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Josué 24 - Comentario de Frederick Brotherton Meyer vs Mundo Hispano

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Josué 24

Josué 24:1-15

la lección de la historia de Israel

Josué 24:1

El capítulo anterior contiene las últimas palabras de advertencia de Josué a Israel; aquí es el portavoz de Dios: "Así ha dicho el Señor Dios de Israel".

Primero, está la recapitulación de la misericordia pasada. De vez en cuando deberíamos recordar definitivamente, por el bien de nuestros hijos, las interposiciones divinas en nuestra vida nacional y doméstica.

Es interesante en las palabras iniciales saber que Abraham fue llamado a salir de una familia idólatra. Este era el pozo de donde lo habían cavado, Isaías 51:1 . Era gentil antes de convertirse en judío; y estaba familiarizado con todas las seducciones de un tipo religioso inferior antes de que definitivamente representara al único Dios verdadero.

Tomó mucho tiempo erradicar esta cepa malvada de Israel. Durante su estadía en Egipto, habían cedido a las fascinaciones de la idolatría, Josué 24:14 . ¡Joshua al menos había hecho su elección! Qué bendición para una familia, cuando los padres hacen la confesión de Josué 24:15 . ¿Por qué no de ahora en adelante?

Josué 24:16-33

El último servicio de Josué a su pueblo

Josué 24:16

Josué hizo bien en desanimar sus orgullosos alardes y en mostrar que la gente no podía realizar por sí mismos el ideal de Dios, Salmo 105:4 . El libro de Jueces es un comentario amargo sobre estas elevadas palabras.

Lo que fue la piedra del testimonio para Israel, las ordenanzas de la Cena del Señor y el Bautismo son para la Iglesia y para el mundo. Las paredes de nuestras habitaciones privadas han escuchado nuestras oraciones y lágrimas. ¡Dios nos ayude a ser fieles a ellos!

Josué y los ancianos, mientras vivieron, fueron una influencia estabilizadora para Israel. Tal fue la influencia de los apóstoles en la Iglesia primitiva. Aprendamos el valor del carácter. Compare Josué 24:32 con Génesis 50:25 y Éxodo 13:19 . ¡Tomar el corazón! El cumplimiento de la promesa de Dios puede demorarse, pero Su palabra es segura como la luz de la mañana, Oseas 6:1 .


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Josué 24

2. La despedida de un líder, 24:1-33

(1) Renovación del pacto, 24:1. Una nueva oportunidad se da aquí para que el pueblo comprenda la importancia de mantenerse fiel al pacto que Jehová ha hecho con ellos. Este pacto fue hecho debido a la proximidad de relación con otros dioses y a la fragilidad de la resistencia de los israelitas para enfrentar las tentaciones.

Este discurso fue pronunciado ante los representantes del pueblo reunidos en Siquem, cerca de donde habían renovado el pacto recién llegados a Canaán (8:30, 35). Además era el mismo sitio donde Abraham, primer depositario del pacto con Dios, se había establecido a su llegada a Canaán (Gen 12:6-7). Se supone que el arca había sido trasladada a este lugar como se acostumbraba a hacer en momentos especiales (Jdg 20:1 18; 1Sa 4:3; 2Sa 15:24) aunque el v. 26 parece contradecir esta suposición. El pacto en Israel era un elemento central de su historia. Tenía un elemento de discipulado porque se exigía un seguimiento a Jehová en su pacto como en el caso de Acán (2Sa 7:11) donde se mencionan los efectos del incumplimiento del pacto o cuando se destacan las implicaciones del pacto para el presente del pueblo (2Sa 23:16). La fidelidad exigida estaba basada en el pacto de Dios con su pueblo en el Sinaí (Exo 24:3-8). Además, este pacto dio lugar a la conformación de una comunidad, un nuevo pueblo que siguió a Jehová desde Egipto hasta Canaán, siendo formado en el desierto. Por los pactos que Dios había hecho con sus antepasados se puede inferir que este acuerdo, en el que Dios se compromete totalmente con el ser humano y espera de éste una fidelidad similar, tenía un carácter universal como en el caso de Noé.

Ese pacto tenía también un elemento promisorio. Se ve cuando se le prometió a Abraham una descendencia muy numerosa. Hay un liderazgo alrededor del pacto cuando se elige a David y a su dinastía y se le encarga llevar adelante el desarrollo y las promesas de ese pacto para todas las naciones (2Sa 23:3; Job 89:3). Finalmente hay una característica pastoral del pacto cuando Dios llama al sacerdocio de Leví para que enseñe y transmita el contenido de ese pacto a través de todas las generaciones. Este pacto podía ser violado por la tendencia del pueblo a seguir a otros dioses. Esta posibilidad fue profetizada en Deu 31:20. Ahora, a pesar de lo que el pueblo dice en Jos 24:16 donde se resisten a creer que dicha posibilidad puede ser realidad, la desobediencia sigue siendo un riesgo.

La historia de Israel es un testimonio no solo del desafío a cumplir este pacto, sino también de los momentos en que este pueblo desobedeció el pacto. Ejemplos abundan: durante los días de los Jueces (Jdg 2:20), durante el tiempo de Salomón (1Ki 11:11) y aun en los días de Elías (1Ki 19:10, 1Ki 19:14). Esto sucedió tanto en el reino del Norte (2Ki 17:15; 2Ki 18:12; Hos 8:1) como en el del Sur (Jer 11:10; Jer 31:32). De este modo en un período de quebrantamiento del pacto el libro de Josué aparece como un texto que llama a recordar la acción liberadora de Jehová en favor de su pueblo. El libro es un invitación a renovar el pacto en medio de las tentaciones que pueden asediarles.

(2) La gracia de Dios,Jer 24:2-13. Esta porción es una recopilación de la manera como Dios se manifestó a Israel en su historia desde que llamó a Abraham hasta que trajo a su pueblo a una tierra que fluye leche y miel en cumplimiento de una promesa divina. El v. 2 anuncia a Jehová como Dios de Israel subrayando su cercanía y compromiso con este pueblo. No es como sinónimo de exclusivismo pues siempre esta opción de Dios por este pueblo tenía una dirección inclusiva (Jer 4:24). Este aspecto relaciona la parte promisoria del pacto con la universalidad del mismo.

Este Dios de Israel es visto en la historia resumida en esta sección pero ese mismo Dios exige una aplicación y obediencia al pacto en la última parte de este capítulo. Su contenido nos dice mucho acerca de la manera en que es entendida la historia entre el pueblo de Israel, no como el recuerdo pasivo de acontecimientos sin establecer ninguna relación con el presente.

Esta sección tiene, además, una dinámica geográfica que transcurre de la siguiente manera:

a. Desde Mesopotamia a través de Canaán hasta Egipto,Jer 24:2-4. Es de interés la frase “...yo tomé a vuestro padre Abraham...” (v. 3a), porque ese verbo “tomé” (laqaj H3947) implica una poderosa intervención de Dios en la vida de un ser humano. Hay similares intervenciones de Dios en la vida de David (2Sa 7:8) Amós (Amo 7:15), Israel mismo (Deu 4:20; Deu 30:4; Jer 3:14). Eran intervenciones que incluyeron a familias, clanes y comunidades enteras en la esfera divina.

Este mismo Dios que toma es el que orienta. Llevó a Abraham a través de la tierra de Canaán; fue la causa directa de ese proceso. La fe de Abraham fue una respuesta al liderazgo de Jehová en el proceso, en contraste con la desobediencia de Israel quien se olvidaba de ese Dios que guiaba y orientaba a buenos lugares.

Ese Dios interviene milagrosamente para llevar a cabo sus planes. El nacimiento de Isaac, Jacob y Esaú son muestras de ello. Dios ha actuado de plena gracia con los hombres. No es por los merecimientos humanos sino por la voluntad divina que hay un pacto a seguir por parte de este pueblo. Este cumplimiento de la promesa por parte de Jehová es colocado posteriormente como garantía para el pueblo en otros momentos de su historia (Jer 31:17; Isa 51:2).

b. Desde Egipto hasta el desierto,Isa 24:5-7. La intervención de Dios en Egipto, al llamar y enviar a Moisés y Aarón, es más directa que en el caso de Abraham, pues la experiencia del pueblo en Egipto era muy diferente a la del patriarca en Ur. La misión de Moisés es una respuesta divina al sufrimiento y degradación que padecen en Egipto, pero aquí aún no conocen el nombre de Dios aunque ya ven manifestaciones de su poder.

La introducción al desierto va a ser parte de ese discipulado del pacto, es decir, el seguimiento que deben hacer de ese Dios al cual van a conocer poco a poco. Las plagas, la protección en el desierto, el paso del mar Rojo cuando los enemigos estaban cerca, todas esas experiencias son manifestaciones de la misericordiosa fidelidad de Dios a su pueblo.

La alusión al castigo de Dios sobre los egipcios (v. 5) con las plagas es un ejemplo como Dios utilizó todo su poder en favor de la liberación de su pueblo. Al mismo tiempo el pueblo sabe que ese mismo poder fue usado con la misma energía para Israel en Peor (Isa 22:17) cuando este fue infiel a su Dios. En la segunda parte del capítulo se enfatiza que Dios puede usar con el mismo rigor su poder para consumir a su pueblo aunque este mismo haya sido objeto de su bondad (v. 20).

c. Desde el desierto hasta Canaán,Isa 24:8-13. La aventura de fe que comenzó en Mesopotamia ahora llega a su etapa final que es el establecimiento en una tierra apropiada para llegar a ser el pueblo que Dios tenía en mente desde antes de la creación.

Hay una alusión a la tierra que Jehová dio a Esaú (v. 4) lo que presenta a Dios como el dador de la tierra. Es sabido que entre los edomitas, descendientes de Esaú, y los israelitas hubo siempre tensiones (1Ki 11:15-16). La visión positiva de Edom presentada en esta alusión puede ser una manera de enfatizar que el dador de la tierra a Edom es el mismo que la dio a Israel, y por lo tanto, debe existir una hermandad entre aquellos que han sido beneficiarios de la bondad de Dios y por los lazos que los han unido aunque están ahora separados (Deu 23:7).

El v. 13 es una confirmación de la función de Jehová en este proceso de recepción de la tierra por parte de los israelitas. él la entregó sin que ellos la trabajaran, pero para que la trabajen, unas ciudades que no construyeron pero varias de ellas para reconstruir, y les entregó unas viñas que no plantaron pero que deben preservar.

En esto consiste la gracia de Dios, en que se recibe un regalo, una vida, una posibilidad, una oportunidad, sin méritos pero con el fin de reflejar en la nueva vida que se ha sido bendecido, es decir, siendo bendición. Dios es el dador de la tierra por su amor al pueblo escogido. La razón es sencilla: era un elemento fundamental en la vida de cualquier comunidad de la antigüedad. La tierra era el centro alrededor del cual giran muchos problemas y experiencias del pueblo en la historia que relata el libro de Josué: la producción de alimentos, la distribución de la tierra, la repartición de esta a las tribus, las ciudades y aldeas como espacio de vida, los límites, el recurso del agua, las leyes de herencia, la conservación de la tierra, etc. Todo ese espacio es clave para el desarrollo de la vida del pueblo, y este no sería formado a plenitud si no poseía también una tierra. Pero la posee siempre con la condición de que Jehová sea reconocido como el dador de la tierra y por lo tanto, el dueño de la tierra.

Hay criterios diferentes para el uso de la tierra, para evitar la acumulación de esta en pocas manos, a diferencia de lo que ocurría entre las naciones que habitaban en Canaán. El pueblo de Israel debe ser una alternativa a este modelo.

Todo el recuerdo de la acción de Dios en Egipto, y luego en el desierto, desemboca en la problemática del uso de la tierra. Este es un punto de llegada importante en la historia del pueblo. Ahora están colocadas las bases para ser fieles a Dios, pero al mismo tiempo, como ya se ha señalado en el capítulo anterior, el pueblo tiene también peligros que afrontar de ahora en adelante.

La posesión de esta tierra no es el resultado de la imposición de una fuerza militar sobre otra, sino que es la posesión de quienes no poseían. Ahora lo hacen justamente porque han sido destituidos aquellos que no usaron bien la tierra en beneficio de todos, sino con un interés egoísta.

Este aspecto es importante tenerlo en cuenta para no justificar de manera simplista en la actualidad aquellas naciones que se caracterizan por poseer la tierra que no están usando o que la usan de manera inadecuada como riqueza acumulable.

El propósito del Creador de la tierra es que la humanidad entera pueda servirse de ella. Por esa razón, cualquier concentración innecesaria de tierra en pocas manos o el mal uso de la tierra o la destrucción de la misma son acciones que están en contravía del propósito divino y por esta razón es importante que el pueblo de Dios incluya dentro de su agenda una reflexión sobre nuestra actitud hacia la tierra como espacio y lugar para la vida.

(3) Fidelidad absoluta,Deu 24:14-28. La misma urgencia con la que Jehová se dirigió a Josué en el comienzo de esta historia, el entonces “ahora” (Deu 1:2) para ir a dirigir al pueblo en el cruce del Jordán, aquí al final de la historia se enfatiza el “hoy” (v. 15) como momento definitivo para una decisión.

Jehová optó por Israel; “hoy” este pueblo debe optar por Dios. Lo primero hace parte de los privilegios del pacto, pero en lo segundo se expresa la responsabilidad hacia el pacto. Es el discípulo que disfruta el privilegio de ser llamado por su maestro pero que debe responder a ese llamado con obediencia.

Lo que era un peligro en Silo (Deu 23:7-8) es ahora una triste realidad en Siquem (vv. 14, 15). Algunos han abandonado a Dios. Por eso, la propuesta de Josué es que la decisión exigida implica una trayectoria desde los dioses hasta Dios, desde ese politeísmo facilista y acomodaticio que aliena a los creyentes hasta “el Dios de Israel” (vv. 2, 23) a quien siguen por fe, aprendiendo en el camino lo que es fidelidad y obediencia aún cuando las cosas no salgan del todo bien ante los ojos inmediatistas.

En el ritual que renueva el pacto al final de los días de Josué, se pueden identificar tres clases de dioses a los cuales deben poner lejos de ellos, si quieren permanecer fieles a Jehová:

* Por un lado, están los dioses que los padres adoraron en Egipto que aún están presentes en las tradiciones familiares (v. 14). Aquí hay un elemento tradicional que no se abandona a pesar de que se confía en Jehová y se experimenta el ser parte de un pueblo nuevo. Todavía perduran elementos religiosos anteriores tal vez muy arraigados.

* Por otra parte, están los dioses tradicionales conocidos entre los pueblos que habitan la región a la cual llegaron previamente, es decir, los dioses de los amorreos (v. 15). Estos eran la tentación permanente, sobre todo porque estas divinidades estaban estrechamente vinculadas con las actividades agrícolas respecto a las cuales los israelitas apenas se estaban acostumbrando. Por lo tanto, la inexperiencia e inseguridad en una actividad tan importante para la vida del pueblo los hacía más frágiles a la influencia de estas creencias.

* En tercer lugar, estaban los dioses extraños (vv. 20, 23) que estaban presentes en la experiencia religiosa de Israel. Por lo menos así lo constata Josué y les compele a una decisión sobre un asunto tan grave. Algunos comentaristas sugieren que esta es una alusión a la “religiosidad popular” del pueblo de Dios, elemento que sin dificultad puede haber estado presente entre ellos. La recursividad a estas divinidades era frecuente entre los pueblos antiguos y aún en nuestro tiempo. Esto se debe en parte a que la relación y la experiencia con estos dioses salen de los moldes tradicionales de la experiencia de la religión institucional. La novedad atrae aunque no garantiza que sea lo más conveniente. Por ello la llamada religiosidad popular, que es un tipo de experiencias múltiples que encajan en la mentalidad afectada por la desintegración de las sociedades, las crisis producidas por los cambios de habitat, etc., encuentra acogida en medio de pueblos altamente influenciados por el cristianismo. Lamentablemente se trata a veces con un cristianismo institucionalizado y hasta petrificado.

Conviene preguntarse hasta qué punto esto es inevitable y desde dónde es posible mantener la renovación permanente. Quizá esta sea la razón de la renovación del pacto por parte de Josué, quien siendo sensible a lo que sucede entre el pueblo los llama a una renovación, a una revisión de su relación con el Dios que ha intervenido en la historia para hacerlos su pueblo.

En el discurso Josué llama la atención del pueblo a la necesidad de conversión que implica cambios en valores y prioridades. Esto se debe manifestar en servicio a Jehová en el sentido de actos cultuales a él y en la búsqueda de la obediencia a la ley del Señor. Este aspecto es el más enfatizado en este acto y discurso de renovación del pacto. El verbo “servir” (abad H5647) aparece catorce veces entre los vv. 14-28. Servir no es un asunto de palabras sino de hechos que demuestren ese servicio. La conversión expresada en el servicio implica un cambio en la visión del mundo y en la manera en que ellos ven a los demás y a su entorno. El v. 23 es una invitación a un cambio radical en su cosmovisión. Inclinar el corazón a Jehová es consecuencia de abandonar por completo a los dioses extraños que moldeaban su cotidianidad, con sus costumbres y sus relaciones intercomunitarias.

Un aspecto más que vale la pena destacar es que Josué como líder apela a la responsabilidad del pueblo en la renovación del pacto. Ellos mismos son testigos de lo que están prometiendo (v. 22), no son forzados a esa decisión y tampoco tendrán a alguien que les recuerde, pues ellos mismos están adquiriendo un compromiso de mayores de edad.

El establecimiento de una gran piedra (v. 26) complementa este hecho de que ellos mismos son testigos. La piedra les permitirá recordar la promesa que han hecho.

El hecho de ser testigos de que Jehová es el Señor y que se someterán a él como único Dios es un precedente de lo que es la misión de Israel, pues ellos deben testificar esto mismo a todas las naciones (Isa 43:11).

(4) Apertura hacia el futuro,Isa 24:29-33. Estos versículos constituyen la finalización de la historia relatada en el libro de Josué. Se destaca el hecho de que durante el liderazgo de Josué el pueblo haya servido a Jehová “todo el tiempo” (v. 31) lo cual es un elogio a su liderazgo. Josué es recordado como “siervo de Jehová” (v. 29) lo que fue la vocación de toda su vida. Su razón para dirigir al pueblo no era otra que su carácter de siervo. Es importante subrayar la necesidad de que los líderes actúen de acuerdo al carácter que Dios forja en cada uno y no conforme a los beneficios que las circunstancias pueden ofrecer.

Josué es de aquellos líderes que ejercen esta función no para que la gente le siga, sino para que vayan en pos de Jehová. Su destreza en el liderazgo, su disciplina y su testimonio eran características que podían facilitar el hecho de que el pueblo se fijara en él como el objeto de su fe y compromiso. Sin embargo, lo que hizo Josué no fue otra cosa que apuntar hacia Dios. No cedió a la tentación de dirigir la atención del pueblo hacia sí mismo.

Estos versículos nos dan relatos de sepulturas, pero lo que sobresale es quiénes fueron los sepultados. Fueron Josué, los restos de José que habían traído desde Egipto y Eleazar el sacerdote. Todos ellos eran hombres que marcaron hitos en este proceso desde Egipto hasta el desierto y desde allí hasta la tierra prometida.

El pueblo de Israel recordó este momento como una apertura hacia el futuro. El “ya” era una realidad: la tierra, las posesiones, etc. Pero el “todavía no” era un desafío aún, un desafío que abría las puertas hacia el futuro, un tiempo en el que pueden seguir disfrutando de las bendiciones de Jehová con solo obedecer su pacto. La desobediencia puede privarlos de esas bendiciones o por lo menos aplazar el gozo de la vida plena que Dios les comenzó a dar en esta tierra.




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Comentario Bíblico Mundo Hispano

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