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Mateo 1 - Comentario Crítico y Explicativo Conciso vs Mundo Hispano

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Mateo 1

LA GENEALOGIA DE CRISTO. (Lucas 3:23).

1. Libro de la generación—una expresión puramente hebraica, que significa “árbol genealógico”. En Génesis 5:1, la misma expresión aparece en este sentido. Tenemos aquí por lo tanto el título de los primeros 17 versículos, y no el del Evangelio de Mateo entero. de Jesucristo—En cuanto al significado de estas palabras gloriosas, véase nota sobre vv. 16, 21. “Jesús”, el nombre dado a nuestro Señor en su circuncisión (Lucas 2:21) era aquel por el cual era conocido familiarmente en la tierra. La palabra “Cristo”, aunque se le aplica como un nombre propio por el ángel que anunció su nacimiento a los pastores (Lucas 2:11), y una o dos veces usada en este sentido por el propio Señor (cap. 23:8, 10; Marco 9:41), sólo comenzó a ser usada por otros hacia la terminación de su carrera terrenal (cap. 26:68; 27:17). La forma completa “Jesucristo”, aunque usada una vez por él mismo en su oración intercesora (Juan 17:3), nunca fué usada por otros sino después de su ascensión y de la formación de iglesias en su nombre. Su uso, pues, en las palabras iniciales de este evangelio (y en los vv. 17, 18), revela el estilo del período posterior cuando escribió el evangelista, más bien que el de los acontecimientos de los cuales iba a escribir. hijo de David, hijo de Abraham—Así como Abrahán fué el primero de cuya familia se predijo que el Mesías había de nacer (Génesis 22:18), así David fué el último. Para el lector judío, por lo tanto, estos dos puntos se le presentarían como esenciales para una genealogía verdadera del prometido Mesías; de este modo, este primer versículo, al señalar al primer Evangelio como peculiarmente judaico, de inmediato tendería a conciliar al pueblo del escritor. Del más cercano de estos dos padres se originó el nombre familiar del Mesías prometido: “el hijo de David” (Lucas 20:41), que fué dado a Jesús bien sea en piadoso reconocimiento de su legítimo derecho al mismo (Cap. 9:27; 20:31), o como para insinuar la necesidad de investigar lo que hubiese de verdad en el caso (véase Juan 4:29; cap. 12:23, Notas).

2. Abraham engendró a Isaac: e Isaac engendró a Jacob: y Jacob engendró a Judas y a sus hermanos—Sólo el cuarto hijo de Jacob se nombra aquí, porque era de su familia de la cual el Mesías había de nacer (Génesis 49:10).

3. Y Judas engendró de Thamar a Phares y a Zara: y Phares engendró a Esrom: y Esrom engendró a Aram: 4. y Aram engendró a Aminadab; y Aminadab engendró a Naassón; y Naassón engendró a Salmón: 5. Y Salmón engendró de Rachab a Booz, y Booz engendró de Rut a Obed: y Obed engendró a Jessé: 6. y Jessé engendró al rey David: y el rey David engendró a Salomón de la que fué mujer de Urías—Cuatro mujeres se nombran aquí, dos de ellas gentiles de nacimiento, Rahab y Rut, y tres de ellas con una mancha en sus nombres en el Antiguo Testamento, Tamar, Rahab y Batseba. Este rasgo en la presente genealogía—que difiere aquí de la que da Lucas—guarda consonancia con aquel que se nombra a sí mismo en la lista de los doce apóstoles “Mateo el publicano”, lo cual no hacen las demás listas, como si de esta manera quisiese expresar desde el principio las riquezas inefables de esa gracia que no sólo podía atraer a “los que están lejos”, sino alcanzar a “publicanos y rameras” y elevarlos hasta “sentarlos con los príncipes de su pueblo”. David es mencionado aquí dos veces enfáticamente como “el rey David”, no sólo como el primero de esa línea real de la cual el Mesías había de descender, sino como el único rey de esa línea de la cual el trono que el Mesías había de ocupar recibiría su nombre, “el trono de David”. El ángel Gabriel, al anunciarlo a su madre virginal, lo llama “el trono de David su padre”, colocando al resto de los reyes intermedios de esa línea en una posición inferior simplemente como eslabones para conectar al primero y al último de los reyes de Israel como padre e hijo. Se observará que Rahab se presenta aquí como la bisabuela de David (véase Rut 4:20; 1 Crónicas 2:11), cosa que en realidad no está más allá de las posibilidades, pero muy improbable debido a que los separan cuatro siglos. No puede haber duda de que uno o dos eslabones intermedios, están omitidos.

7. Y Salomón engendró a Roboam: y Roboam engendró a Abía: y Abía engendró a Asa: 8. Y Asa engendró a Josaphat, y Josaphat engendró a Joram, y Joram engendró a Ozías [o Uzzías]—Tres reyes se omiten: Ocozías, Joas y Amasías (1 Crónicas 3:11). Era del caso hacer algunas omisiones para acortar la lista en tres grupos de catorce (v. 17). La razón por qué éstos más bien que otros nombres fueron omitidos, debe buscarse en el aspecto religioso, bien sea en la relación de esos reyes con la casa de Acab (como Lightfoot, Ebrard y Alford lo ven); en su mínimo derecho a ser mirados como verdaderos eslabones en la cadena teocrática (como Lange lo considera); o en alguna descalificación similar.

11. Y Josías engendró a Jechonías y a sus hermanos—Jeconías era nieto de Josías, ya que fué hijo de Joacim, el segundo hijo de Josías (1 Crónicas 3:15); pero Joacim pudo muy bien haber sido dejado de lado en vista de que era un mero títere en las manos del rey de Egipto (2 Crónicas 36:4). Los “hermanos” de Jeconías en este lugar evidentemente significan sus tíos, el principal de los cuales, Matanías o Sedecías, que ocupó el trono (2 Reyes 24:17), es llamado “su hermano” en 2 Crónicas 36:10, como aquí. en la transmigración de Babilonia—Literalmente “en la emigración de ellos”, porque los judíos evitaban la palabra “cautiverio” que les sugería un recuerdo amargo, y nuestro evangelista respeta intencionalmente el sentimiento nacional.

2. Y después de la transmigración de Babilonia, Jechonías engendró a Salathiel—Así leemos en 1 Crónicas 3:17. Esto no contradice a Jeremias 22:30, que dice: “Así ha dicho Jehová: Escribid que será este hombre (Conías o Jeconías) privado de generación”; ya que lo que sigue explica el sentido que se le daba a esa expresión: “porque ningún hombre de su simiente que se sentare sobre el trono de David, y que se enseñoreare sobre Judá, será jamás dichoso”. Había de tener descendencia, mas ningún hijo que reinara. Y Salathiel (o Shealtiel) engendró a Zorobabel—Así dicen Esdras 3:2; Nehemías 12:1; Hageo 1:1. Pero parecería, por 1 Crónicas 3:19, que Zorobabel era nieto de Salatiel, siendo hijo de Pedaías, cuyo nombre por alguna razón desconocida se omite.

13-15. Y Zorobabel engendró a Abiud, etc.—Ninguno de estos nombres se halla en el Antiguo Testamento, pero sin duda fueron tomados de los registros público o familiar que los judíos guardaban cuidadosamente, y la exactitud de ellos nunca fué puesta en duda.

16. Y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús—Por esto se ve claramente que la genealogía que se da aquí, no es la de María, sino la de José, lo cual nunca ha sido puesto en duda. Y, sin embargo, se ha proclamado cuidadosamente que José no era el padre natural, sino sólo el padre legal de nuestro Señor. Su nacimiento de una virgen era conocido solamente de unos pocos, pero el reconocimiento de la descendencia de su padre legal de David, aseguraba que la descendencia de Jesús mismo de David nunca fuese dudada. Véase Nota sobre v. 20. el cual es llamado el Cristo—que significa “ungido”. En el Antiguo Testamento se usa esta palabra para designar a reyes (1 Samuel 24:6, 1 Samuel 24:10), a sacerdotes (Levítico 4:5, Levítico 4:16, etc.), y a profetas (1 Reyes 19:16). Todos eran ungidos con aceite, símbolo de los necesarios dones espirituales para consagrarlos al desempeño de sus respectivas funciones; y se usa aquí en el sentido más sublime y amplio para designar al Libertador prometido, puesto que él había de ser consagrado a una función que abarcaba a las tres, en virtud de la extraordinaria unción del Espíritu Santo (Isaías 61:1, comp. Juan 3:34).

17. De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce generaciones; y desde David hasta la transmigración de Babilonia, catorce generaciones, y desde la transmigración de Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones—Es decir, el número completo puede dividirse convenientemente en tres grupos de catorce años, cada uno de los cuales abarcaba una era definida, y cada uno terminaba con un acontecimiento notable en los anales israelitas. Estas ayudas artificiales para facilitar el recuerdo eran muy comunes para los judíos, y algunas omisiones mucho mayores que las que se hallan aquí encontramos en algunas genealogías del Antiguo Testamento. En Esdras 7:1, se omiten nada menos que seis generaciones de sacerdotes, como se echa de ver si lo comparamos con 1 Crónicas 6:3. Se observará que la última de las tres divisiones parece contener sólo trece nombres distintos incluyendo el de Jesús como el último. Lange cree que esto se hizo así con el propósito de sugerir tácitamente que María fuese incluída como el décimotercer eslabón de la última cadena, ya que es imposible concebir que el evangelista se equivocase en ese punto. Pero hay una manera más sencilla de explicarlo: Ya que el evangelista mismo (v. 17) cuenta a David dos veces, como el último del primer grupo de catorce y el primero del segundo, de igual modo, si miramos al segundo grupo de catorce como terminando con Josías, quien era contemporáneo de la transmigración de Babilonia (v. 11), y el tercer grupo como comenzando con Jeconías, hallaremos que la última división, como también las otras dos, abarca catorce nombres incluyendo el de nuestro Señor.

Vers. 18-25. EL NACIMIENTO DE CRISTO.

18. Y el nacimiento de Jesucristo fué así: Que siendo María su madre desposada [más bien “comprometida”] con José, antes que se juntasen, se halló haber concebido del Espíritu Santo—Por supuesto fué solamente la realidad del hecho lo que fué descubierto; la explicación de éste dada aquí es del evangelista mismo. Que el Espíritu Santo es una persona consciente y viviente, se da a entender claramente aquí, como también es claramente enseñado en otras partes (Hechos 5:3, etc); y que, en la unidad de la Deidad, él es distinto del Padre y del Hijo, se enseña con igual claridad (Mateo 28:19; 2 Corintios 13:14). En cuanto a la concepción milagrosa de nuestro Señor, véase Lucas 1:35, Nota.

19. Y José su marido—Compárese v. 20, “María tu mujer”. El compromiso era, según la ley judía, un casamiento válido. De modo que al abandonar a María, José tendría que recurrir a procedimientos legales para realizar la separación. como era justo, y no quisiese infamaria—o “ponerla de manifiesto”; (véase Deuteronomio 22:23) quiso dejarla secretamente—(“en privado”), dándole la carta de divorcio que se requería (Deuteronomio 24:1) en presencia de dos o tres testigos solamente, y sin asignar una causa, en vez de llevarla ante el magistrado. Difícilmente se puede dudar de que no hubiera habido entre ellos alguna explicación sobre el asunto directa o indirectamente, después del regreso de María de la visita de tres meses que le hizo a Elisabet. Tampoco el propósito de divorciarla da a entender necesariamente falta de confianza de parte de José en cuanto a la explicación que le hubiese sido dada. Aun cuando se suponga que él le hubiese concedido un asentimiento reverente (y el evangelista parece indicarlo así al asignar a un sentimiento de justicia de José, el propósito de protegerla), le podría parecer completamente fuera de lugar e incongruente en tales circunstancias el realizar el casamiento.

20. Y pensando él en esto—¿Quién no simpatizaría con él en aquellos momentos cuando se dió cuenta de la situación sin antes haber recibido luz de lo alto? Mientras cavilaba solo sobre el asunto, en las altas horas de la noche, frustradas sus perspectivas de formar un hogar y deshechada la felicidad de su vida; cuando iba tomando cuerpo la decisión de dar un paso doloroso, y al proponerse a hacerlo de la manera menos ofensiva, en el último extremo, el Señor mismo se interpuso. he aquí el ángel del Señor le aparece en sueños, diciendo: José, hijo de David—Esta manera de dirigirse a él sin duda fué escogida deliberadamente a fin de recordar a José aquello que todas las familias en la línea de David esperaban tan ansiosamente, lo cual le prepararía para el maravilloso anuncio que seguiría. no temas de recibir a María tu mujer—Vale decir: “Aunque una nube obscura se cierne ahora sobre estas relaciones, sin embargo, no se han contaminado”. porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21. Y parirá un hijo—Obsérvese que no se dice: “te parirá un hijo”, como le fué dicho a Zacarías de su esposa Elisabet (Lucas 1:13). y llamarás (tú, como padre legal de él) su nombre JESUS—del hebreo que quiere decir “Jehová el Salvador”; en griego, Jesús, el más dulce y fragante de todos los nombres para el pecador consciente y preocupado, pues expresa breve y melodiosamente toda la obra y función salvadoras de Cristo. porque él salvará—El pronombre “él” recibe énfasis aquí: “es él, el que salvará”; él personalmente y por actos personales (como lo expresan Webster y Wilkinson). a su pueblo—las ovejas perdidas de la casa de Israel, en primera instancia, porque ellos constituían el único pueblo que él tenía entonces. Pero, en cuanto fué derribada la pared intermedia de separación, el pueblo salvado incluía los redimidos para Dios por su sangre “de todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Apocalipsis 5:9). de sus pecados—en el más pleno sentido de salvación del pecado (Apocalipsis 1:5; Efesios 5:25).

22. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo que fué dicho por el Señor, por el profeta [Isaías 7:14] que dijo: 23. He aquí la virgen concebirá y parirá un hijo, y Ilamarás su nombre Emmanuel, que declarado, es: Con nosotros Dios—No es que fuera a tener éste como nombre propio (como “Jesús”), sino que vendría a ser reconocido en este carácter, como Dios manifestado en la carne, desde entonces y para siempre.

24. Y despertando José del sueño [todas sus dificultades habían ahora desaparecido], hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer—¡Con qué gozo profundo y reverente lo haría de su parte; y qué bálsamo habría de ministrar a su prometida, quien hasta ahora había estado bajo la más penosa de todas las sospechas para una mujer casta y santa, sospecha también que provenía de aquello que para ella era un honor sin paralelo, aunque era completamente desconocido a las demás personas que la rodeaban!

25. Y no la conoció hasta que parió a su hijo primogénito: y llamó su nombre JESUS—La palabra “hasta” no necesariamente da a entender que vivieran en una relación distinta después (lo cual se hace evidente considerando el uso de la misma palabra en 1 Samuel 15:35; 2 Samuel 6:23; Mateo 12:20); como tampoco la palabra “primogénito” decide la cuestión muy discutida de si María tuvo hijos de José después del nacimiento de Cristo; pues como Lightfoot lo dice: “La ley al hablar del primogénito no se interesaba en si alguno había nacido después, sino solamente en si alguno había nacido antes” (véase cap. 13:55, 56).


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Mateo 1

El título del Evangelio de Mateo, según las autoridades más antiguas, es “Evangelio según Mateo”, o sencillamente “Según Mateo”. Aun el texto en griego, publicado por las Sociedades Bíblicas, tiene “según Mateo”. Sorprendentemente la versión de 1960 de ReinaValera incorpora dos términos extrabíblicos: “El Santo Evangelio según San Mateo”. Estos términos fueron agregados por influencia de la Iglesia Católica Romana. Felizmente, nuestra versión usa el título más antiguo y más correcto. “Según Mateo” implica que había otros Evangelios y que éste es según el punto de vista particular de Mateo, habiendo seleccionado los eventos y enseñanzas a incluirse de acuerdo con su propósito.

I EL ORIGEN Y PRIMEROS AÑOS DE LA VIDA DEL REY, 1:1-2:23

1 Un plan divino : la genealogía, 1:1-17

La primera frase del Evangelio introduce directamente el tema que Mateo quiere destacar a través de su narración. La primera pregunta que un judío haría a cualquiera que pretendiera ser el Mesías sería: ¿Eres judío (hijo de Abraham) e hijo de David? Mateo contesta esa pregunta en la forma más convincente. Demuestra que Jesús es el Mesías quien descendió directamente del linaje real de David y de la simiente de Abraham. Además, muestra que Jesús es el cumplimento de las promesas de pacto hechas a Abraham (Gen 12:1-3), padre de la nación judía, y a David, con el cual establece el reino eterno de Dios (2Sa 7:16). Dios prometió dar un hijo a Abraham y a David. En cada caso y en muchos sentidos, los dos padres fueron desilusionados por sus hijos, pero Jesús cumple lo que Isaac y Salomón no cumplieron. Jesucristo tiene pleno derecho de sentarse en el trono eterno de David y reinar sobre el pueblo de Dios.

Libro de la genealogía probablemente se refiere solamente a los vv. 2 al 17, no a todo el Evangelio. “Genealogía” es la transliteración del término griego génesis G1078 . Se usa también en 1:18, donde se traduce “nacimiento”. El término sugiere un nuevo comienzo, como el “génesis” original en el libro canónico que lleva ese nombre. En Jesucristo, Dios inicia una nueva etapa, una nueva creación, un nuevo pueblo.

El nombre Jesús G2424, término griego, es equivalente al nombre “Josué”, término hebreo, y significa “Jehová es liberación o salvación”, o “Jehová salvará” (1:21). Este es su nombre personal o privado. Cristo G5547 , término también griego que es equivalente a Mesías en hebreo, significa “el ungido”. Al principio era más bien un título, pero luego llegó a ser su nombre legal. El nombre Jesús generalmente se refiere a su humanidad mientras que Cristo a su divinidad. El nombre compuesto Jesucristo es una afirmación de las dos naturalezas: la humana, destacada en 1:2-17, y la divina, destacada en 1:18-25, del Hijo de Dios. Es una confesión de fe cristiana ortodoxa que fue aprobada oficialmente por el cristianismo en el Concilio de Calcedonia, el 451 d. de J.C.

Al comparar las genealogías de Jesús, presentadas por Mateo y Lucas, uno descubre algunas diferencias sobresalientes entre ambas. Algunos comentaristas explican estas diferencias con la teoría que sostiene que Mateo presenta la genealogía legal, por medio de José, mientras que Lucas presenta la genealogía real, por el lado de María. La mayoría de los Padres antiguos y buena parte de los comentaristas actuales, sin embargo, sostienen la teoría de que tanto Mateo como Lucas trazan la descendencia de Jesús por José, el padre legal, y no por María. Mateo traza su genealogía desde Abraham hacia adelante hasta Jesús, por medio de David y Salomón, mientras que Lucas traza la suya desde Jesús hacia atrás hasta Adán, por medio de David y Natán. Mateo desea destacar la descendencia real por medio de la cual se cumplen las esperanzas de Israel. Lucas, por su lado con interés en presentar el evangelio a toda la humanidad, comienza con el padre de todas las naciones, Adán.

Tres divisiones de catorce. Varios autores han señalado el valor simbólico del número 14, que posiblemente sea una referencia en código al rey David, o a Jesús, el nuevo “rey David”. Por ejemplo, si se le asigna el número de orden correspondiente a cada letra del alfabeto, según una costumbre hebrea antigua, las letras del nombre de David (DVD = 4 + 6 + 4) suman 14. Si es así, hay 3 consonantes en el nombre David, en hebreo, y se repite 3 veces el número 14, su nombre en código.

Catorce no es el número exacto de las cabezas de familias en cada división de la genealogía. Mateo incluye 27 nombres después de David, pero Lucas 42. La omisión de algunos nombres para crear divisiones, según un número favorito o simbólico, era una práctica común entre los judíos. Los términos “engendró”, en Mateo, e “hijo de”, en Lucas, no siempre señalan el parentesco más próximo. Por ejemplo, hay tres omisiones entre Joram y Uzías (v. 8, comp. 2Ki 8:24 ss.).

El evangelio en la genealogía“ Una de las notas más llamativas de la genealogía en Mateo es la mención de mujeres. Normalmente, las genealogías judías mencionaban solamente a los hombres, cabezas de familias. Por un lado, Mateo omitió algunos de los reyes importantes de Israel. Por otro lado, incluyó a cuatro mujeres, tres de las cuales estaban relacionadas con actos vergonzosos (Tamar, Rajab y la esposa de Urías) y una que era moabita, es decir, gentil (Rut).

Se pregunta: ¿Por qué quiso Mateo incluir a estas mujeres en su genealogía de Jesús? Tendría que haber tenido un motivo muy importante, pues corría el riesgo de ofender a algunos judíos a los cuales quería convencer que Jesús era el Mesías. Había tres posibles motivos de ofensa: (1) violar la costumbre judía de incluir solamente a los hombres, (2) incluir a mujeres de mala fama y (3) incluir a mujeres paganas (Rajab y Rut). Persiste la pregunta: ¿Por qué? Una razón sería la de subrayar la gracia y misericordia de Dios que se extiende a los pecadores, aun hasta las rameras. Y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados (2Ki 1:21). La inclusión de dos gentiles (Rajab y Rut) sirve para hacer resaltar la misión universal de Jesús (comp. 15:22; 28:19, 20). Dar prominencia a cuatro mujeres en la genealogía de Jesús sería, también, un anticipo de la nueva posición, de respeto y participación, que las mujeres ocuparían en el reino de Dios (Gal 3:28).

2 Un proceso divino : el nacimiento virginal,Gal 1:18-25

Origen divino“ Habiendo establecido el plan divino por medio de la genealogía (Gal 1:1-17), Mateo procede a describir el proceso divino del nacimiento de Jesucristo, con énfasis en su origen divino. Génesis G1078 es el término griego que aquí se traduce nacimiento (Gal 1:18) y se refiere al comienzo de algo radicalmente nuevo. Mateo establece dos hechos de suma importancia: Jesucristo nació de la virgen María, habiendo sido concebido por el poder del Espíritu Santo, y todo esto en cumplimiento de la profecía de las Escrituras (Gal 1:22).

No es el propósito de Mateo relatar todos los detalles en relación con el nacimiento, sino solamente lo que sirve a su propósito. El origen divino se establece principalmente por dos expresiones: concebido del Espíritu Santo (Gal 1:18, Gal 1:20b) y Emanuel (Gal 1:23). La primera expresión habla de la intervención y participación directa de Dios en la concepción. Es una intervención única de parte de Dios en la historia de la humanidad. Ningún otro ser nacido de mujer puede pretender tal relación con Dios. No deja de ser uno de los más grandes misterios de la fe cristiana. Tal es que muchos racionalistas, no pudiendo explicar el fenómeno, rechazan el origen divino de Jesús y, por lo tanto, la doctrina de la Trinidad.

Este niño que nacería de María sería llamado Emanuel (v. 23), un nombre hebreo compuesto que significa Dios con nosotros (v. 24). El niño nacido de María sería Dios en forma de hombre. El fuego, la nube, el tabernáculo y especialmente el arca del pacto eran formas visibles de la presencia de Dios en su pueblo en el AT. Pronto el tabernáculo y el arca serían destruidos. Además, las formas creadas por los hombres para representar a Dios, siendo inanimadas, tenían limitaciones. Ahora, Dios se presenta en medio de su pueblo en forma viviente, visible, palpable. Siendo Dios mismo, en forma de hombre (ver Phi 2:6), es la revelación suprema de Dios (ver Heb 1:1-3).

Calumnia contestada“ El origen divino de Jesús dio pie a una calumnia de parte de los que lo negaban. Los primitivos cristianos tuvieron que contestar la calumnia que sostenía que Jesús nació de fornicación. Probablemente Joh 8:41 es una alusión a tal calumnia, pues nosotros no somos nacidos de fornicación es enfático y sugiere que “otro”, sí, había nacido de fornicación. Preguntarían: ¿Por qué José no quiso denunciar a María cuando encontró que estaba encinta? Mateo contesta esta pregunta también, describiendo el dilema de José.

El dilema de José“ Todo hombre puede imaginarse el dolor, la agonía y la desilusión que sentiría si descubriera que su novia le ha traicionado. ¿Qué tipo de medida tomaría? Mateo dice que José era justo y no quería difamarla (v. 19). En estas dos expresiones vemos el dilema de José. Siendo justo, era su deber y su costumbre obedecer la ley de Dios. Obedecer la ley significaría denunciarla, lo cual llevaría la sentencia de muerte por apedreamiento (Lev 20:10; Deu 22:23 ss.). Mateo aclara que estaban desposados, o comprometidos formalmente, lo cual según la costumbre en algunos de nuestros países latinos, se compara a un acto formal de intercambio de alianzas. Tal relación llevaría los mismos compromisos entre los novios como si fueran casados oficialmente.

Por otro lado, José no quería difamarla (v. 19). A pesar de estar seguro de que el niño no era suyo, optó por una provisión que estaba abierta para el novio en tales casos: Terminar la relación secretamente, divorciándose de ella. A pesar de su dolor, José amaba a María y quería protegerla hasta donde fuera posible. Apenas había comenzado a pensar así cuando un ángel del Señor se presentó para calmar sus temores, explicar que un gran misterio había sucedido y darle instrucciones en cuanto al nombre del niño. José, aunque no sería realmente el padre de Jesús, por estar casado con María, daría estado legal al niño. Es significativo que el ángel se dirige a José como hijo de David (v. 20), de modo que Jesús sería hijo de David por parte de la madre y, por adopción, del padre.

Llamarás su nombre Jesús, porque... Mateo emplea el nombre Jesús dos veces en este pasaje (vv. 21, 25). En la sección anterior se explicó el significado del nombre Jesús. Aquí se agregan dos conceptos importantes. Primero, el nombre le fue puesto por Dios mismo, por boca del ángel. El verbo llamarás está en tiempo futuro del indicativo, pero lleva la fuerza de un imperativo. Realmente Dios manda a José ponerle al niño el nombre Jesús. Fue divinamente concebido y divinamente nombrado.

El segundo concepto en esta expresión aclara y define la naturaleza de la misión del Hijo de Dios. El salvará a su pueblo de sus pecados (v. 21). La misión de Jesús sería traer a los hombres una salvación espiritual; ofrecería perdón de los pecados y una relación correcta con Dios. Esta salvación, genuinamente espiritual, afecta todas las áreas de la vida humana: social, económica y política. Los judíos del primer siglo, y en manera especial los zelotes, esperaban que el Mesías vendría para librar a su pueblo de las injusticias del dominio de un imperio extranjero, es decir, la esclavitud, opresión y explotación de parte del imperio romano. La negación de Jesús de satisfacer las expectativas del pueblo, de que fuese un libertador políticoeconómico, fue uno de los motivos principales de su crucifixión. Este pasaje debe servir, especialmente en América Latina, como un elemento eficaz para corregir algunas afirmaciones erróneas de las teologías de la liberación que no concuerdan con las Escrituras. Por ejemplo, la afirmación de que el evangelio de Jesucristo promete liberación políticosocialeconómica y que todos los seguidores de Cristo deben, como una de sus responsabilidades primarias, trabajar para la realización práctica de ese fin.

Para que se cumpliese... (v. 22). Mateo utiliza esta expresión, tan característica de su Evangelio, para introducir una profecía del AT. (Ver la sección introductoria para más datos referentes a la expresión.) En este caso, cita Isa 7:14, dándole una aplicación netamente mesiánica.

El contexto original de Isa 7:14 tiene que ver con una crisis de Judá, el reino del sur, cuando Acaz era rey. Peka, rey de Israel, y Rezín, rey de Siria, vinieron contra Jerusalén para conquistarla. Dios mandó un mensaje a Acaz, por medio de Isaías el profeta, asegurándole de su protección. Además, le mandó que pidiera una señal que serviría para confirmar la promesa de Jehová. Acaz se negó a pedir una señal, pero igual Jehová le mandó una señal. La señal consistía en una promesa de que Jehová libraría a su pueblo de las amenazas de los enemigos dentro del plazo necesario para que una doncella se casara, tuviera un hijo, y que ese hijo llegara a la edad para distinguir entre lo bueno de lo malo. El nombre Emanuel, que significa Dios con nosotros (v. 23), señalaba una persona que sería una manifestación real y visible de la intervención de Dios a favor de su pueblo.

Esta profecía se cumplió cuando Dios levantó a Asiria como su instrumento para castigar a los enemigos de Judá, de modo que Asiria llegó a ser el garrote de mi furor (Isa 10:5). Pero, el segundo cumplimiento de la profecía, el más perfecto, tuvo lugar con el nacimiento del Hijo de Dios quien libraría al “Judá espiritual” —el verdadero pueblo de Dios, los creyentes en Cristo— del poder, las amenazas y la esclavitud de Satanás.

En el texto hebreo de Isa 7:14, el término es “doncella” (una señorita de edad como para casarse), pero cuando se tradujo el AT al griego en el tercer siglo a. de J.C. (versión llamada Septuaginta, o la de los Setenta, cuya abreviatura es LXX), los traductores emplearon el término griego que significa “virgen”, en vez de “doncella”. Hay mucha especulación sobre este cambio. ¿Inspiró Dios a los traductores a hacer el cambio, o ellos optaron por un término esencialmente sinónimo? De todos modos, la doncella sería seguramente una virgen (ver las leyes de castidad, Deu 22:13-30). Felizmente nuestra creencia en el nacimiento virginal no se apoya únicamente en el uso del término “virgen” en el texto de Isaías. La afirmación más contundente y clara del nacimiento virginal se encuentra en Luk 1:27-34.

Pero no la conoció hasta... (v. 25). La Iglesia Católica Romana afirma categóricamente la “Inmaculada Concepción” y la “Virginidad Perpetua” de María. El v. 25 ofrece dos expresiones que rebaten el dogma de la “Virginidad Perpetua” de María. Primero, Mateo afirma que no la conoció hasta que ella dio a luz un hijo. La expresión “conocer” es el modo más común para referirse a la relación sexual entre hombre y mujer. La manera más sencilla de afirmar la virginidad perpetua, si ésa fuese la intención de Mateo, sería de poner un punto después del verbo conoció. Pero Mateo agrega una cláusula adverbial que modifica el verbo conoció: hasta que ella dio a luz... El adverbio (realmente una conjunción de tiempo y un adverbio) hasta que significa que antes de ese punto en el tiempo prevalecía una condición, “no la conoció”, pero después prevaleció otra condición. Se implica que “la conoció”. Es decir, antes de ese punto en el tiempo (cuando dio a luz a su hijo), José no tuvo relación sexual con María, pero la implicación necesaria es que después, sí tuvo relación conyugal con ella.

Los que afirman la virginidad perpetua de María argumentan que la expresión “hasta que” no significa necesariamente que, luego del nacimiento de Jesús, José y María se hayan unido en relación conyugal. Sin embargo, la expresión hasta que que se usa en Mat 1:25 (en griego una conjunción acompañada por un adverbio) se encuentra 19 veces en el NT y siempre indica, o implica claramente, un cambio en la condición después de un punto en tiempo. El comentarista Broadus menciona una posible excepción en 1Ti 4:13, pero en este caso no es exactamente la misma construcción.

En segundo lugar, el término “primogénito” se usa uniformemente para establecer la relación de Jesús con María. Al usar “primogénito”, el autor estaría destacando el hecho de que antes de Jesús, María no tuvo hijos; pero que después el término implica necesariamente sí, tuvo por lo menos uno más. Para el v. 25, la expresión “su hijo primogénito” tiene muy poco apoyo en los mejores manuscritos en griego. Probablemente, un escriba, al hacer copias del Evangelio de Mateo, introdujo en el texto esta expresión que sí se encuentra en Luk 2:7. Por esta razón, nuestra versión omite la expresión en el texto del v. 25 y coloca una nota.

La interpretación presentada en los párrafos anteriores se ratifica por dos evidencias bíblicas que no dan lugar a dudas. En Mat 13:55-56, el autor nombra a cuatro hermanos de Jesús y también se refiere a “hermanas”. Entonces, el texto bíblico afirma que María tuvo por lo menos seis hijos, después de dar a luz a Jesús. Por otro lado, el NT se refiere a la relación entre Jesús y su Padre Celestial como “unigénito“. Si Jesús fuese el único hijo de María, cabe la pregunta: ¿Por qué no se usa “unigénito” también en relación con María?




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Comentario Bíblico Mundo Hispano

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