra que juré a Abraham, Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré, Génesis 12:7 ; Génesis 15:18 ; Génesis 28:13 ; Te he hecho ver con tus ojos, fue un último favor que el Señor concedió a su fiel siervo, pero no pasarás allá.

Deuteronomio 34:5

Allí murió Moisés, siervo del Señor, en la tierra de Moab, es decir, en el monte Nebo, conforme a la palabra del Señor, Deuteronomio 32:50 .

Deuteronomio 34:6

Y él, el Señor, lo enterró en un valle en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor, en algún valle montañoso no lejos de Nebo; pero nadie sabe de su sepulcro hasta el día de hoy, su ubicación exacta no fue revelada. Por la carta de Judas, sabemos que el arcángel Miguel luchó con el diablo por el cuerpo de Moisés. Así Dios, a través de Su ángel, salvó el cuerpo de Moisés de la última consecuencia de la muerte bajo el control de Satanás, de la corrupción.

El cuerpo de Moisés fue llevado al cielo después de su entierro y allí se transformó en un cuerpo espiritual. Así fue posible que Moisés apareciera con Elías en la transfiguración de Cristo. Este hecho nos da una fuerte garantía para el cumplimiento final de nuestra esperanza, de la resurrección del cuerpo.

Deuteronomio 34:7

Y Moisés tenía ciento veinte años cuando murió; su ojo no estaba empañado, no había perdido nada de su aguda visión corporal, ni su fuerza natural había disminuido, había conservado toda su fuerza hasta el final.

Deuteronomio 34:8

Y los hijos de Israel lloraron por Moisés, celebraron por él gran duelo en los llanos de Moab durante treinta días; de modo que los días de llanto y duelo por Moisés terminaron, una excelente expresión de su aprecio por este gran profeta del Señor, el cual es copiado apropiadamente por congregaciones agradecidas y cuerpos eclesiásticos más grandes hasta el día de hoy.

Deuteronomio 34:9

Y Josué, el hijo de Nun, quien ahora asumió el liderazgo de los hijos de Israel, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque era necesario para los problemas prácticos de la vida; porque Moisés le había impuesto las manos, Números 27:18 ; y los hijos de Israel le escucharon e hicieron como Jehová lo había mandado a Moisés. Ese fue el resultado de los largos años de trabajo que Moisés había dedicado a enseñar al pueblo.

Deuteronomio 34:10

Y desde entonces no se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien el Señor conoció cara a cara, Éxodo 33:11 ; Números 12:6 , con quien Jehová estaba en términos tan íntimos, a quien llenó de tal poder divino,

Deuteronomio 34:10-12

Una apreciación de Moisés

Deuteronomio 34:11

en todas las señales y maravillas que el Señor le envió a hacer en la tierra de Egipto para el faraón, todos sus siervos y toda su tierra,

Deuteronomio 34:12

y en toda esa mano poderosa, y en todo el gran terror que Moisés mostró a los ojos de todo Israel, durante todo el viaje por el desierto. Solo un profeta es mayor que Moisés, por su propio testimonio, a saber, el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre. Mediante su vida, sufrimiento, muerte, resurrección y exaltación, nos ganó la redención eterna del poder de la muerte y el infierno.


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Deuteronomio 34

8. La muerte de Moisés, 34:1-12

(1) La muerte de Moisés, 34:1-9. Después de haber exhortado al pueblo de Israel a ser fiel a Jehová y a ser obediente a sus leyes, Moisés se despidió del pueblo bendiciendo cada tribu de Israel. Ahora, en obediencia a Jehová, Moisés se fue del llano de Moab, donde el pueblo de Israel estaba acampado y subió al monte Nebo. Abarim es una cadena de montes y el monte más alto es el Pisga (Nebo). El monte Pisga está situado enfrente de Jericó. Moisés subió a la cumbre del monte Pisga así como Jehová le había ordenado en 3:27 y 32:48-50 (Nebo).

En la cumbre del monte Pisga Jehová enseñó a Moisés toda la tierra que Israel iba a recibir como su herencia. Desde el monte Moisés pudo mirar la tierra de Canaán. Aun cuando para Moisés era imposible contemplar toda la extensión de Canaán, el escritor de Deuteronomio describe el límite geográfico de la tierra prometida así como existía en sus días. La descripción de la tierra prometida sigue una dirección nortesur. Galaad estaba al otro lado del río Jordán. Esta era el área donde se establecieron las tribus transjordánicas. Dan era el límite norte de la tierra de Canaán. Esta era el área asignada a la tribu de Dan. Neftalí, Efraín y Manasés representan la parte central de Canaán. Judá era el límite sur de la tierra prometida. El mar Grande era el mar Mediterráneo. Jericó era conocida como la ciudad de las palmeras (Jdg 1:16; Jdg 3:21, Jdg 3:13). Zoar estaba situada al sur del mar Muerto, el área cerca de donde Moisés estaba. Es evidente que el deuteronomista escribió esta descripción de la tierra prometida años después de Moisés, por cuanto los lugares mencionados no recibieron sus nombres hasta después de la conquista y división de la tierra de Canaán en los días de Josué.

La tierra que Moisés había contemplado con sus ojos era la tierra que Jehová había prometido dar a Abraham, Isaac y Jacob (v. 4). Esta promesa fue hecha primeramente a Abraham, en la ocasión cuando Jehová lo llamó para dejar a su familia y su tierra para ir a la tierra que sería de sus descendientes (Gen 12:7). La misma promesa fue repetida a Isaac y a Jacob y fue hecha a Moisés en el desierto (Exo 33:1).

Moisés miró la tierra prometida desde lejos porque a él le estaba prohibido entrar en Canaán con el pueblo. El texto no explica por qué Moisés no pudo entrar en la tierra prometida. Pero Moisés ya sabía que por causa de su pecado él no podría entrar en la tierra de Canaán con los demás israelitas para ver el cumplimiento de la promesa de Dios (Num 20:12; Deu 1:37; Deu 3:26-27; Deu 32:51-52). La razón porque a Moisés no le fue permitido entrar en Canaán fue porque él no había honrado la santidad de Jehová en presencia de la congregación de Israel.

Después de haber contemplado la tierra prometida, Moisés murió en la tierra de Moab. Moisés es designado el siervo de Jehová (Jos 1:1; Jos 7:12) en memoria de su fidelidad en la obra de Dios. Moisés murió en la frontera de la tierra que él y el pueblo de Israel habían anhelado recibir. Moisés había trabajado fielmente toda su vida para traer al pueblo de Israel a la tierra que Jehová había prometido dar a los descendientes de Abraham. El anhelo de Moisés era entrar en la tierra pero, en el final de su vida y en conclusión de su trabajo, él solamente pudo contemplar con sus ojos lo que su corazón deseaba recibir. Moisés aparece en Canaán durante la transfiguración de Cristo en el monte Hermón, el monte que estaba cerca de Cesarea de Filipo. De esta manera, por medio de la intervención de Cristo, Moisés simbólicamente es perdonado y permitido entrar en la tierra prometida (Mat 17:1-13; Mar 9:2-13; Luk 9:28-36).

La tradición judía ha creado muchas leyendas acerca de la muerte de Moisés. El libro de Judas relata que el arcángel Miguel luchó con Satanás por el cuerpo de Moisés (Jud. 9). Moisés murió en la tierra de Moab y fue sepultado en un valle, en un área cerca de Betpeor. Betpeor era el valle donde los israelitas estaban acampados mientras Moisés instruía al pueblo (ver 3:29; 4:46).

La traducción del v. 6 en la RVA declara: Y él lo sepultó en el valle. El texto heb. del v. 6 permite dos traducciones. La primera, Y él lo sepultó, indica que Jehová mismo había sepultado a Moisés en un lugar secreto. La segunda traducción, "Y lo sepultaron", indica que el pueblo de Israel sepultó a Moisés en la tierra de Moab. La primera traducción idealiza la muerte de Moisés y expresa la veneración que el pueblo de Israel tenía por Moisés. La RVA sigue la primera traducción y traduce que Jehová había sepultado a Moisés. Sin embargo, la segunda traducción es la más correcta. Aun cuando el contexto parece indicar que Jehová sepultó a Moisés, es preferible entender que la sepultura de Moisés fue hecha por Josué y los líderes de Israel.

El texto también declara que nadie conoce su sepulcro, hasta el día de hoy (v. 6). El texto claramente enseña que Moisés murió y fue sepultado en la tierra de Moab (vv. 5, 6). Es posible que la razón porque se desconoce el lugar donde Moisés fue sepultado es porque la generación de aquellos que sepultaron el cuerpo de Moisés murió, y a través de los años los futuros israelitas se olvidaron del lugar. Es posible también que en la providencia divina, para evitar la adoración de la persona de Moisés y para evitar peregrinaciones fuera necesario que olvidaron el lugar.

Moisés murió a la edad de 120 años. Según el libro de Hechos (7:23, 30, 36) la vida de Moisés está dividida en tres períodos. Los primeros 40 años él vivió en Egipto, en la corte de faraón. Moisés vivió otros 40 años en Madián, mientras era preparado para ser el liberador de Israel. Sus últimos 40 años fueron vividos en el desierto como líder del pueblo de Israel en su jornada hacia Canaán (Exo 7:7; Deu 31:2). En el AT 40 años es el período de una generación. La muerte de Moisés indica que su vida abarca tres generaciones de israelitas.

En la ocasión de su muerte Moisés todavía tenía mucho vigor. En Deu 31:2 Moisés declara: “Yo tengo 120 años de edad; no puedo salir ni entrar.” Para un hombre de su edad, Moisés tenía bastante vigor, pero no para salir a la guerra y emprender la dura tarea de conquistar la tierra de Canaán.

El pueblo de Israel hizo duelo por Moisés por 30 días (v. 8). El duelo era una mane-

ra de celebrar la memoria de un individuo que estaba muerto y de expresar públicamente el dolor por la muerte de una persona notable en la comunidad. Josué, quien había servido como un ayudante de Moisés (Jos 1:1), fue nombrado sucesor del caudillo de Israel. Josué era un hombre lleno del espíritu de sabiduría (Exo 28:3), el don divino (Isa 11:2) que era requerido de los líderes de Israel para gobernar y guiar al pueblo (vea 1Ki 3:1-14). Moisés invistió a Josué para ser el nuevo líder de Israel por la imposición de las manos, un ritual simbolizando la transferencia de poder y autoridad (Num 27:18-23).

(2) El epitafio de Moisés,Num 34:10-12. Los últimos tres versículos del libro de Deuteronomio son un panegírico para Moisés. En su encomio, el deuteronomista presenta a Moisés como el mayor profeta de Israel: Nunca en Israel se levantó otro profeta como Moisés. Jehová tenía una relación íntima con Moisés. El había hablado cara a cara con Moisés durante sus encuentros. Moisés fue usado poderosamente por Dios durante su ministerio como líder de Israel. Dios había usado a Moisés para hacer señales y prodigios, tanto en la tierra de Egipto así como durante los años de peregrinación en el desierto (vv. 11, 12). Durante su vida Moisés, el siervo fiel de Jehová, sirvió como líder, profeta y juez. Por medio de Moisés Israel recibió la ley y descubrió la voluntad de Dios para la vida de la nación. En su larga y gloriosa historia Israel conoció muchos líderes de renombre, pero Moisés fue el mayor de todos ellos.




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Comentario Bíblico Mundo Hispano

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