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Isaías 1 - Comentario de Frederick Brotherton Meyer vs Mundo Hispano

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Isaías 1

Isaías 1:1-9

la ingratitud de una nación favorecida

Isaías 1:1

Este capítulo forma el prefacio de las profecías de Isaías. Es una declaración clara y concisa de los puntos en disputa entre Jehová y Su pueblo. Se dio especial urgencia a estos llamamientos, cuando se pronunciaron por primera vez, por el hecho bien conocido por los políticos y el pueblo hebreos, de que Asiria se estaba preparando para una gran guerra de conquista, que se dirigiría especialmente contra Jerusalén y sus aliados.

Este capítulo está al este en forma de un juicio, un caso de la corona en el que Dios es tanto demandante como juez. La convicción de pecaminosidad que el profeta deseaba obtener, se buscaba, no apelando a un código de leyes que había sido transgredido, sino mostrando la ingratitud con la que Israel había retribuido el amor paternal de Dios. Es el elemento personal en el pecado que convence más rápidamente a los hombres. "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" "¡Tú eres el hombre!" "¡Ha hecho desprecio al Espíritu de gracia!"

Isaías 1:10-20

Religión sin justicia en vano

Isaías 1:10

El profeta señala, primero la miseria que se había apoderado del país, Isaías 1:4 ; y luego los pecados de las clases dominantes, Isaías 1:10 ; Isaías 1:17 ; Isaías 1:21 .

Lo que se puede llamar pecados personales y privados, como la borrachera, la vanidad, el soborno y la opresión de los pobres, son vistos en su audiencia pública como trayendo ira y desastre a toda la nación. Ningún hombre puede pecar por sí mismo. Sus pecados más privados reaccionan sobre toda la comunidad. Thistle-down flota a lo largo y ancho. En respuesta, la nación señaló el espléndido ritual y los innumerables sacrificios del servicio del Templo.

Pero estas observancias solo se sumaron a la historia de sus pecados, porque eran formales y superficiales. El sacrificio de Dios es un corazón contrito y humillado. Lo externo es absolutamente inútil, a menos que sea la expresión de lo interno y lo espiritual. Pero donde está presente un espíritu puro y santo, las formas más simples son magníficas en su significado y valor. La expiación se convierte en la base de una escalera al cielo, y la zarza arde con la Deidad. Pero el perdón se ofrece gratuitamente a los culpables. El carmesí y el escarlata son los más duraderos de todos los colores, y su eliminación imprime la plenitud del amor perdonador de Dios.

Isaías 1:21-31

una nación purgada de escoria por el desastre

Isaías 1:21

El gran amante de nuestras almas no abandona a su pueblo ni siquiera cuando desprecia las primeras insinuaciones de su suplicante compasión. Aunque se niegan a ceder a ellos, Él se niega a desecharlos; y se pone a sí mismo por los juicios purificadores de su providencia para apartarlos de los malos caminos que han elegido y para recuperarlos para Él. Si tan solo Jerusalén hubiera escuchado ahora los fervientes ruegos de Isaías, nunca se habría dejado llevar a los setenta años de cautiverio en una tierra de extraños.

Este es el fuego purificador al que se refiere Isaías 1:25 . Su base de confianza, ya sea en ellos mismos o en sus aliados, sería destruida, Isaías 1:29 ; los cabecillas del mal que los había llevado a la desolación serían exterminados; y surgiría un pueblo nuevo y purificado como en los días de Esdras y Nehemías.

Demos gracias a Dios por los fuegos purificadores en la experiencia nacional y personal. No les temamos cuando los maneje la mano del amor. Ver Malaquías 3:3 y Juan 15:2 .


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Isaías 1

I. RESUMEN DEL MENSAJE PROFETICO DE ISAIAS, 1:1-6:13.

Biografía del profeta Isaías Isaías es uno de los personajes más sobresalientes de la literatura profética. Se poseen pocos datos sobre la fructífera vida de este personaje. Debió nacer hacia el año 760, durante el reinado de Uzías. Su padre se llamaba Amoz, pero no se le puede identificar con el profeta de Tecoa. Nació probablemente en Jerusalén.

Su nombre significa "Jehová salva" o "Jehová es la fuente de la salvación". Cuando era muy joven recibió la vocación profética, el año de la muerte del rey Uzías (6:1), probablemente sería la fecha 740/39 a. de J.C. Isaías contaría en ese entonces con veinte años de edad.

Poco tiempo después de su vocación al ministerio profético debió de contraer matrimonio, y aunque el nombre de su esposa no es conocido, se la identifica con el nombre de "profetisa" (8:3). De este matrimonio nacieron por lo menos dos hijos a quienes se les puso nombres simbólicos (7:3 y 8:3).

Realizó su ministerio profético en Jerusalén, capital del reino de Judá. Tres reyes escucharon su mensaje profético: Jotam, Acaz, y Ezequías. Algunos historiadores afirman que también tuvo un papel relevante como consejero de estado en las relaciones de Judá con las potencias extranjeras, aunque casi siempre no le hicieron caso en sus consejos.

Como escritor es el gran poeta clásico, dueño de gran maestría estilística, que le permite variar originalmente un tema. Era poeta de buen oído, amante de la brevedad y la concisión, con algunos finales lapidarios. En su predicación al pueblo sabe ser incisivo con imágenes originales y escuetas, que sacuden por su inmediatez.

La tradición judía recogida en el Talmud nos dice que fue asesinado por Manasés, quien mandó cortarlo por la mitad con una sierra; aunque algunos dicen que esta tradición carece de fundamento. Probablemente su muerte tuvo lugar en el año 701 a. de J.C.

Ahora si, comenzamos el análisis del texto. A través del tiempo se ha tratado de responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo es que la narrativa acerca de la visión y vocación de Isaías como profeta aparece en el cap. 6 y no al comienzo del libro, como en los casos de otros profetas como Jeremías, Ezequiel y Oseas? Algunos comentaristas han explicado este hecho haciendo las siguientes suposiciones: (1) que probablemente el cap. 6 era el comienzo de uno de los mayores bloques de material literario, (2) que los primeros cinco capítulos constituyen un documento independiente que no estaba a la mano del editor que empezó el libro con el cap. 6, (3) que un editor optó por adjuntar el contenido de los primeros cinco capítulos antes del sexto, en lugar de distribuirlo en algún otro lugar dentro del libro o al final, y que de esta manera llegó a constituir una especie de introducción a todo el libro.

Nosotros queremos proponer una nueva explicación: que el cap. 6 constituye el final de la primera sección del libro de Isaías. Si el propósito de Isaías fue traer la narrativa de su visión y vocación en este lugar, y no al comienzo del libro, tratemos de descubrir sus posibles razones: (1) Los primeros seis capítulos constituyen en realidad la introducción a todo el libro de Isaías hijo de Amoz. El contenido del cap. 6 es la conclusión de la introducción. (2) Un examen del contenido de los primeros cinco capítulos nos muestra que en términos humanos el ministerio del profeta constituyó un fracaso. Observe cómo después del versículo historiográfico (1:1), el material profético empieza con estas palabras: Oíd cielos; y escucha, tierra, porque habla Jehová: “Crié hijos y los engrandecí, pero ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su amo; pero Israel no conoce; mi pueblo no entiende“ (1:2, 3). Ahora, observe cómo termina la historia de la visión del profeta en el cap. 6: Ve y di a este pueblo: “Oíd bien, pero no entendáis; y mirad bien, pero no comprendáis.“ (v. 9).

Aunque los primeros cinco capítulos pueden referirse sólo al reinado de Jotam, quien no solamente sucedió a su padre Uzías en el trono sino que también ejerció como corregente al lado de él, hay evidencia de que se refiere a todo el ministerio profético de Isaías.

Ahora pasemos a examinar por separado las diferentes secciones de los primeros seis capítulos.

1. La dureza de Judá a pesar del castigo, 1:1-9.

En esta sección el profeta expone la difícil relación del pueblo de Israel con su Dios. La referencia al hecho de haberlos engrandecido (v. 2) puede referirse a los momentos más brillantes de la historia de Israel en tiempos anteriores a Isaías, aunque bien puede aludir a los días de grandeza, poderío y riqueza en tiempos del rey Uzías (comp. 2Ch 26:6-15).

Por otro lado, la alusión a la ruina (vv. 8 y 9) puede ser una alusión al estado en que quedó Judá tras la invasión de Senaquerib: Vuestra tierra es desolada, vuestras ciudades son incendiadas; vuestro suelo es devorado por extraños ante vuestra misma presencia... La hija de Sion [es decir, Jerusalén] ha quedado como una cabaña en un viña, como una choza en un melonar, como una ciudad sitiada (vv. 7, 8). Otros opinan que esta situación pudo ser resultado de la guerra con Siria en los días de Acaz (ver 2Ch 28:17-18.)

El profeta empieza su libro expresando una dura exclamación: Oíd, cielos; y escucha, tierra, porque habla Jehová; “Crié hijos y los engrandecí, pero ellos se rebelaron contra mi“ (v. 2). El propósito de Dios para con su pueblo es grande; débilmente lo puede expresar la analogía de todo lo bueno que quiere un padre para sus hijos. Pero estos hijos son duros y empecinados en hacer lo malo ante los ojos de Jehová, despreciando al Santo de Israel (v. 4). El castigo ya ha llegado a estar de más: ¿Para qué habréis de ser golpeados aún? Pues todavía persistiréis en rebelaros... (vv. 5, 6).

En el v. 9 Isaías introduce, por primera vez, y muy a tiempo, un concepto que llegó a ser clave para él: el concepto del “remanente”, aunque por ahora no lo indica por el término clave sheerit H7611, sino por la palabra sarid kim’at H8300, que RVA traduce unos pocos sobrevivientes.

Esta sección incluye todos los elementos clave en la profecía de Isaías hijo de Amoz, inclusive la referencia a Israel como amí H5971, “mi pueblo”, a pesar de toda su rebeldía.

2. Las demandas de un Dios santo,2Ch 1:10-31

En esta sección el profeta nos presenta el culto de Israel, el servicio a su Dios. Se trata de un culto imponente, real, con “multitud de sacrificios”, oraciones, festividades y asambleas festivas. Sin embargo, Dios desecha tanta vanidad, tanto gasto y dice: Cuando extendáis vuestras manos [en oración], yo esconderé de vosotros mis ojos... ¡Vuestras manos están llenas de sangre! (v. 15). La referencia no es a la sangre de los sacrificios, sino a los hechos de violencia, adulteración y falsedad (vv. 21, 22) perpetrados por los gobernantes (vv. 10, 23); y también por el pueblo mismo, a los cuales el profeta compara con Sodoma y Gomorra, ciudades que han llegado a ser prototipos de violencia y de corrupción (v. 10).

Pero, ¿cuáles son las demandas del Dios santo? Estas son expuestas en los vv. 16 y 17: “Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras acciones de delante de mis ojos...“

La pureza de las motivaciones y de las acciones es la condición para luego saldar la cuenta con Dios. ¿Es que esto es posible? Sí lo es, nos lo muestra Isaías. Es más: El v. 18 expresa el llamado vehemente de Dios a aquellos cuyas manos están manchadas de sangre, roja como la grana o como el carmesí. Tras la purificación de uno mismo, que es la expresión más acendrada de una santa motivación, Dios ofrece la confirmación de tal pureza: “Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos...“ (v. 18)

Sin embargo, el rechazo del llamado y de la oportunidad que da Jehová tendrá consecuencias trágicas: “Pero si rehusáis y os rebeláis, seréis consumidos por la espada“ (1:20; comp. vv. 24 y 25).

Pero como es característico de Isaías, en esta misma sección, está puesta también la promesa de la redención postrera de Sion, cuando el contenido del derecho y la justicia sea realidad en ella (vv. 25 y 27).




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Comentario Bíblico Mundo Hispano

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