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Malaquías 1 - Comentario Bíblico de Matthew Henry vs Mundo Hispano

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Malaquías 1

Malaquías 1:1-5

1-5 Todas las ventajas, ya sea en circunstancias externas o privilegios espirituales, provienen del amor libre de Dios, que hace que uno difiera de otro. Todos los males que los pecadores sienten y temen son la justa recompensa de sus crímenes, mientras que todas sus esperanzas y comodidades provienen de la inmerecida misericordia del Señor. Él eligió a su pueblo para que pudieran ser santos. Si lo amamos, es porque él nos ha amado primero; Sin embargo, todos somos propensos a infravalorar las misericordias de Dios y a excusar nuestras propias ofensas.

Malaquías 1:6-14

6-14 Cada uno puede cargar sobre nosotros lo que aquí se carga sobre los sacerdotes. Nuestra relación con Dios, como nuestro Padre y Maestro, nos obliga a temerle y honrarlo. Pero eran tan despectivos que se burlaban de la reprensión. Los pecadores se arruinan al tratar de confundir sus convicciones. Aquellos que viven en negligencia descuidada de las ordenanzas sagradas, que los atienden sin reverencia y se apartan de ellos sin preocuparse, en efecto dicen: La mesa del Señor es despreciable. Despreciaron el nombre de Dios en lo que hicieron. Es evidente que estos no entendieron el significado de los sacrificios, como la sombra del Cordero inmaculado de Dios; guardaron rencor por el gasto, pensando que todo lo que se había tirado no era para su beneficio. Si adoramos a Dios ignorantemente y sin comprender, llevamos a los ciegos para el sacrificio; si lo hacemos descuidadamente, si tenemos frío, aburrido y muerto, traemos a los enfermos; si descansamos en el ejercicio corporal y no hacemos el trabajo del corazón, traemos al cojo; y si sufrimos pensamientos vanos y distracciones para alojarnos dentro de nosotros, traemos a los desgarrados. ¿Y no es esto malvado? ¿No es una gran afrenta a Dios y un gran error y daño a nuestras propias almas? Para la aceptación de nuestras acciones con Dios, no es suficiente hacer lo que, en realidad, es bueno; pero debemos hacerlo desde un principio correcto, de manera correcta y para un fin correcto. Nuestras misericordias constantes de Dios, empeoran nuestra pereza y nuestra negligencia, en nuestros retornos del deber a Dios. Se establecerá una adoración espiritual. Se ofrecerá incienso al nombre de Dios, que significa oración y alabanza. Y será una ofrenda pura. Cuando llegó la hora, en que los verdaderos adoradores adoraban al Padre en Espíritu y en verdad, entonces se ofreció este incienso, incluso esta ofrenda pura. Podemos confiar en la misericordia de Dios para el perdón del pasado, pero no para la indulgencia del pecado en el futuro. Si hay una mente dispuesta, será aceptada, aunque defectuosa; pero si alguno es un engañador, dedicando lo mejor a Satanás y sus lujurias, está bajo una maldición. Los hombres ahora, aunque de una manera diferente, profanan el nombre del Señor, contaminan su mesa y muestran desprecio por su adoración.


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Malaquías 1

Encabezado, 1:1. El v. 1 funciona como el título original del libro. La palabra profecía (massa H4853), con la que se abre el libro, es la traducción de una palabra heb. que también significa “carga” o “sufrimiento”. Con esa palabra, el profeta comunicó un doble mensaje a sus oyentes o lectores: “una proclamación del profeta en nombre de Dios” (de allí el nombre “Mi Mensajero”); pero no una proclamación cualquiera, sino una palabra de “amargura” y “dolor” de Dios para su pueblo. De esta manera la primera palabra con la que se abre el mensaje del libro también provee la nota y tenor del mensaje: Dios está muy triste por la actitud de su pueblo.

Comúnmente llamamos “profeta” a Malaquías (“Mi mensajero”). Sin embargo, el resto del libro permite descubrir varios elementos importantes del nombre “Mi mensajero”. Las otras indicaciones de ese título en el libro (2:7; 3:1) muestran que trascendió a la persona histórica del profeta. Es decir, esos textos permiten ver que el profeta mismo era en persona un precursor de otro “Mi mensajero” que a su vez vendría a ser Precursor del Señor (ver 4:5).

De acuerdo con 2:7 “el mensajero” es de la línea sacerdotal; pero de acuerdo con 4:5 el mensajero es el profeta Elías. Es muy probable, entonces, que Malaquías fuera una persona de la línea levítica (2:4-8) y que a la vez, como sucedió con Amós (Amo 7:14-15), Dios lo había sacado de su “profesión” para hacerlo su profeta en un momento de crisis.

Malaquías como levita encarnó la verdadera profesión del sacerdote: más que practicante de ritos y sacrificios, el sacerdote debía vivir los preceptos del pacto (Amo 2:4-5) y debía enseñarlos al pueblo (Amo 2:6-7; comp. Ezr 7:10). Fue así como se encarnaron en la persona de Malaquías el profeta y el sacerdote. Así se convirtió en precursor de “Elías” (Juan el Bautista) quien fue a la vez “profeta” (Mat 11:13-14) y “sacerdote” (Mat 3:1-17). éste a su vez fue precursor de Jesucristo, el verdadero Profeta, Sacerdote y Rey.

I. DIOS AMA A SU PUEBLO,Mat 1:2-5

Estos versículos tienen una estructura concéntrica: El v. 2 dice que Israel es receptor del amor de Jehová. Los vv. 3 y 4 señalan que Edom es receptor del castigo de Jehová. El v. 5 indica que Jehová quiere ser receptor de la alabanza de Israel.

Con la indicación de Edom (v. 4), se muestra de manera radical en qué consiste el amor especial de Dios hacia Israel. Por eso, si dejásemos solos los vv. 2 y 5, la única respuesta al amor de Dios, esperada de Israel, es la que proclama el v. 5: “¡Sea engrandecido Jehová más allá de las fronteras de Israel!”.

En los vv. 2-5, el recuerdo del amor de Dios en el pasado encuentra su balance en la promesa del amor de Dios en el futuro (4:2-6). Mientras tanto, en el presente, se da un “estira y encoge” en forma de disputa. El profeta quiere mostrar al pueblo que ya en su presente eran objeto del amor de Dios, pero que por su ceguedad y por su conducta equivocada no eran capaces de ver el amor de Dios entre ellos.

Otra manera de analizar estos versículos es ver en ellos la declaración del amor de Dios, la expresión de una duda en cuanto al amor de Dios, y luego una demostración del amor de Dios.

1. El amor de Dios declarado, 1:2a

Con toda claridad, Jehová declara su amor para con su pueblo. Conviene recordar que los términos vinculados con el amor (ahav H157) eran considerados básicamente como sinónimos de lealtad en el vocabulario antiguo y que por lo tanto figuraban en los tratados del antiguo Cercano Oriente.

2. El amor de Dios puesto en duda, 1:2b

El pueblo en su ceguera, creada por los momentos de privaciones y sufrimientos, no puede ver las maneras en las que Dios muestra su amor hacia ellos. De hecho, al pueblo le molesta que Dios le recuerde su amor en el pasado. Si hubiésemos podido estar allá, es probable que escucháramos algo así: “Señor, no queremos que nos traigas recuerdos bonitos del pasado. Queremos acciones concretas y presentes de tu amor. ¡Tienes que respondernos en medio de esta sequía, de la plaga de langostas y de los enemigos que nos rodean!”. Existe un problema básico en el diálogo entre Dios y el pueblo. La respuesta del pueblo a la declaración del amor divino es egocéntrica; vista desde la perspectiva de quien solo quiere ser beneficiario: ¿En qué nos has amado? (v. 2b). El pueblo bien hubiese podido decir: “Sí, Dios nos ha amado; pero ¿cómo lo hemos amado nosotros a él?”. En lugar de aprovechar el momento de crisis como tiempo de retrospección y autoexamen, el pueblo se dedicó a examinar y cuestionar a Dios.

3. El amor de Dios demostrado, 1:2c-5

El pueblo en su ceguera no se había podido dar cuenta de que su propia existencia era ya una muestra del amor de Dios. Los vv. 3 y 4 ofrecían a Israel un cuadro patético; si ellos creían que el exilio los había golpeado duramente, Dios los invitaba a volver la cara y ver lo que había pasado con sus vecinos los edomitas, descendientes de Esaú. Los edomitas habían sido enemigos constantes de Israel (Gen 25:29-34; Gen 36:8; 1Ki 11:15; Jer 49:17; Eze 25:12-14; Joe 4:19; Amo 1:11-12). El énfasis de estos versículos está en que Dios ha manifestado su favor, interés y amor por su pueblo, y que la prueba está en el contraste de su trato con Israel y Esaú y de los pueblos que de ellos salieron (quiere decir, los judíos y los edomitas).

II. DIOS REPRENDE A LOS SACERDOTES,Amo 1:6-2:9

Esta sección encuentra su unidad y coherencia con la repetición (ocho veces) de la expresión “mi (o, “tu”) nombre” (vv. 6a, 6b, 11a, 11b, 11c, 14; 2:2, 5). En la mentalidad hebrea el nombre no solo denomina a la persona, sino que equivale a ella. Conocer el nombre de Dios es tener la oportunidad de estar cerca de él, y nombrar el nombre de Dios era algo muy serio. Por ello existía más el peligro de profanarlo. Los sacerdotes de Judá creyeron que callando el nombre estaban honrando a Dios. No se daban cuenta de que con sus acciones insultaban la misma persona de Dios. El texto, en cambio, habla de la honra (“temor”) a Dios de parte de las naciones “paganas” y de Leví (personificado aquí por Malaquías; ver 2:4).

El argumento de la sección se mueve así: (1) quienes deshonran a Dios (1:6) serán objeto de deshonra (2:2, 3); y (2) quienes desprecian a Dios (1:6-8) serán despreciados (2:9).

1. El descuido de los sacerdotes, 1:6-9

Los sacerdotes, representantes y guías del pueblo, sin darse cuenta demostraban por medio de sus ofrendas y sacrificios la vileza de su vida. (Sobre la regulación de las ofrendas y sacrificios, ver Lev 22:17-30). En la degradación de sus ofrendas, ellos mostraban qué tan bajo habían llegado. Ellos en realidad eran los “ciegos”, los “cojos” y los “enfermos” (ver Mat 23:1-36). ¡Cómo podían entender lo que estaban haciendo! La estrechez y miopía de su propia manera de ver y juzgar no les permitía mirar las cosas desde la perspectiva de Dios.

2. La indiferencia y profanación de los sacerdotes,Mat 1:10-14

La indiferencia es indicada por la petición de Dios de que algún voluntario cerrara las puertas del templo (para que no se encendiera el altar en vano). El Señor consideraba como “vanos” tales actos. La profanación y actitudes de menosprecio son reflejadas en el contenido de los vv. 12 y 13: …vosotros [los sacerdotes] lo profanáis… y habéis dicho: “¡...qué fatigoso!“. Hasta traían al altar, como ofrenda, lo robado y lo defectuoso.

Las demandas divinas no son, como algunos comentaristas han dicho, una puerta hacia el legalismo y el ritualismo. Son, en realidad, una invitación a la fidelidad a todo nivel de la vida humana. En esta sección Malaquías nos enseña que si no somos fieles en lo menos, no podremos serlo en lo más.




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Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

Comentario Bíblico Mundo Hispano

7000 Alabama St. El Paso, TX 79904, Copyright 2000 © Editorial Mundo Hispano

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