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2 Corintios 2 - Comentario Crítico y Explicativo Conciso vs Mundo Hispano

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2 Corintios 2

EL MOTIVO POR EL CUAL NO LOS HABIA VISITADO EN SU VIAJE A MACEDONIA—EL INCESTUOSO DEBE SER PERDONADO—SU ANSIEDAD DE RECIBIR NOTICIAS ACERCA DE ELLOS POR MEDIO DE TITO, Y SU GOZO CUANDO AL FIN LE LLEGARON LAS BUENAS NOTICIAS.

1. para conmigo—en contraste con “vosotros” (cap. 1:23). La misma antítesis entre Pablo y ellos aparece en v. 2. no venir otra vez a vosotros con tristeza—dando a entender que ya les había hecho una visita en tristeza después de su primera llegada a Corinto. En aquella visita les había advertido de que “no perdonaría, si viniera otra vez” (Notas, cap. 13:2; cf. 12:14; 13:1). Véase Introducción a la Primera Epístola. El “en tristeza” da a entender pena mutua; que él les hiciera sufrir a ellos, y ellos a él. Cf. v. 2, “si yo os contristó”, y vv. 5, “si alguno me contristo”. En este versículo explica por qué había postergado su visita, completando el sentido del cap. 1:23.

2. Porque—Prueba de que él vacila en causarles tristeza. si yo—El “yo” es enfático. Algún detractor habrá podido decir que éste (v. 1) no es mi motivo al no venir como prometí, ya que no mostré escrúpulo en causar tristeza, en mi Epístola (la Primera Epístola a los Corintios). Pero yo contesto: Si yo soy quien os dí tristeza, no es que tenga placer en hacerlo. No; mi propósito fué que el “que fué contristado por mí” (es decir, los corintios en general, v. 3; pero con referencia tácita al incestuoso en particular) se arrepintiera, y así “me alegrara”, como en efecto ha acontecido; “porque …¿quién será luego el que.. ?”, etc.

3. esto mismo os escribí—que no vendría a vosotros en aquel entonces (v. 1), puesto que si hubiera venido entonces tendría que haber sido “con tristeza” (causando tristeza tanto a sí mismo como a ellos debido al estado impenitente de ellos). Se refiere a la Primera Epístola (cf. 1 Corintios 16:7; cf. 4:19, 21; 5:2-7, 13). tristeza de los que me debiera gozar—tristeza debido a su impenitencia cuando, por lo contrario, debiera tener gozo por su obediencia penitente. Este resultado feliz fué producido por la Primera Epístola, mientras que habría sido triste el resultado si los hubiera visitado entonces, así primeramente como había pensado. confiando en vosotros todos que mi gozo es el de todos vosotros—confiando en que vosotros también percibiríais que había razón suficiente para la postergación, si impidiera nuestro gozo mutuo. [Alford]. La comunión de los santos, que él confía estará en ellos “todos” (pasando por alto su caridad, por el momento, a la pequeña minoría de detractores en Corinto, 1 Corintios 13:7), hará que su gozo (v. 2) sea el gozo de ellos.

4. Muy lejos de ser el cambio de propósito debido a “liviandad” (cap. 1:17), os escribí mi carta (v. 3) por la mucha aflicción y angustia del corazón, con muchas lágrimas”. no para que fueseis contristados—Mi propósito principal y final fué, “no que fueseis contristados”, sino para que por medio de la tristeza fueseis llevados al arrepentimiento, y así al gozo, que redundará tanto para vosotros como para mí (v. 2, 3). Os contristé antes de ir a vosotros, para que no fuese necesario cuando fuera allá. Es fácilmente contristado aquél que es reprendido por un amigo que está llorando. [Bengel]. para que supieseis cuánto más amor—de lo cual es prueba el reprender el pecado abiertamente y a sazón [Estio] (Salmo 141:5; Proverbios 27:6). El “amor” es el manantial de donde emana la reprensión sincera; que los corintios reconocieran finalmente que éste era su motivo, fué la meta del apóstol. cuánto más amor tengo para con vosotros—quienes me han sido especialmente encomendados a mi por Dios (Hechos 18:10; 1 Corintios 4:15; 1 Corintios 9:2).

5. si alguno me contristó—El “alguno” es una manera delicada de referirse al incestuoso. no a mí … sino en parte—a mí me contristó sólo en parte; la mayoría de vosotros también lo fueron (cf. cap. 1:14; Romanos 11:25). es decir, yo no fuí el único contristado; pues lo fué la mayoría de vosotros. por no cargaros, a todos vosotros—para no poner el peso de la acusación indebidamente sobre todos vosotros, lo que haría, si me tomara por la única persona contristada. Alford puntúa así: “El no me contristó a mí, mas en parte (para no cargar yo demasiado, en él) a todos vosotros”. Así “vosotros todos” está en contraste con “mi”; y “en parte” se explica en la cláusula en paréntesis.

6. Bástale—sin aumentarla, lo que sólo le llevaría a la desesperación (v. 7), mientras que el motivo de castigo fué que “el espíritu (del hombre) fuese salvo en el día del Señor Jesús”. al tal—indicación más suave del ofensor que la de llamarlo por nombre [Meyer]. Expresa más bien una separación del tal quien ha causado tanta tristeza a la iglesia y escándalo a la religión (Hechos 22:22; 1 Corintios 5:5). esta reprensión—Castigo en el cual fué “entregado a Satanás para muerte de la carne”; no sólo excomunión sino enfermedad corporal (Notas, 1 Corintios 5:4). hecha de muchos—más bien, “por la mayoría” (los más de vosotros). No por un sacerdote individual, ni por los obispos y el clero solos como en la Iglesia Apostólica Romana, sino por todo el cuerpo de la iglesia.

8. confirméis el amor para con él—haciéndolo efectivo por acto de la iglesia, y mostrándolo en hechos de vuestro amor, restaurándolo a vuestro compañerismo, o comunión, y orando por su restablecimiento de la enfermedad infligida a él como castigo.

9. Porque—Una prueba más por qué debían restaurar al ofensor; es decir, como una “prueba” de su obediencia “en todas las cosas”; ahora en amor como anteriormente en el castigo (v. 6), por el deseo del apóstol. Además de sus otros motivos de aplazar su visita, tenía el propósito ulterior, aunque quizás no percibido por ellos, de probar la fidelidad de ellos. Esto explica su dilación de dar, en su Primera Epístola, el motivo de su cambio de plan (resuelto antes que él la escribiera). Esta revelación completa de sus motivos viene naturalmente de él ahora en la Segunda Epístola, después de haber visto el éxito de sus medidas, pero que no habría sido una comunicación razonable antes. Todo esto concuerda con la realidad y está tan lejos como es posible de la impostura. [Paley, en Horae Paulinae]. El intercambio de sentimiento es marcado (v. 4), “escribí … para que conocieseis cuánto más amor”, etc.; aquí, “escribí para tener experiencia de vosotros”.

10. Otro incentivo para que ellos tomasen sobre sí la responsabilidad de rehabilitar al ofensor. Ellos pueden estar asegurados de la sanción apostólica de Pablo al hacerlo. yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho—El emplea el tiempo pasado, como de cosa ya resuelta; como en 1 Corintios 5:3, “He juzgado ya”; o, como hablando generalmente del perdón concedido, o a ser concedido. Es por causa de vosotros que he perdonado, o perdono, para que la iglesia (de la cual sois miembros constituyentes) no sufra daño por la pérdida de un alma, y para que vosotros aprendáis la lenidad como tambien la fidelidad. en persona de Cristo—representando a Cristo y obrando por su autoridad: respondiendo a 1 Corintios 5:4 : “En el nombre del Señor nuestro Jesucristo … mi espiritu, con la facultad de nuestro Señor Jesucristo”.

11. Lit., “Para que no permitamos que ninguna ventaja sea ganada sobre nosotros por Satanás”, es decir, dejando que uno de nuestros miembros nos sea perdido por la desesperación, proveyendo nosotros mismos el arma a Satanas mediante nuestra severidad repulsiva hacia uno que está arrepentido ahora. La pérdida de un pecador es una pérdida común a todos; él, pues, dice, en v. 10, “por amor a vosotros”. Pablo había “entregado” al ofensor “a Satanás para muerte de la carne, porque el espíritu sea salvo” (1 Corintios 5:5). Satanás buscó destruir al espíritu también: el dejar que lo haga, sería darle una ventaja. no ignoramos sus maquinaciones—“Ignoramos” y “maquinaciones” son palabras similares en sonido y raíz en el griego: “No desconocemos sus astucias conocedoras”.

12. Pablo esperaba encontrarse con Tito en Troas para recibir noticias en cuanto al efecto producido en la iglesia corintia por su Primera Epístola; pero, frustrado en su esperanza allí, siguió viaje a Macedonia, donde lo encontró finalmente (cap. 7:5, 6, 7). La historia (Los Hechos) no relata que haya pasado por Troas, al ir de Efeso a Macedonia; mas sí al venir de aquel país (Hechos 20:6); también, que tenía discípulos allí (Hechos 20:7), lo que concuerda con esta Epístola (cap. 2:12, “me fué abierta puerta en el Señor”); señalando lo genuino de una coincidencia involuntaria. [Paley, en Horae Paulinae]. Sin duda Pablo había fijado fecha con Tito para el encuentro en Troas; y le había sugerido que, si fuera detenido, continuara directamente a Filipos en Macedonia, la próxima etapa en su propio viaje. Por esto, aunque se había abierto para él una puerta ancha de servicio cristiano en Troas, su anhelo de oír de Tito las noticias de Corinto le indujo a no quedarse allí más tiempo después de haber pasado el tiempo señalado, sino que se apresuró a Macedonia para encontrarse con Tito. [Birks]. para el evangelio—para predicar el evangelio. Había estado en Troas antes, pero la visión del macedonio que le invitaba a pasar allá, impidió que se quedara allí (Hechos 16:8). Al regresar al Asia, después de la visita más larga mencionada aquí, se quedó siete días (Hechos 20:6). aunque—bajo circunstancias ordinarias, gustoso habría quedado en Troas. abierta puerta en el Señor—en su obra y bajo su divina providencia.

13. No tuve reposo en mi espíritu—más bien. “no tuve reposo para mi alma” (Génesis 8:9). Así como aquí su “espíritu” no tuvo reposo, así en cap. 7:5, su “carne” no lo tiene. Su “espíritu” bajo el “Espíritu Santo”, por lo tanto, decidió que no fué necesario valerse de la “puerta abierta” de utilidad en Troas por más tiempo. despidiéndome de ellos—de los discípulos en Troas.

14. Mas—Aunque salimos de Troas frustrados por no habernos encontrado con Tito alli y por tener que dejar tan pronto una puerta ancha abierta, “a Dios gracias”, fuimos bendecidos triunfalmente tanto en las buenas noticías de vosotros por Tito como en las victorias del evangelio en todas partes de nuestra gira. La causa del triunfo no puede limitarse (como explica Alford) a lo anterior; porque “siempre” y “en todo lugar”, manifiestan que lo que sigue también está incluído. hace que siempre triunfemos—El griego expresa más bien, como en Colosenses 2:15, que “nos conduce en triunfo”. Pablo se consideraba como un trofeo señalado del poder victorioso de Dios en Cristo. Su Conquistador Todopoderoso le estaba conduciendo de una parte a otra, por todas las ciudades del mundo grecorromano, como un ejemplo ilustre de su poder a la vez de sojuzgar y de salvar. El antiguo enemigo de Cristo era ahora el siervo de Cristo. Asi como el ser llevado en triunfo por el hombre es la suerte más miserable, así el ser llevado por Dios es la más gloriosa que podrá tocarle a uno. [Trench.] Los únicos triunfos verdaderos nuestros son los triunfos de Dios en nosotros. Las únicas victorias verdaderas nuestras vienen cuando somos derrotados por él. [Alford]. La figura se toma de la procesión triunfal de un general victorioso. La idea adicional está tal vez incluída, la que distingue el triunfo de Dios de la victoria de un general humano, la idea de que el cautivo está reducido a la obediencia voluntaria (cap. 10:5) a Cristo, y así toma parte en el triunfo: Dios le “lleva en triunfo” como uno de quien no se triunfa meramente, sino también como triunfante sobre los enemigos de Dios con Dios (lo último tendrá referencia al progreso misionero triunfante del apóstol bajo la dirección de Dios). Así Bengel: “Quien nos exhibe en triunfo, no (meramente) como conquistados, sino como ministros de su victoria. No sólo la victoria, sino la “exhibición” abierta de la victoria se señala: pues sigue, “que manifiesta”. el olor—reteniendo la figura de un triunfo. Así como el acercamiento de la procesión triunfal se anunciaba por el olor de incienso esparcido por todas partes por los que llevaban el incienso en el cortejo, así Dios “manifiesta … por nosotros” (sus cautivos a la vez conquistados y triunfantes, cf. Lucas 5:10, “Pescarás”, “Tomarás cautivos de modo de conservar vivos”) el olor suave del conocimiento de Cristo, el Conquistador triunfante (Colosenses 2:15), en todo lugar. Así como el triunfo se comunica al ojo, así el olor a las narices; de modo que todos los sentidos sienten el poder del evangelio de Cristo. Esta manifestación (palabra que ocurre muchas veces en sus Epístolas a los Corintios, cf. 1 Corintios 4:5), refuta las sospechas corintias de deshonestidad que, por reserva, él estuviera de mala fe escondiéndolo todo de ellos (v. 17; cap. 4:2).

15. El orden en griego es: “De Cristo somos buen olor para Dios”; así, el “porque” justifica sus palabras anteriores (v. 14), “el olor de su (de Cristo) conocimiento.” No sólo esparcimos el olor, sino que “somos el buen olor” mismo (Cantares de los Cantares 1:3 : cf. Juan 1:14, Juan 1:16; Efesios 5:2; 1 Juan 2:27, Joel 2:27). en los que se salvan—más bien “que están siendo salvados … que se están perdiendo” (Nota, 1 Corintios 1:18). Así como la luz, aunque ciega en la obscuridad a los débiles, es para todos aquella luz tranquila; y la miel, aunque tiene gusto amargo para los enfermos, es en sí misma dulce; así el evangelio es todavía buen olor, aunque muchos perecen por incredulidad [Crisóstomo, Homilías, 5:467] (cap. 4:3, 4, 6). Así como algunos de los enemigos conquistados llevados en triunfo eran muertos cuando la procesión llegaba al palacio de gobierno, y para ellos el olor del incienso era “olor de muerte para muerte”, mientras que a los guardados vivos era “olor de vida”, así el Evangelio era para las diferentes clases respectivamente. en los que—en el caso de ellos. “Los siendo salvados” (cap. 3:1 a 4:2); “los que se están pereciendo” (cap. 4:3-5).

16. olor de muerte para muerte … de vida para vida—un olor que se levanta de la muerte (un anuncio de un Cristo muerto y un evangelio virtualmente sin vida, en la cual luz los incrédulos miraban el mensaje evangélico), terminando (como consecuencia natural) en la muerte (al incrédulo); (pero al creyente) un olor que emana de la vida (que anuncia a un Salvador resucitado y viviente), terminando en vida (para el creyente) (Mateo 21:44; Lucas 2:34; Juan 9:39). Para estas cosas, ¿quién es suficiente?—para difundir correctamente en todas partes el olor de Cristo, tan diverso en sus efectos en creyentes e incrédulos. Aquí prepara él el camino para un propósito de su Epístola, el de vindicar su misión apostólica contra sus detractores en Corinto, quienes negaban su suficiencia. El contesta a su propia pregunta (cap. 3:5): “No que seamos suficientes de nosotros mismos, etc., sino que nuestra suficiencia es de Dios, el cual nos hizo ministros suficientes”, etc.

17. no somos como muchos—(Cap. 11:18. Filipenses 2:21); Más bien, “como los muchos”, es decir, los maestros falsos de quienes trata (caps. 10 a 12, especialmente cap. 11:13; 1 Tesalonicenses 2:3). mercaderes falsosGriego, “adulteradores”, como hacen los vendedores al menudeo del vino para ganar más (cap. 4:2; Isaías 1:22; 2 Pedro 2:3, “Harán mercadería de vosotros”). antes con sinceridad, como de Dios—como uno que habla de (entre) sinceridad, de parte de (es decir, por mandato de, y así en dependencia de) Dios. en Cristo—como unidos a él en relación viviente y haciendo su obra (cf. cap. 12:19). El evangelio entero tiene que ser entregado tal como está, sin concesión a las corrupciones de hombres y sin fines egoístas, si ha de ser bendecido con éxito (Hechos 20:27).


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5. La explicación continuada, 2:1-4

Aunque Pablo era enérgico y exigente en cuanto al discipulado cristiano de sus hijos en la fe (los corintios), era muy sensible y deseaba tener una relación estrecha y fructífera con ellos. En el v. 1 mostró una vez más su desinterés en renovar un conflicto que los heriría tanto a ellos como a él. Hay sabiduría divina en saber cuándo confrontar y cuándo no hacerlo, dejando tiempo para sanar las heridas y permitir un cambio de mente (comp. Pro 3:7). Pablo muestra en estos versículos su lado humano y también la necesidad que tenía de ser aceptado y fortalecido por la familia cristiana. Los pleitos y desacuerdos en la iglesia consumían (y a veces todavía hoy en día consumen) la energía y capacidad que se necesita para ministrarse los unos a los otros. Los apóstoles de Jesús, cuando él más los necesitaba, se destacaron por sus celos, su envidia y su falta de unidad, al querer competir por los puestos más prominentes. Jesús les dio lecciones inolvidables pocos días después del pleito que hubo entre los discípulos en cuanto a quienes serían los mayores en el reino de Dios (ver Mar 10:35-45, comp. Joh 13:1-20).

La correspondencia de Pablo a los corintios tenía el propósito, en parte, de poner en orden las relaciones entre ellos antes de que se encontraran nuevamente en la iglesia de Corinto (Joh 2:3). La carta de lágrimas, mencionada en el v. 4 del capítulo 2, que fue escrita repentinamente desde éfeso, tuvo un resultado negativo. Hubo una fuerte confrontación entre el Apóstol y los corintios; es posible que lo hayan hecho salir por la fuerza. Después de volver a éfeso, escribió una carta acalorada y severa (ver la Introducción, sección “La correspondencia a Corinto”), después de haber despachado la carta por medio de Tito, pasó un período prolongado de angustia, por la posible reacción de la iglesia. Acordó con Tito de que se reunirían en Troas (Joh 2:12-13), pero al no encontrarlo, viajó a Macedonia donde Tito le dio la buena noticia de que su carta había sido bien recibida, efectuando una reconciliación entre la iglesia y Pablo. Varios eruditos piensan que los capítulos 10 al 13 de la presente epístola forman parte de la carta dolorosa o “de lágrimas”. Sin embargo, el autor de este comentario cree que la carta dolorosa no sobrevivió y que los capítulos 10 al 13 se escribieron después de los capítulos 1 al 9, en relación a otro momento de oposición en contra de Pablo. Quizá se produjo por la llegada de nuevos y malvados elementos que habían ingresado a la iglesia; o por una minoría que formaba parte de la iglesia y que recientemente había levantado otra campaña de calumnia contra el Apóstol (ver la Introducción). De todos modos, casi todos están de acuerdo en que los capítulos 1 al 9 fueron escritos por Pablo poco después de haber recibido la buena noticia por medio de Tito; estos capítulos rebosan de cariño, gratitud, amor y un sentido de que los problemas ya se han esclarecido, que todo ha sido perdonado y la paz ha sido restaurada. Pablo volvió a enfatizar el lado positivo de la cooperación con el fin de impartirles gozo.

IV. CONSEJO REFERENTE AL OFENSOR EN CORINTO,Joh 2:5-11

1. La iglesia debe perdonar, restaurar y afirmar al ofensor,Joh 2:5-8, Joh 2:11

Los intérpretes de antaño sostuvieron que el ofensor mencionado aquí es la misma persona descrita en 1 Corintios 5, en donde se trata un caso de incesto que difamaría hasta a los paganos. El caso se refería a un miembro que tuvo relaciones sexuales con la mujer de su padre, su madrastra. La mayoría de los intérpretes hoy en día descartan la idea diciendo que el caso del hombre culpable de incesto se había resuelto; además aseguran que, aunque el incesto era cosa grave, la iglesia había tratado el caso con indiferencia y jactancia, y que esto causó una reacción fuerte de parte de Pablo (1Co 5:1-5). El caso presente en 2 Corintios trata de una persona que se oponía a Pablo personalmente y que había sido disciplinada severamente por la iglesia. Las frases “ha causado tristeza” (v. 5a) y “no me ha entristecido sólo a mí, sino… a todos vosotros” (v. 5c) implican que el ofensor podría ser el líder de una minoría (quizá de uno de los grupos mencionados antes en 1 Corintios). “De la mayoría” (v. 6b) sugiere que muchos en la iglesia estaban de parte de Pablo; ya que el ofensor se arrepintió, la iglesia debía restaurarlo. Pablo no deseaba destruir a la persona, aunque en un tiempo había estado en contra de Pablo. El Apóstol enfatiza su perdón personal, y el hecho de que la manera en que la iglesia procedería serviría para poner a prueba la obediencia de ellos. Aquí hay una lección sobre la disciplina, cuyo propósito es encaminar a la persona a vivir una vida moral o espiritual y una vez logrado ese propósito, queda en manos de la iglesia la restauración. Al verdadero creyente no le complace ser separado de la comunidad de la fe, ya que le hace falta el apoyo y compañerismo del grupo. “Consumido por demasiada tristeza” (v. 7b) es el resultado no deseado, pues eventualmente destruye la personalidad del individuo y lo hace vulnerable a los ataques del diablo (v. 11).

2. El perdón de Pablo entretejido con el de la iglesia,1Co 2:9-10

Por lo dicho, Pablo está poniendo a prueba a la iglesia, pues siendo él la víctima, ya declaró su perdón personal y da instrucciones específicas a la iglesia; en cierta forma Pablo invita a la iglesia a participar y también a actuar por él en la completa restauración del referido creyente. Obviamente había escuchado por medio de Tito que el ofensor había mostrado genuino arrepentimiento y que se había angustiado profundamente, quedando en peligro de hundirse en la desesperación. Era tiempo ya de rescatar a un valioso miembro y de sanar a la iglesia misma.

Pablo inició el perdón pensando en el bienestar del culpable y en el de la iglesia. En el Apóstol descansaba el asunto, pues él había sido el ofendido, Pablo no quiere ser responsable por la destrucción del individuo ni estorbar la unidad de la iglesia. El pastor o líder cristiano tiene una fuerte responsabilidad por la unidad y el buen funcionamiento de la iglesia.

V. ANSIEDAD DE PABLO EN TROAS,1Co 2:12-13

Después de su dolorosa visita a Corinto, Pablo decidió volverlos a visitar en camino a Macedonia; pero, cambió de opinión y decidió dejar tiempo para que los corintios se arrepintieran de su rebelión (1Co 1:23). Mandó su carta “severa” a la iglesia desde éfeso por manos de Tito y se fue al norte rumbo a Macedonia sin pasar por Corinto. Paró en Troas para predicar, pero estaba tan ansioso de tener noticias de Corinto que no tuvo ánimo para hacerlo. Cuando Tito no llegó a Troas, continuó su viaje hacia Macedonia. Sabemos que se reunieron en Macedonia y que fue allí donde Tito le dio la buena noticia de que los corintios se habían arrepentido y habían aceptado nuevamente el liderazgo de Pablo y su autoridad apostólica.

VI. CARACTERíSTICAS BáSICAS DEL MINISTERIO APOSTóLICO,1Co 2:14—3:18

El tema sobresaliente en la epístola es el ministerio apostólico y la autoridad de Pablo de funcionar como un legítimo apóstol; la defensa de su autoridad apostólica comienza con esta sección.

1. Es un ministerio triunfante, 2:14-16

En lugar de escribir acerca del contenido de la noticia de Tito, Pablo irrumpe en una doxología de alabanza, la cual lo conduce a una extensa digresión, en la que da gracias a Dios por haber contestado sus oraciones. Vuelve a tocar el tema del viaje y su reunión con Tito en 7:5 y siguientes. Aquí, en tono de alabanza, dice: “hace que siempre triunfemos en Cristo…” (v. 14b). Su declaración nos hace pensar en un triunfo romano, cuando el general victorioso encabezaba un desfile por las calles principales de la capital, llevando consigo a cautivos que había capturado durante la batalla militar; también era la costumbre llevar en tal procesión al rey o al gobernador del territorio vencido. Aunque Pablo todavía no había presenciado tal procesión, porque todavía no había ido a Roma, dicha práctica le era muy familiar, como lo era para cualquier ciudadano romano. Pablo concibe a Dios como el Victorioso (comp. Apoc. 6:2) que entra a la ciudad donde recibirá la gloria y el honor de las naciones (comp. Apoc. 21:26). El Apóstol se considera a él mismo como uno de los cautivos, enalteciendo de esta forma la fama del Vencedor. En este sentido, ¡él es el feliz cautivo que se goza en el desfile!

Se ha ofrecido una explicación del cuadro que Pablo pinta en el resto de este capítulo, relacionado con el desfile de los militares romanos. Cuando entraba el general victorioso a la cabeza de sus legiones, la gente echaba flores por el camino, mientras que los sacerdotes paganos movían sus incensarios en acción de gracias a Júpiter y Marte por la victoria otorgada. Además del ejército victorioso y los ya mencionados, había dos grupos más. Primero, estaban los reyes o jefes que voluntariamente se rendían a las fuerzas romanas; a este grupo se le había perdonado la vida y ellos marchaban libres delante del carro del vencedor para luego volver a sus patrias, muchas veces para asumir su puesto anterior, pero al servicio del imperio romano. El otro grupo era el que había resistido; los de este grupo caminaban detrás del carro, cargados de cadenas porque estaban sentenciados a morir. Por lo tanto, el incienso que aclamaba al héroe resultaba ser “olor de muerte” para los rebeldes condenados, mientras que el mismo incienso era un “olor fragante” para los perdonados. Es el mismo perfume en ambos casos, pero según la relación de cada cual con el vencedor significaba una cosa completamente opuesta.

2. Es un ministerio sincero, 2:17

Pablo declara “No somos… traficantes… más bien, con sinceridad… hablamos”. Para defenderse, hace un contraste entre sus enemigos y él, basado en la calidad de su ministerio. Enfoca especialmente la motivación y la forma en que los enemigos tratan la Palabra de Dios, los acusa de ser traficantes de la Palabra de Dios, es decir, que ellos estaban trabajando en el ministerio de la palabra con el fin de obtener recompensa y para complacer a sus oyentes. Adulteraban la Palabra, es decir, debilitaban la verdad para no ofender a los oyentes. Karl Barth se destacó como una persona que no medía la palabra por falsificarla; después de abandonar su posición liberal, se lanzó en pro de la Palabra de Dios. Sus escritos y su concepto de la predicación tuvieron una gran influencia en el mundo teológico evangélico. Barth define la predicación como la proclamación de la Palabra de Dios, y dice que el que predica debe haber experimentado la verdadera vida cristiana. él declaró: “El predicador que no habla como uno que ha revivido de entre los muertos no puede verdaderamente predicar a los hombres”.

En este v. 17 Pablo entra de lleno a defender su autoridad y ministerio apostólicos. En la epístola, varias veces vuelve a dicha defensa; y no está defendiéndose solamente a sí mismo, sino que está defendiendo el carácter del legítimo ministerio apostólico de todas las iglesias. En dicha defensa está poniendo en claro la diferencia entre la falsa y la verdadera fe cristiana. Productos adulterados abundaban, y Pablo lo sabía; por las calles vendían vino que habían adulterado con agua para incrementar sus ganancias. En la parábola que Cristo relata en Luk 16:1-9, el mayordomo infiel descontaba más por los barriles de aceite que por los del trigo probablemente porque podía adulterar más fácilmente el aceite que el trigo. Bien dice Karl Barth: “La palabra no está a la venta; por eso, no necesita vendedores (pancistas que se comprometen a complacer a los oyentes), porque no está a la venta por ningún precio”. Pablo es auténtico, sin alteraciones o modificaciones; y el que predica la palabra debe hacerlo de esta manera.




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Comentario Bíblico Mundo Hispano

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