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Mateo 2 - Comentario Crítico y Explicativo Conciso vs Mundo Hispano

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Mateo 2

VISITA DE LOS MAGOS A JERUSALEN Y A BETHLEHEM. Los magos llegan a JerusalénEl Sanedrín, a petición de Herodes, anuncia a Bethlehem como el lugar predicho en el cual había de nacer el Mesías (Vers. 1-6).

1. Y como fué nacido Jesús en Bethlehem de Judea—Así llamada para distinguirla de otra Bethlehem en la tribu de Zabulón, cerca del mar de Galilea (Josué 19:15); llamada también Bethlehem de Judá, por estar en esa tribu (Jueces 17:7); y Efrata (Génesis 35:16), y la combinación de estos dos nombres, Bethlehem-Efrata (Miqueas 5:2). Estaba ubicada a unos diez kilómetros al sudoeste de Jerusalén. ¿Pero cómo ocurrió que José y María viniesen allá desde Nazaret, el lugar de su residencia? No fué asunto de su elección, y ciertamente no fué con el propósito de cumplir la profecía en cuanto al lugar del nacimiento del Mesías; no; estuvieron en Nazaret hasta que fué casi demasiado tarde para que María realizara el viaje con seguridad; no se habrían movido de ese lugar, si no hubiesen recibido una orden que no podían desobedecer, lo cual les obligó a ir al lugar señalado. Una mano poderosa se hallaba presente en todos estos movimientos (Véase Lucas 2:1, Nota). en días del rey Herodes—Conocido como el Grande; hijo de Antípater, idumeo, hecho rey por los romanos. Así fué como “el cetro se apartó de Judá” (Génesis 49:10), una señal de que el Mesías estaba cerca. Como se sabe que Herodes murió en el año 750 de Roma, el año cuarto antes de la iniciación de nuestra era cristiana, el nacimiento de Cristo ocurrió cuatro años antes de la fecha que generalmente se asigna, aun cuando haya nacido en el mismo año de la muerte de Herodes, como es muy probable que haya sido. he aquí unos magos vinieron—Probablemente pertenecientes a las clases instruídas que cultivaban la astrología y ciencias afines. La profecía de Balaam (Números 24:17) y tal vez la de Daniel (cap. 9:24.), puede haberles llegado como una tradición; pero nada definitivo se sabe acerca de ellos. del oriente—Pero si de Arabia, de Persia o Mesopotamia es incierto. a Jerusalem—Por ser la metrópolis judía.

2. Diciendo: ¿Dónde está el Rey de los Judíos, que ha nacido?—Según esto aparentemente ellos no eran judíos. (Compárese el lenguaje del gobernador romano, Juan 18:33, y de los soldados romanos, cap. 27:29, con el lenguaje muy distinto de los judíos, cap. 27:42). Los historiadores romanos, Suetonio y Tácito, dan testimonio de una expectativa que prevalecía en oriente, de que de Judea saldría un soberano del mundo. porque su estrella hemos visto en el oriente—Mucho se ha escrito sobre el tema de esta estrella; pero basándonos en todo lo que aquí se dice, quizá sea más seguro mirarla como un simple meteoro luminoso que apareció bajo leyes especiales y con un propósito especial. y venimos a adorarle—“a rendirle homenaje”, que es lo que la palabra significa; la naturaleza de este homenaje dependía de las circunstancias del caso. Es claro que se trata de un homenaje religioso y no civil, en vista del sentido completo de la narración, y particularmente del v. 11. Sin duda estos sencillos extranjeros esperaban que toda Jerusalén estaría llena de las noticias de su rey recién nacido, y que el tiempo y el lugar y circunstancias de su nacimiento serían familiares a todos. Lejos estaban de pensar que el primer anuncio de su nacimiento provendría de ellos mismos, y menos aún esperaban el efecto trastornador que esa noticia produciría en vez de causar alegría. De otro modo, ellos habrían procurado obtener de otra parte la información acerca del lugar de su nacimiento. Dios dirigió las cosas a fin de obtener el noble testimonio, en cuanto al lugar del nacimiento que había sido predicho, de parte de la autoridad eclesiástica más alta de la nación.

3. Y oyendo esto el rey Herodes, se turbó—Pues lo miraba como un peligro para su trono; tal vez su conciencia culpable también le sugiriese otras causas para temer. y toda Jerusalem con él—Temiendo las conmociones revolucionarias y tal vez la ira de Herodes.

4. Y convocados todos los príncipes de los sacerdotes, y los escribas del pueblo—La clase de los “príncipes de los sacerdotes” incluía al sumo sacerdote que a la sazón lo fuese, junto con todos los demás que habían ocupado ese puesto; porque, aunque el que era entonces cabeza de la familia aarónica era el único sumo sacerdote legítimo, los romanos los cambiaban cuando se les ocurría para dar lugar a sus protegidos. En esta clase probablemente eran incluídos los que representaban las veinticuatro suertes de sacerdotes. Los “escribas” eran al principio meros escribientes de la ley y lectores en la sinagoga; luego, intérpretes de la ley, tanto de la civil como de la religiosa, y por lo tanto, abogados y teólogos al mismo tiempo. La primera de estas clases, una proporción de la segunda, y los “ancianos”, es decir, según lo piensa Lightfoot, “aquellos ancianos de entre los laicos que no pertenecían a la tribu de Leví,” constituían el supremo concilio de la nación, Ilamado el Sanedrín, cuyos miembros, cuando el número estaba completo, eran setenta y dos. Es muy probable que este concilio fuese la reunión que Herodes convocó, dada la solemnidad lemnidad de la ocasión; pues, aunque los ancianos no se mencionan, hallamos una omisión similar donde con certeza todas las tres clases se hallarían presentes (compárese cap. 26:59; 27:1). Según dice Meyer, se trataba de todos los teólogos de la nación a quienes Herodes convocó, puesto que él deseaba una respuesta teológica. les preguntó—Por ser los autorizados intérpretes de las Escrituras, dónde había de nacer el Cristo—“el Mesías”, de acuerdo con la profecía.

5. Y ellos le dijeron: En Bethlehem de Judea—Un rápido y voluntario testimonio de parte del más alto tribunal, el cual finalmente lo condenó a muerte. porque así está escrito por el profeta [Miqueas 5:2];

6. Y tú, Bethlehem, de tierra de Judá, no eres muy pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, etc.—Esta cita, aunque verbalmente difiere del texto hebreo y de la Versión de los Setenta, sustancialmente está de acuerdo, pues el profeta dice: Aunque eres pequeña sin embargo de ti me saldrá el que será Señor en Israel”. Este honor hacía más que compensar su natural insignificancia; mientras que nuestro evangelista mediante un giro vivo le hace decir: “no eres muy pequeña, porque de ti saldrá un guiador”. Esta distinción la eleva del rango más bajo al más alto. Los “millares de Judá”, que menciona el profeta, significan las divisiones subordinadas de la tribu; nuestro evangelista en vez de esto, nombra meramente a los “príncipes” o cabeza de familias, incluyendo los distritos ocupados por ellas. Que apacentará a mi pueblo Israel—En el Antiguo Testamento los reyes, mediante una hermosa figura, se mencionan como “pastores” (Ezequiel 31, etc.). Los escritores clásicos usan esa figura. El gobierno pastoril de Jehová y del Mesías sobre su pueblo, es una representación muy rica en su contenido que se halla presente en todas las Escrituras. (Véase Salmo 23; Isaías 40:11; Ezequiel 37:24; Juan 10:11; Apocalipsis 7:17). Que esta profecía se refería al Mesías, era admitido por los antiguos rabinos. Los magos, enviados a Bethlehem por Herodes para ver al niño y luego traerle a él un informe, presentan una ofrenda religiosa al niño-rey; pero advertidos divinamente, regresan a su tierra por otro camino (vers. 7-12).

7. Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos—Herodes hasta ahora ha tenido éxito en su propósito criminal; se ha informado sobre el lugar donde se halla su víctima, un niño inconsciente del peligro en que se encuentra su vida. Pero tiene otro punto que arreglar, la fecha de su nacimiento, sin la cual podría cometer un error. El primer dato lo obtuvo del Sanedrín, el otro lo piensa recibir de los magos, pero esto lo hace en secreto para que su objeto no caiga bajo sospecha y por lo tanto sea estorbado. entendió de ellos diligentemente—es decir, con precisión, el tiempo del aparecimiento de la estrella—presumiendo que éste sería el mejor indicio para averiguar la edad del niño. Los ingenuos extranjeros le cuentan todo. Ahora él piensa que su deseo está para cumplirse y que pronto ha de tener entre sus manos a su víctima, pues en una edad tan temprana, como ellos indican, no era probable que lo hubiesen sacado del lugar de su nacimiento. Sin embargo, procede con astucia; envía a los magos como mensajeros suyos, y les pide que lo vuelvan a ver para que él pueda seguír el piadoso ejemplo de ellos.

8. Y enviándolos a Bethlehem, dijo: Andad allá, y preguntad con diligencia por el niño; y después que le hallareis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore—¡Astuto y sangriento hipócrita! y sin embargo, esta orden real serviría entretanto como salvoconducto para los extranjeros.

9. Y ellos, habiendo oído al rey, se fueron—¿Pero dónde estabais vosotros, oh eclesiásticos judíos, vosotros los príncipes de los sacerdotes y escribas del pueblo? Podíais decirle a Herodes dónde había de nacer Cristo, y podíais oír de los labios de estos extranjeros del lejano oriente que el Deseado de todas las naciones ya había venido; pero no os veo marchando en tropel hacia Bethlehem; no hallo sino a estos devotos extranjeros dirigiéndose hacia allá ellos solos. Sin embargo, Dios había ordenado esto también, no fuera que las noticias se esparciesen y llegasen a los oídos del tirano, antes de que el niño pudiera colocarse fuera de su alcance. De esta manera los errores y crímenes y fría indiferencia de los hombres son dejados sin efecto. y he aquí la estrella que habían visto en el oriente—lo cual, al parecer, da a entender que había desaparecido en el intervalo—iba delante de ellos, hasta que llegando, se puso sobre donde estaba el niño—Seguramente esto no podría ser otra cosa sino un meteoro luminoso y no muy alto.

10. Y vista la estrella, se regocijaron con muy grande gozo—El lenguaje es muy fuerte, y expresa exuberancia de sentimiento.

11. Y entrando en la casa—No en el establo; ya que tan pronto como los muchos visitantes se fueron de Bethlehem, José no debió haber tenido dificultad en encontrar una vivienda. vieron—El texto recibido tiene “hallaron”; pero en este punto el traductor de nuestra versión acertadamente se desvía del texto griego, ya que carece de apoyo. al niño con su madre María—El bendito Niño naturalmente se menciona primero, luego la madre; pero José, aunque sin duda se hallaba presente, no se toma noticia de él, ya que era sólo la cabeza del hogar. y postrándose, le adoraron—Es evidente que el homenaje rendido por estos extranjeros. quienes habían sido guiados por una estrella, habían inquirido con tanto interés por el niño y se habían gozado tanto al encontrarle, no fué un homenaje civil ofrecido a un reyezuelo judío, sino un elevado homenaje espiritual. La cláusula siguiente confirma esto. y abriendo sus tesoros, le ofrecieron dones—Esta expresión, usada frecuentemente en el Antiguo Testamento con referencia a las oblaciones que se presentaban a Dios, se emplea en el Nuevo Testamento siete veces, y siempre en el sentido religioso de ofrendas a Dios. Por lo tanto, y sin duda alguna, debemos entender que el ofrecimiento de los magos era una ofrenda religiosa. oro e incienso y mirra—Casi nunca se hacían visitas a los reyes sin llevar regalos (1 Reyes 10:2, etc; compárese Salmo 72:10, Salmo 72:15; Isaías 60:3, Isaías 60:6). El “incienso” era una gomorrecina aromática que se usaba en ofrendas de sacrificio; la “mirra” se usaba en los ungüentos perfumados. Estos, con el oro que ofrecieron. parecen indicar que los ofrendantes eran personas pudientes. Que el oro le fué ofrecido al niño rey en señal de su realeza, el incienso en señal de su divinidad, y la mirra en señal de sus sufrimientos, o que tenían el propósito de expresar su naturaleza divina y humana, o que las funciones profética, sacerdotal y real de Cristo aparecen en estos dones, o que eran las ofrendas de tres individuos respectivamente, cada uno de ellos rey, cuyos nombres la tradición ha traído hasta nuestros días, todo esto no es más que suposiciones dudosas; pero que los sentimientos de estos devotos dadores se vislumbran en la riqueza de sus dones, y que el oro por lo menos había de serles útil a los padres del bendito Niño en su inesperado viaje a Egipto y durante su permanencia allí, esto por lo menos no admite disputa.

12. Y siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, se volvieron a su tierra por otro camino—¡Qué sorpresa les debe haber causado a los sabios esta visión, justamente cuando se preparaban para llevar al piadoso rey la grata noticia de lo que habían visto! Pero Dios conocía al viejo y sanguinario tirano lo suficientemente bien como para saber que no convenía que ellos lo volviesen a ver.

13-25. LA HUIDA A EGIPTO. LA MASACRE EN BETHLEHEM. EL REGRESO DE JOSE Y MARIA CON EL NIÑO, DESPUES DE LA MUERTE DE HERODES, Y SU ESTABLECIMIENTO EN NAZARET. (Lucas 2:39). La huída a Egipto (vv. 13-15).

13. Y partidos ellos, he aquí el ángel del Señor aparece en sueños a José, diciendo: Levántate, y toma al niño y a su madre—Obsérvese esta forma de expresión repetida en el versículo siguiente, otra indicación indirecta de que José no era más que el guardián del niño. En realidad, considerado personalmente, José no tiene significado espiritual, y lugar muy pequeño en la historia del evangelio. y huye a Egipto—Que estando cerca, como dice Alford, y siendo una provincia independiente de Herodes y muy habitada por judíos, constituía un refugio fácil y conveniente. ¡Ah, bendito Salvador, en qué carrera tan accidentada te has iniciado aquí en la tierra! Cuando naciste, no había lugar para ti en el mesón; ahora toda Judea te rechaza. ¡Cuán pronto comenzó la espada a punzar el alma de la virgen (Lucas 2:35)! ¡Cuán pronto experimenta ella la clase de recepción que este misterioso hijo de ella ha de encontrar en el mundo! ¿Y a dónde es enviado? A “la casa de servidumbre”. Bien, eso lo era una vez. Pero Egipto fué una casa de refugio antes de ser casa de servidumbre, y ahora ha vuelto a ser lo primero. y estáte allá hasta que yo te lo diga; porque ha de acontecer, que Herodes buscará al niño para matarlo.—Herodes concibió su propósito homicida antes de que los magos saliesen para Bethlehem.

14. Y él despertando, tomó al niño y a su madre de noche—Sin duda en la misma noche. y se fué a Egipto; 15. Y estuvo allá hasta la muerte de Herodes—lo que sucedió, por causa de una enfermedad terrible, no mucho tiempo después de esto. Se pueden ver los detalles en Josefo (Antigüedades, 17:6. 1, 5, 7, 8). para que se cumpliese lo que fué dicho por el Señor, por el profeta que dijo: [Oseas 11:1] De Egipto llamé a mi Hijo—Nuestro evangelista cita aquí directamente del texto hebreo, cautelosamente apartándose de la Versión de los Setenta, la cual tiene las palabras: “De Egipto llamé a sus hijos”, significando los hijos de Israel. El profeta le recuerda a su pueblo cuán querido le era Israel a Dios en los días de su juventud; de cómo Moisés recibió la orden de decirle a Faraón: “Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito; ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir: he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito” (Éxodo 4:22); de cómo, cuando Faraón rehusó, habiendo Dios dado muerte a todos los primogénitos de ellos, “llamó a su propio hijo de Egipto”, mediante un acto de poder y amor. Mirando las palabras en esta luz, aun cuando el evangelista no las hubiese aplicado al llamamiento de Egipto del amado Hijo unigénito de Dios, esta aplicación habría sido inevitablemente hecha por aquellos que hubieran aprendido a penetrar debajo de la superficie, para entender la relación íntima que Cristo mantiene con su pueblo, y la relación de ambos para con Dios; y por aquellos que están acostumbrados a encontrar la analogía en el tratamiento de Dios hacia cada uno de ellos respectivamente.

16. Herodes entonces, etc.—Como Débora cantó de la madre de Sísara: “La madre de Sísara se asoma a la ventana, y por entre las celosías a voces dice: ¿Por qué se detiene su carro, que no viene? ¿por qué las ruedas de sus carros se tardan?”, así Herodes se extraña de que sus mensajeros, con celo piadoso, no regresen rápidamente con la noticia de que todo estaba listo para recibirlo a él como adorador. ¿Qué los detendrá? ¿Se habrán perdido? ¿Les habrá acontecido algo malo? Al fin su paciencia se acaba. Hace averiguaciones, y se informa de que ya están lejos, fuera de su alcance, de regreso a su patria. como se vió burlado de los magos—No, Herodes, tú no has sido burlado de los magos, sino de uno mayor que ellos. El que mora en los cielos se ríe de ti; el Señor se burla de ti. El “frustra los pensamientos de los astutos, para que sus manos no hagan nada”; “prende a los sabios en la astucia de ellos, y el consejo de los perversos es entontecido” (Salmo 2:4; Job 5:12). Ese bendito Niño morirá por cierto pero no a manos tuyas. Como el mismo lo dijo más tarde a un hijo tuyo (tan astuto e inescrupuloso como tú mismo), cuando los fariseos le advirtieron de la necesidad de alejarse, debido a que Herodes lo buscaba para matarlo: “Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y acabo sanidades hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Empero es menester que hoy, y mañana, y pasado mañana camine; porque no es posible que profeta muera fuera de Jerusalem” (Lucas 13:32). ¡Sátira amarga! se enojó mucho—A nadie le gusta que lo traten de tonto, y menos todavía a un orgulloso rey. Herodes arde de ira y se asemeja a un toro salvaje en una red, y envió [una banda de asesinos pagados], y mató a todos los niños [varones] que había en Bethlehem y en todos sus términos, de edad de dos años abajo, conforme al tiempo que había entendido de los magos—Al tomar esta feroz medida Herodes se mostró tal como era, tan astuto como cruel. Arrolla con mucho para no equivocarse. Piensa que de ese modo alcanzará a su víctima. Y así hubiera acontecido, si ella hubiese estado allí, pero el niño se había ido. El cielo y la tierra pasarán, antes que tú tengas a ese niño en tus manos. Por lo tanto, Herodes, debes contentarte con el deseo de tenerlo y llenar tu copa de tus amargas mortificaciones, bastante llena ya, hasta que mueras no sólo de un corazón acongojado sino de una enfermedad repugnante y torturante. ¿Por qué, preguntan los escépticos y los críticos escépticos, no ha relatado Josefo esta masacre, si realmente ocurrió, ya que él relata con suficiente minuciosidad las crueldades de Herodes? Si consideramos cuán pequeño era el pueblecito de Bethlehem. es de esperarse que no hubiese muchos niños varones allí, menores de dos años; y cuando pensamos en el número de peores atrocidades que Josefo ha relatado acerca de él, no es razonable hacer cuestión de su silencio respecto a ésta.

17. Entonces fué cumplido lo que se había dicho por el profeta Jeremías, que dijo—(Jeremias 31:15, del cual la cita difiere sólo verbalmente)—

18. Voz fué oída en Ramá, grande lamentación, lloro y gemido: Rachel que llora sus hijos; y no quiso ser consolada, porque perecieron—Estas palabras tal cual se hallan en Jeremías, sin duda se refieren a la cautividad babilónica. Raquel, la madre de José y Benjamin, estaba sepultada en las inmediaciones de Bethlehem (Génesis 35:19), donde su sepulcro se ve todavía. Ella está representada figurativamente como levantándose de la tumba y pronunciando un doble lamento por la pérdida de sus hijos: primero por el amargo cautiverio, y ahora por una muerte sangrienta. Y ¡qué hecho tan detestable fué este! ¡Oh madres de Bethlehem! Me imagino oíros preguntar por qué vuestros inocentes bebés tendrían que hacer las veces del cordero trabado en un zarzal, mientras Isaac escapaba. No puedo contestaros; pero una cosa sé, que algunas de vosotras viviréis hasta ver el día cuando ese Niño de Bethlehem será el cordero trabado en otra clase de zarzal, para que vuestros bebés se libren de una sentencia peor que la que ahora sufren. Y si estos niños vuestros están ahora en la gloria, mediante el bendito poder de aquel querido Niño, ¿no mirarán como honor que la ira del tirano fuese descargada sobre ellos en vez de sobre su infante Señor?

19. Mas muerto Herodes—¡Miserable Herodes! Tú te creías seguro y libre de un temido rival; pero era él en realidad quien estaba libre de ti y tú mismo no has gozado por mucho tiempo de esta pretendida seguridad tuya (Véase Nota, v. 15). he aquí el ángel del Señor—El mismo ángel, al parecer, fué empleado en distintas ocasiones, y muy probablemente es aquel a quien Lucas le da el nombre de Gabriel (Lucas 1:19, Lucas 1:26). aparece en sueños a José en Egipto, 20. Diciendo: Levántate, y toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel—No a la tierra de Judea, porque más tarde fué expresamente advertido de que no se estableciese allí: ni a Galilea, pues sólo se dirigió a ese lugar cuando halló que no era seguro establecerse en Judea, sino a “la tierra de Israel”, en el sentido más amplio de la palabra, queriendo decir la Tierra Santa en general. La provincia en particular no había sido aún indicada. De modo que José y María tuvieron, como Abrahán, que “salir sin saber a dónde iban”, mientras que no recibiesen una dirección más clara. que muertos son los que procuraban la muerte del niño—Una expresión común en muchas lenguas, aun cuando la referencia es a una sola persona, que en este caso es Herodes. Pero las palabras han sido tomadas de un caso sumamente análogo en Éxodo 4:19, que probablemente sugirió el plural aqui, donde la orden es dada a Moisés para que regrese a Egipto por la misma razón que al mayor que Moisés se le ordena ahora ser traído de allá, es decir, la muerte del que atentaba contra su vida. Herodes murió en el año 70 de su vida y el 37 de su reinado.

21. Entonces él se levantó, y tomó al niño y a su madre, y se vino a tierra de Israel—Con el propósito, como claramente se ve por lo que sigue, de regresar a Bethlehem de Judea, con la idea sin duda de que allí se criase al niño rey, como en su propia ciudad natal, hasta que llegase el tiempo cuando era de esperarse que ocuparía a Jerusalén, “la ciudad del gran rey.”

22. Y oyendo que Archelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre—Arquelao sucedió a Herodes para reinar sobre Judea, Samaria e Idumea; pero Augusto rehusó darle el título de rey hasta saber cómo se conduciría; le dió solamente el título de etnarca (Josefo, Antigüedades, 17., 11, 4). Sin embargo, nunca se elevó por encima de este título. El pueblo en realidad lo reconocía como el sucesor de su padre y por eso se dice aquí que “reinaba en lugar de Herodes su padre”. Pero después de desafiar durante diez años la ley judía y ejercer una cruel tiranía, el pueblo presentó contra él cargos muy serios, y el emperador lo desterró a Galia en Francia, reduciendo a Judea otra vez a una provincia romana. Entonces el “cetro”, del todo, “se apartó de Judá”. temió ir allá—Y no es de extrañarnos, por la razón ya mencionada. mas amonestado por revelación en sueños, se fué a las partes de Galilea—Todo el territorio al oeste del Jordán en esta época estaba dividido, como es bien sabido, en tres provincias: Galilea al norte, Judea al sur y Samaria, la provincia central. La provincia de Galilea estaba bajo la jurisdicción de Herodes Antipas, hermano de Arquelao, ya que su padre le había dejado esa provincia y la de Perea, al este del Jordán, como su parte en la herencia del reino, con el título de tetrarca, que Augusto confirmó. Aunque era astuto y licencioso según Josefo—precisamente como lo declara la historia del evangelio (Véase Marco 6:14, y Lucas 13:31, Notas)—era de una disposición menos cruel que Arquelao; y Nazaret, como estaba a buena distancia de la sede de su gobierno, y considerablemente recluído, se consideró un lugar seguro.

23. Y vino, y habitó en la ciudad que se llama Nazaret—Un pequeño pueblo de la baja Galilea que se encontraba en el territorio de la tribu de Zabulón, y equidistante del Mediterráneo al oeste y del mar de Galilea al este. Si, basándonos en Lucas 2:39, llegásemos a la conclusión de que los padres de Jesús lo llevaron de regreso directamente a Nazaret, después de su presentación en el templo, como si no hubiese habido la visita de los magos, la huída a Egipto, su permanencia allí y su regreso sin ningún propósito de establecerse en Bethlehem, uno podría, por la manera en que nuestro evangelista habla aquí, concluir igualmente que los padres de nuestro Señor no habían estado en Nazaret hasta ahora. Si conociésemos exactamente las fuentes de las cuales los materiales de cada Evangelio fueron tomados, o la manera en que fueron usados, esta aparente discrepancia probablemente desaparecería al instante. En ninguno de los dos casos hay inexactitud. Al mismo tiempo es difícil, teniendo estos hechos por delante, el concebir que alguno de estos evangelistas escribiese su evangelio teniendo el otro a la vista, aunque muchos piensan que esto es una inferencia muy precaria. para que se cumpliese lo que fué dicho por los profetas, que había de ser llamado Nazareno—La mejor explicación del origen de este nombre parece ser aquella que lo relaciona con la palabra netzer en Isaías 11:1 : que significa una pequeña vara, vástago o retoño, a la cual el profeta se refiere cuando dice; “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces”. El pequeño pueblo de Nazaret, que no se menciona ni en el Antiguo Testamento ni en Josefo, probablemente recibió ese nombre por ser tan insignificante: una varita en contraste con un árbol; y de ahí que se le mirase con desprecio: “¿De Nazaret puede haber algo de bueno?” (Juan 1:46). El desprecio era aún mayor que aquel en que se tenía a Galilea, debido al número de gentiles que se habían establecido en la parte alta de su territorio, que en opinión de los judíos la degradaban. De modo que en el arreglo providencial mediante el cual nuestro Señor se crió en el despreciado e insignificante pueblo llamado Nazaret, se hallaba envuelta, en primer lugar, una humillación local; en segundo lugar, una alusión a la predicción de Isaías en cuanto a su humilde aparición, a modo de retoño del tronco seco sin ramas de Isaí; y en tercer lugar, un perenne monumento de la humillación que “los profetas” habían aplicado al Mesías en varias de las más destacadas predicciones.


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Mateo 2

3 Una publicación divina : los magos, 2:1-12

El lector del Evangelio de Mateo recibe una fuerte impresión de la soberanía de Dios guiando, protegiendo, controlando y proveyendo todo el proceso redentor. De allí el énfasis en los títulos: plan divino, proceso divino, publicación divina. La obra redentora es de Dios desde su concepción en la mente de Dios hasta su realización y aplicación en la historia humana.

Lucas relata el primer anuncio del nacimiento de Jesús: Los ángeles avisaron a los pastores en los campos cerca de Belén, de noche (Luk 2:8-20). Mateo omite ese evento, pero incluye el notable caso de los magos del oriente que recibieron el aviso por medio de una estrella nueva y llamativa. Ellos habían oído de la esperanza mesiánica por parte de los judíos de la dispersión. Relacionaron este fenómeno en el cielo con el rey esperado por los judíos, que nacería en Judea e iniciaría un reino universal. No tardaron en emprender un largo viaje para verificar ese evento sin igual. Algunos comentaristas explican el hecho de que Mateo haya omitido el relato de Lucas, y viceversa, diciendo que se apoyaban en fuentes distintas. Este hecho podría atribuirse también a los distintos propósitos de cada escritor, fenómeno que se repite frecuentemente en los sinópticos.

Cabe entonces la pregunta: ¿Por qué Mateo incluyó el episodio de los magos en su Evangelio? Ofrecemos dos posibles razones. Ambas tienen que ver con la naturaleza del evangelio de Jesucristo. Puesto que Mateo termina su relato con un énfasis universal, con la comisión de Jesús a los discípulos de llevar el evangelio a todas las naciones (Luk 28:18-20), es razonable pensar que inició el Evangelio con la mención de la inclusión de los gentiles (magos) en el plan de Dios. Hemos visto este énfasis en la genealogía de Jesús y ahora lo vemos en la venida de los magos.

Este relato sirve también para establecer raíces históricas de suma importancia. El evangelio de Jesucristo está firmemente arraigado en el tiempo y el espacio. Sabemos con bastante precisión cuándo y dónde nació, cuándo y dónde realizó su ministerio terrenal, y cuándo y dónde murió. Sabemos también cuándo y dónde fue sepultado, y cuándo y dónde resucitó. Además, tenemos el relato de gran número de testigos que verifican estos datos. Tales hechos sirven para dar mayor credibilidad y distinguir al cristianismo de otras religiones que no tienen claras raíces históricas. En el primer versículo del cap. 2, encontramos tres datos importantes: el lugar del nacimiento del Mesías, su marco temporal y la visita de los magos.

Lugar: Belén de Judea. Mateo y Lucas señalan con precisión el lugar donde nació el Mesías. Belén, una pequeña villa con pocos habitantes pero con una larga historia, es mencionada en Génesis (Luk 35:16, Luk 35:19; Luk 48:7) y era identificada también como Efrata, el lugar donde murió Raquel al dar a luz a Benjamín. El rey David nació en Belén, pero fue el nacimiento del “Hijo de David”, Jesucristo, que le dio más importancia, aunque parece que él nunca volvió a su pueblo natal. El nombre Belén significa “casa de pan”. Es allí donde nació aquel que dijo: Yo soy el pan de vida (Joh 6:35). Fue necesario para Mateo usar la expresión “Belén de Judea” para distinguirlo de otro “Belén”, ubicado cerca de Nazaret en la heredad de Zabulón (Jos 19:15), o sea, en Galilea. Cuando Herodes preguntó a los líderes de los judíos dónde tendría lugar el nacimiento del Cristo, ellos contestaron con la cita de dos profecías mesiánicas (Mic 5:2; 2Sa 5:2), que aparentemente eran muy conocidas entre los maestros de Israel.

La referencia en 2 Samuel señala a David cuando aún Saúl ocupaba el trono. En Miqueas, más de 300 años más tarde, la referencia es al “Segundo David” quien se levantaría también de Belén. Es interesante el término citado de 2 Samuel en cuanto al tipo de reinado que tendría el primer David y también el “Segundo”. Miqueas dice: ...será el gobernante en Israel, pero Samuel dice: Tu pastorearás a mi pueblo Israel. Jesús afirmó de sí mismo: Yo soy el buen pastor; el buen pastor pone su vida por sus ovejas (Joh 10:11). Pedro se refería mas tarde a Jesús como el Príncipe de los pastores (1Pe 5:4). Jesús vino para ser reypastor, títulos usados comúnmente para referirse a los líderes nacionales, pues tenían la función de gobernar, proteger y alimentar.

Marco temporal: En días del rey Herodes. Habiendo establecido el lugar del nacimiento de Jesús, ahora (1Pe 2:1b) Mateo fija el marco de tiempo: durante el reinado de Herodes el Grande. Se sabe que el Herodes mencionado aquí era “el Grande”, hijo de un idumeo llamado Antípater, que fue declarado “rey de los judíos” por el Senado Romano en el año 40 a. de J.C. Herodes pudo asumir plenamente ese puesto por el año 37 a. de J.C. Murió en marzo del año 4 a. de J.C., según el calendario cristiano, o sea, el año 750 según el calendario romano. Como veremos más adelante, estas fechas son vitales para establecer la fecha del nacimiento de Jesús.

Herodes era muy hábil como gobernante. Reedificó el templo de los judíos en Jerusalén para congraciarse con el pueblo. Era hombre de grandes ambiciones, acumuló fortunas y las gastó generosamente en regalos y banquetes. Por otro lado era muy celoso y extremadamente cruel. No toleraba rivales. Tuvo diez esposas en sucesión. Llegó a casarse con la bella Mariamne, heredera de la línea macabea. Tuvo varios hijos que le siguieron en el poder sobre Palestina. En los últimos años de su vida se volvió cada vez más arbitrario y cruel. Mandó ejecutar a su esposa favorita, Mariamne, a su cuñado, a algunos de sus propios hijos y a otros allegados.

Una visita: Unos magos... del oriente (1Pe 2:1c). Uno de los grandes misterios en el Evangelio de Mateo es la visita de estos magos. ¿Quiénes eran, de dónde venían, cómo se enteraron de la expectativa mesiánica? Las especulaciones abundan; las tradiciones extrabíblicas se han multiplicado. Si nos atenemos al texto, encontramos poca ayuda para responder a estas preguntas.

El texto indica en términos muy generales que vinieron del oriente (vv. 1, 2, 9). La opinión más aceptada es que vinieron desde Persia o Babilonia, territorio de donde procedió Abraham. Este territorio estaba ubicado al oriente de Jerusalén. El texto griego dice que vinieron de los levantamientos (se sobreentiende que se refiere al sol).

Más difícil es la tarea de determinar quiénes eran. El término mago G3097 es una transliteración de la palabra griega y en aquel entonces tenía dos o tres acepciones. Broadus describe el uso del término entre los medos. Dice que se refería a una tribu o casta sacerdotal. Luego eran reconocidos como maestros de la religión y ciencia. Estaban especialmente relacionados con la astrología, la medicina y toda clase de adivinación y encantos. Estudiaban las estrellas para interpretar eventos contemporáneos y predecir eventos futuros. Eran personas de grandes inquietudes y curiosidad insaciable. Deseaban descubrir la verdad.

Los magos seguramente aprendieron de los judíos de la dispersión acerca de la esperanza de la venida de un Mesías que establecería un reino de paz. Muchos judíos que fueron llevados cautivos a Asiria y Babilonia, durante los siglos V, VI y VII a. de J.C., optaron por quedarse en ese territorio cuando Ciro les dio permiso para regresar a Palestina. Estaban privados de participar frecuentemente en las ceremonias en su gran templo en Jerusalén por razón de la distancia. Entre estos judíos de la dispersión, creció en importancia una institución que probablemente había nacido durante el cautiverio babilónico y cuya influencia llegaba a ser vital para mantener la fidelidad a Jehová: la sinagoga. En las sinagogas los judíos y prosélitos escuchaban la lectura de los rollos sagrados. La lectura de los libros proféticos, con su tema dominante de un Mesías que vendría a establecer paz en la tierra, mantenía una viva esperanza entre los participantes. Algunos de sus vecinos paganos simpatizaban con la moral judía y la esperanza mesiánica. No pocos de estos vecinos paganos aceptaron la fe de los judíos, se sometieron a las demandas de la ley de Moisés y abrigaban las esperanzas de la venida del Mesías judío.

El texto aclara el propósito de la visita de los magos; vinieron para adorarle al rey recién nacido. El término “adorar”, que significa “postrarse hacia”, se encuentra doce veces en Mateo, tres de las cuales están en este pasaje (vv. 2, 8 y 11). Los magos dejan una gran lección y desafío para los creyentes de todos los siglos. Vinieron desde muy lejos —viaje peligroso, costoso y cansador— para adorar a Jesús; vinieron con poca revelación; vinieron con gran gozo (v. 10); y vinieron con la idea correcta de la adoración (v. 11). Adoraron a Jesús, no a la madre, postrándose y presentando sus ofrendas.

Hemos visto su estrella (v. 2). Los ángeles de Jehová avisaron a los pastores del nacimiento de Jesús, según Lucas. Dios utilizó el medio más familiar a los magos para comunicarles este evento sin igual. Ellos notarían sin demora la aparición de una estrella nueva, brillante, llamativa. El pronombre posesivo su (v. 2) está en la posición enfática en el texto original. En alguna forma, desconocida a nosotros, los magos interpretaron que esa nueva estrella estaba relacionada con la esperanza mesiánica.

Se han hecho varios intentos para explicar, por vía natural, la aparición de la estrella. Por ejemplo, el astrónomo Kepler, a principios del siglo XVII, determinó que hubo una conjunción espectacular de los planetas Júpiter y Saturno en mayo, octubre y noviembre del año 747 de Roma, fenómeno que ocurre una vez cada 800 años. Pero estos planetas se acercaron solamente hasta un grado de separación, lo que parecería al hombre en la tierra como una separación del diámetro de la luna llena. El año siguiente, o sea, en el año 748 de Roma, el planeta Marte se unió a Júpiter y Saturno. Otro dato descubierto en las tablas astronómicas chinas es la aparición de una estrella —algunos la llaman cometa o estrella fugaz— en 750 de Roma. Pero de ninguna manera tales datos científicos, por más interesantes que sean, satisfacen la descripción en el v. 9. Hay por lo menos dos indicaciones de una intervención sobrenatural de Dios. Mateo dice que la estrella iba delante de ellos (v. 9), es decir, los guiaba, indicando que la estrella se movía en la dirección hacia Belén. Además, Mateo dice que se detuvo sobre donde estaba el niño (v. 9b). Parece que la estrella se detuvo directamente sobre la casa donde estaba Jesús con sus padres.

Cuando el rey Herodes oyó esto, se turbó... (v. 3). La noticia de que otro “rey de los judíos” había nacido despertó indignación y celo en el corazón malvado de Herodes. Roma le había otorgado el título “rey de los judíos”. Además de sus celos, Herodes contaba con el respaldo del gobierno romano para defender ese título. Literalmente fue agitado, o sacudido, por la noticia. Inmediatamente, comenzó a pensar en una manera de deshacerse de su “rival”. También toda Jerusalén (v. 3b) fue turbada. Probablemente, significa que el pueblo temía una nueva erupción de violencia y castigo de parte de Herodes por causa del anuncio del nacimiento de un rival entre los judíos.

Los principales sacerdotes y a los escribas... (v. 4). Los términos aquí mencionados podrían referirse al Sanedrín, aunque no se menciona a los ancianos, uno de sus grupos componentes muy importante. Algunos opinan que se refiere a una asamblea general de expertos en las Escrituras. El término “principales sacerdotes” se traduce en algunos lugares como “sumos sacerdotes”. Un solo sumo sacerdote, a la vez, ejercía el poder del cargo. El gobernador romano se reservaba el derecho de poner y quitar a los sumos sacerdotes, a su antojo. El cambio frecuente dejaba lugar a la existencia en cualquier momento de varios sumos sacerdotes, uno reconocido por el rey romano y otros que habían ocupado el oficio anteriormente.

Los escribas tenían la tarea de copiar las Escrituras. Por razón de la dedicación a esta tarea, conocían bien las enseñanzas de las Escrituras y servían como intérpretes (ver 22:35) y maestros. La mayoría de los escribas eran fariseos, pero algunos eran saduceos. Tenían gran influencia entre el pueblo y especialmente entre los líderes religiosos. Algunos pertenecían al Sanedrín. Los que se dedicaban a la enseñanza de las Escrituras eran llamados rabíes. Frecuentemente los escribas eran consultados en cuanto a datos e interpretaciones de las Escrituras, como en este caso cuando Herodes quería saber dónde iba a nacer “el rey de los judíos”.

Cuando entraron en la casa... (v. 11). Generalmente la tradición presenta a los magos llegando al establo, donde el bebé Jesús estaba acostado en el pesebre; pero el texto bíblico indica que ya estaban en una casa cuando llegaron. Lo más probable es que el bebé Jesús tendría entre seis y dieciocho meses de edad. Otra evidencia que corrobora esta opinión es la diferencia de términos que se usan en relación con el niño Jesús. Lucas usa el término griego bréfos G3813, que normalmente se refiere al feto antes de nacer (Luk 1:41), o al bebé recién nacido (Luk 2:12; Act 7:19). En cambio, Mateo usa el término griego paidíon G3813 que es un diminutivo que significa “niño pequeño” (Mat 2:8, Mat 2:11). Estas consideraciones, más la evidencia del v. 16, tienden a confirmar la opinión de que Jesús tenía varios meses de edad cuando llegaron los magos.

Pero advertidos por revelación... (v. 12). Dios emplea una gran variedad de maneras para hacer saber su voluntad. La estrella guió a los magos del oriente, los escribas señalaron con precisión el pueblo donde iba a nacer el Mesías. Después de la visita, Dios se manifiesta otra vez, pero en una manera distinta: por revelación en sueños. Hay muchos casos de revelaciones por sueños en ambos Testamentos, y no hay base para decir que Dios no siga empleando este medio. Sin embargo, tenemos la ventaja de la revelación objetiva, completa y suprema en las Escrituras, cosa que los magos no tenían. Además, tenemos la dirección del Espíritu Santo que nos guía a toda la verdad (Joh 16:13). Normalmente, Dios emplea estos dos recursos para revelar su voluntad y dirigir a sus siervos hoy en día.

Los magos de oriente ¡Qué extraño nos parece que unos magos de oriente se lanzaran a la búsqueda de un rey desconocido! ¿Quiénes eran estos personajes? ¿Cómo se llamaban? ¿Cuántos eran? ¿De dónde provenían? El término "mago" es muy ambiguo y designaba a toda clase de sabios en la antigüedad, especialmente a los que se dedicaban a la astronomía. Estos "magos" asociaron la aparición de la estrella con el acontecimiento de un gran evento y sintieron la necesidad de hacer un viaje extraordinario.

Con el paso del tiempo surgió toda clase de leyenda acerca de estos misteriosos seguidores de una estrella. Y hasta les pusieron nombres: Uno se llamaba Gaspar, otro Melchor y el tercero, que al parecer era de raza negra, se denominaba Baltasar. Más adelante les pusieron coronas y les llamaron los reyes magos. También se dijo que eran tres porque son tres los regalos que hicieron a Jesús: oro, incienso y mirra.

Según el relato bíblico no podemos afirmar cuáles eran sus nombres, ni cuántos eran. Tampoco si eran de piel oscura o blanca y menos aun que fueran reyes. Sólo podemos decir que al parecer Dios tenía su gente reservada para recibir a Jesús. ¿No habrán sido estos los primeros verdaderos adoradores que Dios quería que le adoraran en espíritu y en verdad? (Comp. Joh 4:21-24.)

4 Una protección divina,Joh 2:13-25

Los magos fueron guiados divinamente a la casa donde estaba el niño Jesús, porque su propósito era honrarlo y adorarlo. En cambio, Dios intervino para asegurar la protección de su Hijo de los que procuraban su mal. Mandó a los padres llevarlo a Egipto justo a tiempo para evitar la concreción de la intención malvada de Herodes. Después de la muerte de Herodes, nuevamente instruyó a los padres no volver a Belén donde gobernaba Arquelao, hijo de Herodes.

(1) La huida a Egipto,Joh 2:13-15“ Egipto había sido durante siglos un lugar de refugio para los judíos que huían de amenazas, (ver 1Ki 11:40; Jer 43:7). Entre Belén y la frontera con Egipto había una distancia de unos 125 km. Allí había una población de casi un millón de judíos en el tiempo de Jesús. Alejandro Magno, siglos antes, reconociendo la importancia de la colonia de judíos, les asignó un barrio aparte y les dio ciertos privilegios. Los ptolomeos generalmente los trataban con bondad, animando la inmigración de cada vez más judíos. En el siglo II a. de J.C. se construyó un templo para los judíos de Egipto en la ciudad de Leontópolis. El texto hebreo del AT fue traducido al griego (la LXX) en Alejandría allí por el segundo siglo a. de J.C. En ese centro hubo una sucesión de filósofos judaicoalejandrinos, entre ellos el famoso Filón, recordados por su interpretación alegórica de las Escrituras, que procuraba conciliar los textos del AT con la filosofía griega.

Más aun, cuando Jesús nació, Egipto era una provincia romana, fuera de la jurisdicción de Herodes. Allí José y María encontrarían a muchos compatriotas, entre ellos casi seguro a algunos conocidos. Posiblemente los regalos de los magos sirvieron para cubrir buena parte de los gastos de un viaje no anticipado por ellos y de su estadía en Egipto.

El mandato del ángel fue urgente y tajante: Levántate, toma..., y huye... Quédate... (v. 13). El término “tomar” significa literalmente “tomar para ti mismo”, “tomar a tu lado”, “tomar contigo”. José obedece sin demora. Cabe bien la expresión chilena “al tiro”. Entonces José se levantó (v. 14) al tiro{b “ El hecho de emprender el viaje de noche revela la urgencia de la misión. La expresión al niño y a su madre (vv. 13 y 14) es una evidencia más de que José no era el padre verdadero de Jesús.

Existe una relación notable entre la ida y salida de Egipto de parte de Israel y de parte de Jesús. Cuando Mateo cita de Hos 11:1 la frase De Egipto llamé a mi hijo, lo hace indicando que el cumplimiento cabal de esta expresión tuvo lugar en el caso de Jesús, si bien la nación de Israel era conocida como “hijo de Dios” (Exo 4:22; Jer 31:9). Otro ejemplo de esta doble referencia se encuentra en Isaías 42-53, donde la primera referencia es a la nación de Israel como “siervo de Jehová”, pero la segunda referencia es a la venida del Mesías, el verdadero “Siervo de Jehová”. Otras posibles relaciones paralelas son:

Israel descendió a Egipto para evitar la amenaza del hambre, y Jesús fue llevado por sus padres para evitar la amenaza de Herodes. Egipto fue refugio provisorio para Israel y lo fue también para Jesús. Moisés huyó de Egipto para escapar de la ira del faraón y regresó sólo cuando murió ese faraón que lo conocía (Exo 4:19). Jesús huyó de Palestina y regresó cuando murió el rey que procuraba matarlo. En ambos casos, Dios dio órdenes para salir de Egipto y volver a la tierra prometida, a Palestina. Israel descendió a Egipto cuando era una nación muy joven, y Jesús descendió cuando era un niño. Dios levantó a Moisés para sacar a Israel de la esclavitud de Egipto y así salvar la nación, llevándola a la tierra prometida. Dios “levantó” a Jesús y lo llamó de Egipto para salvar a los hombres de sus pecados y llevarlos a la “tierra prometida”.

(2) Los infantes mueren en Belén,Exo 2:16-18 Cuando los magos no regresaron a Jerusalén, según el mandato de Herodes, el rey entendió que ellos lo habían desobedecido y burlado, cosa que lo enfureció como nunca. No pudiendo ventilar su ira contra ellos, adoptó una medida alocada para lograr su propósito y a la vez desquitarse. Probablemente envió a sus tropas a Belén para buscar a Jesús. Regresaron con las manos vacías. Para asegurarse, y habiendo averiguado con diligencia la fecha exacta de la aparición de la estrella en el oriente (vv. 7 y 16), decretó una orden de exterminar a los niños varones de dos años para abajo en Belén y los alrededores.

El decreto de Herodes es una piedra fundamental para establecer la fecha del nacimiento de Jesús. Si aceptamos el criterio de que Jesús nació cuando primeramente apareció la estrella en el oriente, y que el viaje del oriente a Jerusalén les llevó a los magos varios meses, llegamos a la conclusión de que Jesús tendría aproximadamente un año de edad cuando llegaron los magos. Según la costumbre de los judíos, cuando un niño cumplía un año y comenzaba el segundo año, o sea en el mes 13, ya se consideraba de dos años de edad. Si Herodes así lo calculó el decreto alcanzaría a los niños varones de 13 a 24 meses de edad. Tomando en cuenta el número de habitantes de Belén y los alrededores, lo más probable es que el número total de niños muertos hubiera sido de entre 15 a 20. Algunas de las tradiciones mencionan cifras exageradas en cuanto al número de niños muertos, inclusive una que habla de 14.000.

La masacre de los niños nos parece horrible y si su número fuese 14.000, sin duda llamaría la atención de los historiadores como un dato que tendría que mencionarse en cualquier relato. No es sorprendente, entonces, que Josefo, el historiador judío más destacado a fines del primer siglo, no haya mencionado la matanza de los niños. Considerando las grandes atrocidades de esa época, la muerte de 15 a 20 niños no llamaría mayormente la atención del historiador, a menos que tuviera interés especial en la historia de Jesús, como es el caso de Mateo. Ciertamente Herodes era capaz de decretar tal mandato, y mucho más. Como ya se ha mencionado, mandó matar a Mariamne, su esposa, y a dos de sus hijos con ella (Alejandro y Aristóbulo), por celos, pues pensaba que ellos buscaban ocupar el trono antes de su muerte. El asesinato de sus propios hijos llevó al emperador Augusto César a comentar, haciendo juego de dos palabras en griego, que era más seguro ser un cerdo (jus) de Herodes que ser su hijo (juíos). Cinco días antes de su propia muerte, mandó matar a su hijo mayor, Antípater. Para evitar que hubiese alegría en el pueblo al morir él, Herodes dejó un mandato que, al llegar ese momento, el hijo mayor de toda familia fuese muerto. Felizmente, ese mandato no se llevó a cabo.

La fórmula común en Mateo para introducir profecías que se cumplían era para que se cumpliese... (Exo 1:22). Como excepción a la regla, encontramos en el v. 17 la expresión entonces se cumplió... Tal cambio llama la atención y despierta la pregunta: ¿Por qué? La conjunción “para que” expresa propósito, mientras que el adverbio temporal “entonces” meramente introduce una secuencia de eventos. Probablemente Mateo quería evitar toda sugerencia o implicancia de que la matanza de los niños fuese el propósito de Dios.

Al recordar el exterminio de los niños inocentes en Belén, Mateo piensa en otro momento en la historia de Israel que tiene una relación muy estrecha. Cita un pasaje poético de Jeremías (Exo 31:15) que se refería al dolor que las madres de la nación judía sentían al ver que sus hijos eran llevados a Babilonia como cautivos. Raquel, madre de José y Benjamín (ver Gen 46:19), representa a todas las madres del pueblo de Dios en la expresión de su angustia. Según la tradición, Raquel fue sepultada cerca de Belén. Mateo relaciona el gran dolor de ese momento, unos 600 años antes, con el dolor de las madres cuyos hijos eran matados despiadadamente por los soldados. Es otro ejemplo de una profecía con doble referencia.

La persecución El cristianismo ha sido perseguido desde su nacimiento. La matanza ordenada por Herodes para quitar del medio a Jesús fue sanguinaria, y fue el anticipo de lo que vendría luego con los años. Probablemente no pasarían de 15 a 20 los niños menores de dos años asesinados en Belén. La historia registra diez persecuciones sin tener en cuenta otros hechos aislados. La primera fue de Nerón en el 64 d. de J.C.; la segunda de Domiciano en el 95; la tercera es de Trajano en el 106; luego sucede la de Marco Aurelio en el 161. Acontece la de Septimio Severo en el 202; Maximino ordena la sexta en 235; Decio la lleva a cabo en el 250; la de Valeriano ocurre en el 258; Aureliano ejecuta la novena en el 275; y Dioclesiano la décima en el 303. Esta última se dice que fue la más sangrienta. A pesar de no tener un número aproximado de mártires se calcula que fueron varios millones los sacrificados. Lo más curioso es que el cristianismo fue considerado como un enemigo de la sociedad; se quemaron sus libros sagrados y los actos que profesaban los cristianos fueron declarados hechos ilícitos, delitos penados por la ley. Pero estos emperadores, enemigos de Cristo que ejercieron el poder y la espada, no fueron capaces de acabar con el cristianismo, y en lo personal sufrieron grandes tragedias. Algunos se consideraron dioses y enloquecieron; otros fueron sacudidos por refriegas políticas y terminaron asesinados. Algunos descendientes de estos se corrompieron de tal manera que se desviaron sexualmente y envueltos en dramas pasionales perdieron no solo el poder sino también la vida.

(3) De Egipto a Nazaret,Gen 2:19-23“ Antes de llegar a Egipto por vía natural la noticia de la muerte de Herodes, Dios comunicó el hecho a José por medio de sueños, más eficaces que la comunicación hoy día por satélite. Su estadía provisoria en Egipto llegaba a su fin. La expresión plural han muerto... (v. 20) se refiere seguramente a Herodes. Pero, ¿por qué la forma plural? Lo más probable es que haya sido por la influencia de Exo 4:19, pasaje que relata el anuncio a Moisés de la muerte de los que procuraban matarlo, haciendo posible su regreso a Egipto. José no demoró en obedecer el mandato divino, habiendo aprendido que el lugar más seguro en la tierra es estar en el centro de la voluntad de Dios.

Parece que José tenía la intención de regresar a Belén, pero tuvo algunos reparos por la noticia de que Arquelao reinaba sobre Judea. De los hijos de Herodes que quedaban con vida, Arquelao era el más parecido a su padre. Antes de morir Herodes el Grande, en 4 a. de J.C., dividió su reinado entre tres hijos. Arquelao sería rey sobre Judea, Samaria e Idumea; Antipas sería tetrarca sobre Galilea y Perea; Felipe sería tetrarca de Iturea y Traconite. El Emperador no permitió que Arquelao recibiese el título de rey, por causa de su mala fama, sino que le otorgó sólo el título de “etnarca”. Augusto depuso a Arquelao en el año 6 d. de J.C., al cumplir solamente diez años de ejercicio. En su lugar, nombró un procurador o gobernador regional. Este gobernaba bajo la supervisión de un legado romano con sede en Cesarea. Poncio Pilato ocupó este puesto desde el año 26 al 36 d. de J. C., abarcando todo el ministerio público de Jesús.

Mientras que José dudaba su decisión de regresar a Judea, recibió otra revelación indicando que Galilea sería su destino. Galilea era territorio ocupado mayormente por gentiles. Mateo (Exo 4:15) cita un pasaje de Isaías donde ese territorio es llamado Galilea de los gentiles (Isa 9:1). También cuando Jesús inició su ministerio público, fijó su sede en Capernaúm, ciudad marítima sobre la orilla oeste del mar de Galilea. Es otra indicación de que su ministerio no se limitaría a los judíos.

Según el relato de Mateo, sólo después del viaje a Egipto se menciona la ciudad de Nazaret. En cambio, Lucas establece que José y María eran de Nazaret y tuvieron que viajar a Belén para el censo. Nazaret era una villa remota y oscura, tranquila, enclavada en un paisaje hermoso, en un valle elevado y fértil donde abundaban árboles frutales y otra vegetación, justo al norte de la llanura de Esdraelón, ubicada a unos 75 km. al norte de Jerusalén. En contraste con el lugar bello, fértil y tranquilo, muchos de los habitantes eran personas rudas y violentas. Había un sentido de desprecio para los habitantes de Galilea, y en particular de Nazaret, en expresiones tales como: ¿De Nazaret puede haber algo de bueno? (Joh 1:46; ver también Luk 4:28-30; Mar 6:6). Sin embargo, en medio de estos contrastes había gente muy noble como, por ejemplo, los mismos padres de Jesús.

Mateo relaciona el nombre del pueblo, o villa, con el nombre de Jesús, el nazareno. Más aun, indica que es el cumplimiento de una profecía. Podemos señalar dos problemas principales en el v. 23: En primer lugar, es difícil establecer una relación etimológica entre Nazaret (nazaret) y nazareno (nazoraios), y en segundo lugar, no se encuentra ninguna profecía específica que se relacione con este nombre. Ni siquiera se menciona el nombre de algún pueblo llamado Nazaret en el AT, ni en los escritos de Josefo. Esto no es sorprendente pues raras veces se encuentra en el AT la mención de alguna parte de Galilea.

En cuanto al nombre dado a Jesús, su transliteración correcta sería “nazoraio”, o “nazoreo”. Algunos procuran resolver el problema del nombre indicando que se deriva de “nazareo” (separado o consagrado), según el voto establecido en el cap. 6 de Números. Aparentemente, Juan el Bautista fue nazareo desde su nacimiento (ver Luk 1:15), pero Jesús nunca tomó tal voto (ver Mat 11:18-19). Otros opinan que el término “nazareno” y en alguna manera también “Nazaret” vienen del vocablo hebreo nétzer que significa “retoño” (ver Isa 11:1; comp. otros términos equivalentes en Jer 23:5; Jer 33:15; Zec 3:8; Zec 6:12). Esta solución parece ser la más satisfactoria, pues dado que agrupa ideas de varios profetas, soluciona también la referencia a lo dicho por medio de los profetas. El comentarista Broadus presenta seis posibles soluciones en relación al problema del nombre, y opta por una que toma en cuenta varias predicciones (Sal. 22; Isa. 53, etc.) que indican que el Mesías sería menospreciado por haberse criado en Nazaret de Galilea (comp. Joh 7:41). Otros opinan que es un problema aún no resuelto.

La niñez de Jesús“ Siempre ha habido una gran curiosidad en cuanto a la niñez de Jesús. Mateo omite totalmente ese período de la vida del Mesías. Salta sobre unos veintiocho años de su vida, desde el regreso a Nazaret hasta su bautismo. Lucas es el único que agrega algunos pocos datos (Luk 2:21-52). Menciona que los padres eran muy piadosos, cumplían con la ley y las costumbres judías. Presentaron a Jesús en el templo en Jerusalén para ser circuncidado al octavo día. Se maravillaron por el cántico y la profecía de Simeón, como también por el testimonio de la anciana Ana.

También menciona Lucas que sus padres iban a Jerusalén cada año para la fiesta principal, la de la Pascua. Cuando Jesús tenía doce años de edad, se quedó en el templo haciendo preguntas a los maestros y contestando las de ellos. La gente se asombró por el conocimiento y sabiduría de este niño precoz. Mientras tanto, los padres caminaron un día entero hacia la casa antes de darse cuenta que faltaba Jesús. Cuando regresaron a Jerusalén y lo encontraron, expresaron la angustia que cualquier padre sentiría por un hijo perdido, y también una suave reprensión: ¿Por qué has hecho así con nosotros? (Luk 2:48). La respuesta de Jesús a los padres indica una conciencia, a esa temprana edad, de que Dios tenía una misión singular para él. Las primeras palabras registradas de Jesús son: ¿No sabíais que en los asuntos de mi Padre me es necesario estar? (Luk 2:49). Sus próximas palabras registradas fueron pronunciadas en su bautismo, dieciocho años más tarde: Permítelo por ahora, porque así nos conviene cumplir toda justicia (Luk 3:15). Así que hubo silencio durante diez años antes del evento en el templo, a los doce años de edad, y dieciocho años después. Lucas resume el período entre el evento en el templo, a los doce años de edad, y su bautismo con esta cita: ... estaba sujeto a ellos [sus padres] ... Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres (Luk 2:51-52). Es decir, tuvo un desarrollo natural y acorde con las costumbres de su día.

Contra estos datos bíblicos, escuetos, sencillos, naturales, lógicos y mesurados de la niñez de Jesús, existe una serie de tradiciones y leyendas fascinantes, pero ridículas y llenas de superstición. Algunas de estas leyendas se encuentran en los llamados “evangelios apócrifos” y circulan con una aparente aprobación de la Iglesia Católica Romana. Varias tienen que ver con milagros estupendos supuestamente realizados por Jesús durante su niñez.

Para más datos sobre la niñez de Jesús, sería más productivo y acertado concentrarnos en lo que dice el texto bíblico y estudiar el trasfondo hogareño, religioso, político y social de su día. En gran parte, Jesús fue producto de su crianza, de las influencias de su hogar, de sus vecinos, del sistema educativo. Hemos visto su comienzo divino. Ahora presentaremos algunos datos generales que ayudarán a visualizar cómo fue su desarrollo humano —físico, intelectual y espiritual— durante su niñez y juventud.

La primera fase de la formación de Jesús naturalmente tuvo lugar en el hogar de José y María. De los labios de la madre, los niños judíos aprendían las primeras lecciones de las Escrituras, como fue el caso de Timoteo, Eunice y Loida (2Ti 1:5; 2Ti 3:15). La vida del hogar giraba alrededor de prácticas religiosas. La madre jugaba un papel importante en estas actividades, todas con simbolismos religiosos (encendimiento de velas, preparación de comidas especiales, lavamientos de purificación). Los niños preguntaban por el significado de estas prácticas, y la madre las explicaba una y otra vez. Repetía las historias de Israel y citaba de memoria las genealogías nacionales, de su tribu y de su familia. El padre tenía la solemne responsabilidad de impartir a sus hijos el conocimiento del Torah, enseñarles a cantar los Salmos y repetir las oraciones prescritas para el culto en el hogar.

Los niños eran enviados a la escuela a los cinco o seis años de edad. Normalmente, se reunían en la sinagoga. Desde los seis años y hasta los diez, los niños aprendían el alfabeto, a leer y a escribir, usando el texto del AT como base. Comenzaban los maestros con el estudio en el libro de Levítico, luego todo el Pentateuco, luego los Profetas y finalmente los otros libros canónicos. Desde los diez años y hasta los quince, el estudio se basaba en la Mishna, una recopilación de la interpretación de las leyes y las tradiciones. Luego de los quince años, los alumnos más destacados tenían la oportunidad de estudiar en las escuelas rabínicas más avanzadas. Los relatos del ministerio público de Jesús arrojan abundantes evidencias de que Jesús tuvo precisamente la formación aquí descrita, la misma que recibían los niños y jóvenes judíos. Citaba de memoria pasajes del Pentateuco, los libros históricos, Salmos y los libros proféticos. Su conocimiento de las Escrituras no era tanto producto de su naturaleza divina, como el resultado de un estudio riguroso. Fue amante y observador cuidadoso de la naturaleza que lo rodeaba. Muchas de sus ilustraciones surgían de esta fuente.

Era el deber de los padres enseñar a los hijos un oficio. Había un refrán que decía: “El que no enseña a su hijo un oficio, lo enseña a pecar.” Seguramente José enseñó a Jesús el oficio de carpintero, pues fue llamado el carpintero de Nazaret (Mar 6:3). Cuando José murió, probablemente poco tiempo después de cumplir Jesús doce años de edad, es casi seguro que éste tuvo que afrontar parte de las responsabilidades económicas de la familia, trabajando como carpintero.

Nazaret, en Galilea, no era un centro de judaísmo riguroso y legalista, tal como era Jerusalén, sino que se caracterizaba por una piedad sincera, un espíritu amplio, generoso y espontáneo. Las ceremonias y otras prácticas religiosas eran más sencillas. Frecuentemente los maestros discrepaban con las interpretaciones de los rabíes de Jerusalén, siguiendo una orientación más racional y humana. Por eso, fueron criticados por los de Jerusalén por descuidar las tradiciones y el estudio de su idioma, por cometer errores gramaticales y pronunciar mal las palabras.

Queda aún la pregunta: ¿Por qué omitieron los escritores de los Evangelios canónicos el relato de tantos años de la niñez de Jesús? Seguramente la razón principal es que su interés se enfocaba más bien en el ministerio público, la muerte y la resurrección de Jesús. Como han observado otros comentaristas, los autores de los Evangelios siguieron en general el bosquejo del kerygma, o sea la predicación apostólica, ejemplo del cual se encuentra en Act 10:37-41. Otro motivo podría ser la limitación de espacio, dando prioridad a lo que consideraban de más valor para los fines particulares de cada uno.

"Había de ser llamado nazareno" Nazaret estaba situada cerca del monte Tabor en la zona conocida como la baja Galilea. Siendo Jesús un muchacho, al ascender las colinas que rodeaban a Nazaret podía divisar las nieves del monte Hermón, la majestuosidad del monte Carmelo y la llanura de Esdraelón. Las aguas del Mediterráneo estaban al alcance de su vista. Y es muy probable que presenciara el paso de caravanas y mercaderes que continuamente pasaban por la zona. En el año 700 el obispo Arculf visitó Nazaret y mencionó que esta era una ciudad construida de grandes piedras. Decía que había una iglesia en el mismo sitio donde vivió María. También afirmó que durante la estadía de Jesús sólo había una fuente de agua conocida hoy como el pozo de María.

En los años mozos de Jesús, la gente de la zona era reconocida por su acento particular (Mar 14:70). Eran antirromanistas. De esa zona había surgido el fundador de los zelotes, evidenciando su carácter violento y fanático. Según Josefo estaban inspirados en el espíritu de los macabeos y las insurrecciones se sucedían a menudo. Nada bueno parecía esperarse de los nazarenos (Joh 1:46). Jesús se crió en un ambiente de donde, a criterio humano, nada bueno podía surgir.




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Comentario Bíblico Mundo Hispano

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