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Juan 1 - Comentario Crítico y Explicativo Conciso vs Mundo Hispano

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Juan 1

EL VERBO HECHO CARNE.

1. En el principio—de todo el tiempo y la existencia creada, porque este Verbo le dió ser (vv. 3, 10); por lo tanto, “antes que el mundo fuese” (cap. 17:5, 24), o desde la eternidad. era el Verboel que es a Dios lo que la palabra del hombre es al hombre mismo, la manifestación o expresión de sí mismo a los que están fuera de él. (Véase la nota acerca del v. 18). Sobre el origen de este título el más elevado y ahora para siempre consagrado, de Cristo, éste no es el lugar para hablar. Ocurre sólo en las obras de este escritor seráfico. era con Dios—teniendo existencia personal consciente distinta de Dios (como uno es de, o desde, la persona, él es “con”), mas inseparable de él y asociado con él (v. 18; cap. 17:5; 1 Juan 1:2, Joel 1:2, donde “EL PADRE” se usa en el mismo sentido como “Dios” aquí). era Dios—en sustancia y esencia Dios; o poseía divinidad esencial y propia. Así cada una de estas afirmaciones ricas es el complemento de la otra, corrigiendo cualquier falso concepto que pudieran ocasionar las otras. ¿Fué eterno el Verbo? No era la eternidad “del Padre”, sino la de una existencia personal consciente distinta de él y asociada con él. ¿Era el Verbo así “con Dios”? No era lo distinto y el compañerismo de otro ser, como si hubiera más Dioses que uno, sino de Uno quien era Dios mismo, en tal sentido que la unidad absoluta de la Divinidad, el gran principio de toda religión, solamente es transferida de la región de abstracción vaga a la región de la vida y amor esenciales. Pero ¿por qué toda esta definición? No para darnos alguna información abstracta acerca de ciertas distinciones misteriosas en la Divinidad, sino sólo para hacer saber al lector quién era aquel que en la plenitud del tiempo “fué hecho carne”. Después de cada versículo, pues, debe decir para sí el lector: “Era el que es descripto así y así, quien fué hecho carne.”

2. Este, etc.—Véase sobre qué calidad del Verbo es puesto el énfasis: Su distinción eterna, en unidad, de Dios, el Padre.

3. Todas las cosas, etc.—todas las cosas absolutamente, como es evidente por el v. 10; 1 Corintios 8:6; Colosenses 1:16; mas puesto fuera de duda por lo que sigue: “Sin él nada de lo que es hecho, fué hecho”. Esta es una negación de la eternidad y la no creación de la materia, lo que era creído por todo el mundo pensador, fuera del judaísmo y del cristianismo; o más bien, la creación propiamente dicha no fué ni soñada sino por los adherentes de la religión revelada.

4. En él estaba la vidaesencial y originalmente, como los versículos anteriores manifiestan que es el sentido. De modo que él es el Verbo Viviente, o, como se llama en 1 Juan 1:1, “El Verbo de la vida”. la vida era la luz de los hombres—todo lo que en los hombres es la verdadera luz: la ciencia, la integridad, la inteligencia, la sujeción voluntaria a Dios, el amor a él y a sus semejantes, la sabiduría, la pureza, el gozo santo, la felicidad racional; toda esta “luz de los hombres” tiene su fuente en la “vida” esencial original del “Verbo”. (1 Juan 1:5; Salmo 36:9).

5. en las tinieblas resplandece, etc.—en este mundo tenebroso y caído, en la humanidad que “moraba en tienieblas y sombra de muerte”, sin la capacidad de hallar el camino de la verdad o de la santidad. En esta densa obscuridad, y el desvío intelectual y moral consiguiente, “la luz del Verbo” resplandece, mediante todos los rayos, sean los de la naturaleza, sean los de la enseñanza revelada (aparte de la encarnación del Verbo) con los cuales los hombres son favorecidos. las tinieblas no la comprendieron—“no la acogieron”, un breve sumario del efecto de todos los esfuerzos del Verbo no encarnado por todo este amplio mundo desde el principio, y una insinuación de la necesidad de que él se vistiera de carne, si había de efectuarse la salvación de los hombres. (1 Corintios 1:21).

6-9. El evangelista aquí se acerca a su gran tesis, preparando así el camino para la completa exposición de ella en el v. 14, de modo que podamos soportar su brillante luz y comprender su longitud y anchura, profundidad y altura. por él—por medio de Juan el Bautista. no era … la luz—Véase la nota acerca del cap. 5:35. ¡Qué testimonio a Juan el tener que explicar que “él no era la luz” aquella! No fué sino una hoja que reflejaba la verdadera luz, mermando su velita delante de la Aurora de lo alto (cap. 3:30). alumbra a todo hombre, etc.—más bien, “luz, que viniendo al mundo, alumbra a todo hombre”; o, “es la luz del mundo” (cap. 9:5). “Viniendo al mundo” es una descripción superflua y bien rara de “todo hombre”; pero es de todas las descripciones de Cristo entre las más familiares, especialmente en los escritos de este evangelista (caps. 12:46; 16:28; 18:37; 1 Juan 4:9, Joel 4:9; 1 Timoteo 1:15, etc.)

10-13. En el mundo estaba, etc.—El lenguaje aquí es casi tan maravilloso como el pensamiento. Obsérvese su sencillez pulida, su sonoridad—resonando “el mundo” en cada uno de sus tres miembros—la forma enigmática en que está investido, sorprendiendo al lector, y poniendo a trabajar su ingeniosidad para resolver el estupendo enigma de Cristo desconocido en su propio mundo. “El mundo”, en las dos primeras cláusulas, evidentemente quiere decir el mundo creado, al cual vino, “en el mundo estaba” (v. 10). Por su encarnación, él vino a ser un Habitante de él, y envuelto con él. Sin embargo, “fué hecho por él” (vv. 3, 4, 5). Aquí, pues, es meramente mencionado, en contraste en parte con el estar en él, pero aun más con el recibimiento que él halló de parte de él. “El mundo que no le conoció” (1 Juan 3:1, Joel 3:1) es naturalmente el mundo inteligente de la humanidad. (Véase la nota acerca de los vv. 11, 12). Tomando las dos primeras cláusulas como una sola afirmación, tratamos de comprenderla pensando en el Cristo niño concebido en la matriz y nacido en los brazos de su propia criatura, y en el hombre Cristo Jesús que respira su propio aire, pisando su propio suelo, alimentado por sustancias a las cuales él dió el ser, y el Creador de los mismos hombres que vino a salvar. Pero el comentario más vivo de este versículo entero será alcanzado siguiendo (en su historia incomparable) a aquel de quien habla, mientras camina entre todos los elementos de la naturaleza, las enfermedades de los hombres y la muerte misma, los secretos del corazón humano, y los “gobernadores de las tinieblas de este mundo” en todo su número, sutileza, y malignidad, no sólo con absoluta tranquilidad, como su Señor consciente, sino, como podríamos decir, con pleno conocimiento de parte de ellos de la presencia de su Hacedor, cuya voluntad a cada uno y a todos ellos era la ley. Y éste es la persona de quien se dice a continuación, “el mundo no le conoció”. A lo suyo—su propia posesión, la palabra (en griego) está en el género neutro. Quiere decir su propia tierra, ciudad, templo, derechos y posesiones mesiánicos. y los suyos—“Su propio pueblo”, porque ahora la palabra está en el masculino plural. Quiere decir los judíos, como el “pueblo peculiar”. Tanto ellos como sus tierras, con todo lo que esto incluía, eran “suyos propios”, no tanto como parte del “mundo que fué hecho por él”, sino como “heredero” de la herencia (Lucas 20:14). (Véase también la nota acerca de Mateo 22:1). los suyos no le recibieronnacionalmente, como testigos escogidos de Dios. a todos los que le recibieronindividuos, del “pueblo rebelde y contradictor”. dióles potestad—La palabra quiere decir tanto autoridad como capacidad, y ambos sentidos se entienden aquí. de ser hechos—Fíjese en estas palabras: Jesús es el Hijo de Dios; nunca se dice de él “ser hecho” o “venir a ser Hijo”. hijos—sencillamente “hijos” (sin artículo), en nombre y en naturaleza. los que creen en su nombrefrase nunca usada en las Escrituras de alguna mera criatura, para expresar el crédito dado al testimonio humano, aun de profetas y apóstoles, en cuanto que lleva en sí la idea de CONFIANZA correcta solamente para con Dios. En este sentido de fe suprema, como debida a aquel que “da a los que creen en él, potestad de ser hechos hijos de Dios”, manifiestamente se usa aquí.

13. Los cuales no son engendrados—una filiación, pues, no de mero título y privilegio, sino de naturaleza, siendo hecha consciente el alma de las capacidades, percepciones y emociones de hijo de Dios, antes no conocidas. no … de sangre, etc.—no de descendencia humana superior, no de generación humana alguna, no de hombre de manera alguna. Por esta negación elaborada triple de la fuente humana de esta filiación, una fuerza inmensa es dada a lo que sigue: “mas de Dios”. ¡La dádiva regia, cuyo Donador tiene que ser absolutamente divino! Porque ¿quién no adoraría a aquel que puede introducirlo en la familia, y despertar dentro de él, la misma vida de los hijos de Dios?

14. Y aquel Verbo, etc.—Para levantar al lector a la altura de este punto culminante, fueron escritos los trece versículos anteriores. fué hecho carnevino a ser hombre, y en la presente condición frágil, mortal, indicada por la palabra “carne” (Isaías 40:6; 1 Pedro 1:24). Esta declaración probablemente se dirigía contra los “docetistas”, que enseñaban que Cristo no vino a ser realmente hombre, sino aparentemente; contra los cuales este espíritu manso es vehemente en sus Epístolas, 1 Juan 4:3, Joel 4:3; Joel 1:7, Joel 1:100, 1 Juan 1:11. [Lucke, etc.] Tampoco podía ser él demasiado vehemente contra ellos, porque si se rechaza la verdad de la Encarnación, todo el cristianismo sustancial desaparece. Pero ahora, unido a nuestra naturaleza, desde ahora en adelante él es personalmente consciente de todo lo que es estrictamente humano, como lo es también de todo lo que es propiamente divino; y nuestra naturaleza en su persona es redimida y avivada, ennoblecida y transfigurada. y habitó entre nosotros—“tabernaculó”, o “plantó su carpa”; palabra peculiar a Juan, quien la usa cuatro veces, siempre en el sentido de una morada permanente (Apocalipsis 7:15; Apocalipsis 12:12; Apocalipsis 13:6; Apocalipsis 21:3). Porque siempre unido a nuestra “carne”, él entró a este tabernáculo “para no salir más”. La alusión es a aquel Tabernáculo, donde moraba la Shekinah (véase la nota acerca de Mateo 23:38), o se manifestaba “la Gloria de Jehová”, y con referencia a la residencia permanente de Dios entre su pueblo (Levítico 26:11; Salmo 68:18; Salmo 132:13; Ezequiel 37:27). Esto es puesto fuera de toda duda por lo que sigue inmediatamente: “Y vimos su gloria”. [Lucke, Meyer, De Wette, remontando éste último más que de costumbre, dice que así fueron perfeccionadas todas las manifestaciones parciales anteriores de Dios en una manifestación esencialmente personal e históricamente humana.] lleno de gracia y de verdad—Así se debe leer: “Habitó entre nosotros, lleno de gracia y de verdad”, indicando el fruto completo de los propósitos de amor de parte de Dios para con los pecadores de la humanidad, los cuales frutos hasta ahora existían sólo en promesa, y el cumplimiento al fin de aquella promesa en Cristo; en una gran palabra: “las misericordias firmes a David” (Isaías 55:3; Hechos 13:34; cf. 2 Samuel 23:5). En su persona toda aquella Gracia y Verdad, que habían estado flotando tanto tiempo en forma tenebrosa, y lanzando en las almas de los pobres y necesitados sus rayos quebrados, tomaron posesión permanente de la carne humana, y la llenaron. Por esta Encarnación de la Gracia y la Verdad, la enseñanza de miles de años fué de una vez sobrepujada y agotada y la familia de Dios entró de golpe en su mayoría de edad. (y vimos su gloria—no por el ojo del sentido, el cual vió en él sólo al “carpintero”. Su gloria era “discernida espiritualmente” (1 Corintios 2:7; 2 Corintios 3:18; 2 Corintios 4:4, 2 Corintios 4:6; 2 Corintios 5:16)—la gloria de gracia, amor, ternura, sabiduría, pureza, espiritualidad excelentes; de majestad y mansedumbre, riqueza y pobreza, poder y debilidad, encontrándose en contraste único de su género; siempre atrayendo y a veces encantando a los “niños” que le seguían y lo abandonaron todo por él. gloria como del unigénito del Padre)—Véase la nota acerca de Lucas 1:35—no semejante, sino “como la que pertenece al unigénito”, tal como convenía o era idónea al unigénito del Padre [Crisóstomo en Lucke, Calvino, etc.], según un uso bien conocido de “como”.

15. UN DICHO DEL BAUTISTA CONFIRMA ESTO. viene tras mí—en manifestación oficial. antes de mí—en rango y dignidad. porque es primero que yo—en existencia; “Sus salidas son desde el principio, desde los días del siglo” (Miqueas 5:2). (Algo inferior a esto sus palabras no pueden significar); es decir: “Mi Sucesor es mi Superior, porque él es mi Antecesor”. Este juego enigmático en los sentidos diferentes de las palabras “antes” y “después”, fué empleado sin duda por el Bautista para fijar la atención, y remachar el pensamiento; y el evangelista lo introduce para remachar sus propias declaraciones.

16-18. CONTINUACION DEL MISMO TEMA.

16. de su plenitud—“de gracia y de verdad”, de las cuales Cristo estaba “pleno”; resumiéndose el tema del v. 14. gracia por gracia—es decir, gracia sobre gracia (con todos los mejores intérpretes), en comunicaciones sucesivas y medidas más grandes, según cada uno era capaz de recibirla. Obsérvese que la palabra “verdad” ha sido omitida aquí, y la gracia es la palabra escogida en el Nuevo Testamento para expresar toda la plenitud del nuevo pacto, todo lo que reside en Cristo para los hombres.

17. Porque, etc.—La Ley despierta la conciencia del pecado y la necesidad de la redención”; ella sólo tipifica la realidad. El evangelio, por lo contrario, eficazmente comunica la realidad y el poder desde lo alto (cf. Romanos 6:14). Por esto Pablo llama el Antiguo Testamento “sombra”, mientras que llama al Nuevo “sustancia”, Colosenses 2:17. [Olshausen].

18. Nadie—“Ninguno”, en el sentido más amplio. le vió [a Dios]—por mirada inmediata, o intuición directa. en el seno del Padre—Expresión notable, usada aquí solamente, que presupone la existencia consciente del Hijo, distinta del Padre, y que expresa su acceso inmediato y más encarecido a él, y conocimiento absoluto con él. él—Enfático; es decir: “El y él sólo le declaró”, porque sólo él puede.

19-36. EL TESTIMONIO DEL BAUTISTA A CRISTO.

19. los Judíos—es decir, los cabezas de la nación, miembros del Sanedrín. En este sentido peculiar parece que nuestro evangelista siempre usa el término.

20. confesó, etc.—“Mientras que muchos estaban listos a aclamarle a él como el Cristo, él no dió el más mínimo motivo para tales ideas, ni la menor acogida a ellas.”

21. Elías?—en su persona propia. el profeta?—anunciado en Deuteronomio 18:15, etc., acerca de quien parece que ellos no estaban de acuerdo, si él fuera el mismo con el Mesías o no.

25. ¿Por qué pues bautizas, si tú no eres, etc.—Pensando que él rechazaría alguna conexión especial con el Mesías, quieren saber qué derecho tenía de juntar discípulos mediante el bautismo.

26. ha estado—“ha estado, y todavía está”, es el sentido del tiempo perfecto. Esto habrá sido dicho después del bautismo de Jesús, y posiblemente después de su tentación (véase la nota acerca del v. 29).

28. Betábara—Más bien “Betania” (según casi todos los manuscritos mejores y más antiguos); no la Betania de Lázaro, sino otra del mismo nombre, y distinguida de ella como situada “de la otra parte del Jordán”, del este.

29. ve Juan a Jesús—recién venido, tal vez, del lugar de la tentación. que venía a él—como a compañía congenial (Hechos 4:23), y para recibir de él su primer saludo. y dice—recibiendo una inspiración sublime al verbo venir. el Cordero de Dios—la única ofrenda de sacrificio dada por Dios, y dotada por Dios. que quita—“alza y se lleva”. La palabra quiere decir las dos cosas como también el verbo correspondiente del hebreo. En cuanto al pecado, quiere decir hacerse responsable por la culpa. (Éxodo 28:38; Levítico 5:1; Ezequiel 18:20), y llevárselo fuera (como frecuentemente). En las víctimas levíticas las dos ideas se encontraban, como también en Cristo, siendo mirada la culpa del pueblo como transferida a ellas, vengada en su muerte, y así llevada fuera por ellas (Levítico 4:15; Levítico 16:15, Levítico 16:21; y cf. Isaías 53:6; 2 Corintios 5:21). el pecado—siendo usado el número singular para señalar la carga colectiva y la eficacia que lo abraza todo. del mundo—no de Israel solamente, por quien fueron ofrecidas las víctimas típicas exclusivamente. Dondequiera que viviera un pecador en todo el ancho mundo, hundiéndose bajo aquella carga demasiado pesada para él, hallará tal pecador en este “Cordero de Dios”, un hombro capaz de llevar el peso. La nota correcta fué sonada en el principio: bálsamo sin duda al mismo espíritu de Cristo; no hubo después, ni habrá nunca, pronunciamiento más glorioso.

31-34. yo no le conocía—Viviendo separados, el uno en Nazareth, y el otro en el desierto de Judea, lo que hace imposible toda apariencia de colusión, sólo sabía Juan que en tiempo definido, después de su propio llamamiento, su Señor se presentaría. Como se acercaba algún día para el bautismo, el último de toda la multitud, suspirando el espíritu del Bautista bajo un presentimiento divino de que el momento al fin había llegado, y apareciendo en este Extraño un aire de serenidad y dignidad poco común, y no sin algunos rasgos, probablemente, de las facciones de familia, el Espíritu le dijo como a Samuel acerca de su tipo juvenil: “Levántate y úngelo, que éste es” (1 Samuel 16:12). Pero la señal que se le mandó esperar, era la bajada visible del Espíritu sobre él cuando salía del agua bautismal. Entonces, alcanzando a oír la voz del cielo, él vió, y ha “dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios”.

35, 36. estaba Juan—“estacionado”, en su lugar acostumbrado. mirando—“habiendo fijado sus ojos”, con mirada expresiva, en Jesús. que andaba—pero ahora no a él. El haber hecho esto una vez (véase la nota acerca del v. 29) fué humildad suficiente. [Bengel]. He aquí, etc.—La repetición de aquella proclamación maravillosa, en términos idénticos y sin otra palabra, sólo habría podido ser una insinuación suave de seguirle a él, como hicieron algunos.

37-51. JESUS JUNTA A LOS PRIMEROS DISCIPULOS—JUAN, ANDRES, SIMON, FELIPE, NATANAEL.

38. ¿Qué buscáis?—pregunta cortés, atractiva, notable como la primera expresión pública del Redentor. (Véase la nota acerca de Mateo 12:18). ¿dónde moras?—Es decir, “La pregunta ésta es una que no podemos contestar en un momento; pero si tuviéramos trato contigo por una hora tranquila, contentos te expondríamos nuestra carga”.

39. Venid, y ved—Su segunda expresión, más atractiva todavía. la hora de las diez—no las diez de la mañana (como piensan algunos) según la hora romana, sino las cuatro de la tarde, según el cálculo judío, el cual sigue Juan. La hora se menciona para explicar por qué ellos terminaron el día con él: fué porque poco del día quedaba.

40. Era Andrés … uno de los dos—El otro sin duda fué nuestro evangelista. “Su gran sensibilidad se hace ver en su representación de esta primer relación con el Señor; las circunstancias están presentes para él en los detalles más pequeños; todavía se acuerda de la misma hora”. Pero “no informa sobre los detalles de los discursos del Señor por los cuales él era atado a él por toda su vida; permite que todo lo personal se retire”. [Olshausen.] hermano de Simón Pedro—y el mayor de los dos.

41. Hemos hallado al Mesías—La preparación previa de sus corazones sencillos bajo el ministerio del Bautista, hizo de esta convicción trabajo rápido, mientras que otros vacilaban, hasta que la duda se afirmaba en la obstinación. Así es todavía.

42. le trajo a Jesús—¡Hermanos felices que hacen así el uno al otro! mirándole Jesús—“fijó sus ojos en él”, con mirada significativa (como el v. 36). Cephas … Piedra)—(Véase la nota acerca de Mateo 16:18).

43, 44. quiso Jesús ir a Galilea—porque desde su bautismo había quedado en Judea (mostrando que el llamamiento junto al mar de Galilea, Mateo 4:18, fué un hecho subsiguiente, véase la nota acerca de Lucas 5:1). Sígueme—el primer llamamiento formal, habiendo venido a él los tres anteriores espontáneamente.

44. la ciudad de Andrés y de Pedro—ciudad de su nacimiento probablemente, porque parece que vivían en Capernaum (Marco 1:29).

45. Natanael—(Véase la nota acerca de Mateo 10:3). Moisés—(Véase el cap. 5:46). hijo de José—la manera corriente de hablar. (Véase Lucas 3:23).

46. ¿De Nazareth puede haber algo de bueno?—acordándose de Bethlehem, tal vez, como lugar del nacimiento de Cristo, ya predicho, y de que Nazareth no tenía ningún lugar señalado en la profecía, además de ser lugar sin fama buena. La pregunta vino por el temor de equivocación en asunto tan vital. Ven y ve—Remedio noble contra las opiniones preconcebidas. [Bengel.] Aunque Felipe no pudo resolver la dificutlad de Natanael, pudo mostrarle cómo librarse de ella. (Véase la nota acerca del cap. 6:68).

47, 48. un verdadero israelita, en el cual no hay engaño—no sólo no es hipócrita, sino con una sencillez franca no siempre hallada aun en el mismo pueblo de Dios, listo a seguir donde la verdad pueda guiarlo, diciendo como Samuel: “Habla, que tu siervo oye”.

48. ¿De dónde me conoces?—consciente de que se le había leído su mismo corazón, y en aquel momento crítico más que nunca antes. Antes que Felipe te llamara—mostrando que él sabía todo lo que pasaba entre él y Felipe a lo lejos. cuando estabas debajo de la higuera, etc.—donde era común el retiro para la meditación y la oración. [Lightfoot]. Allá, probablemente, oyendo que el Maestro de su maestro al fin había aparecido, y suspirando con deseos de verlo mezclados con temor de engaño, se había retirado para derramar su corazón sincero por luz y dirección, terminando con una oración como ésta: “Muéstrame una señal para bien”. (Véase la nota acerca de Lucas 2:8). Ahora él lo tiene: “Tú, hombre sincero, aquella escena bajo la higuera, con todas sus ansiedades y suspiros, profundos ruegos y esperanzas trémulas, yo la vi toda.” Las primeras palabras de Jesús le habían asombrado, pero esto le abrumó del todo y le ganó.

49. Hijo dè Dios … Rey dé Israel—lo uno significando su persona, lo otro su puesto oficial. ¡Cuánto más sublime es esto que cualquiera cosa que le había dicho Felipe! Pero precisamente así como los poderes vitales de la tierra, cuanto más tiempo están congelados por el frío, más se mueven, una vez soltados, así las almas, como Natanael y Tomás (véase la nota acerca del cap. 20:28), las salidas de cuya fe son estorbadas por un tiempo, toman la delantera a sus hermanos más serenos, una vez sueltos.

50, 51. ¿Porque te dije, etc.—“¡Cómo! ¿Tan fácilmente convencido y por este testimonio sólo?”—una expresión de admiración. De aquí adelante, etc.—La clave de este gran dicho es la visión de Jacob (Génesis 28:12, etc.), a la cual se hace alusión evidente. Para mostrar al patriarca que, aunque él estaba solo y sin amigos en la tierra, los intereses de él estaban ocupando a todo el cielo, le fué hecho ver “los cielos abiertos y los ángeles de Dios que subían y bajaban por una escalera mística que alcanzaba desde la tierra hasta el cielo.” “Algún día”, dice Jesús aquí, “veréis esta comunicación entre el cielo y la tierra abierta ampliamente, y al Hijo del hombre la Escalera real de este intercambio.


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Juan 1

I. PRóLOGO, 1:1-18

El tema central en esta primera sección, llamada comúnmente “Prólogo”, es la encarnación del eterno Hijo de Dios. Describe la introducción de Jesús, el Verbo eterno de Dios, en la esfera de la humanidad. No obstante la aparente sencillez de las expresiones, constituye una de las declaraciones teológicas más profundas y complejas en la Biblia. Ha habido intentos de arreglar el Prólogo en forma poética, pero no hay consenso en ese tipo de arreglo. C. K. Barrett clasifica el texto como prosa poética. Como veremos, casi cada palabra del Prólogo está cargada de un enorme contenido de significado, demandando un cuidadoso estudio para evitar el riesgo de omitir algo de su profunda riqueza.

De entrada vemos un enfoque de la encarnación muy distinto del de los Sinópticos, lo cual constituye una de las muchas indicaciones de la independencia de Juan. Este autor no comienza con la narración del testimonio de Juan el Bautista, como Marcos, ni con la narración del nacimiento del Bautista y Jesús, como lo hace Lucas. Tampoco regresa en su genealogía de Jesús hasta Abraham, como Mateo, ni hasta la creación de Adán, como Lucas. En cambio, Juan retrocedió hasta el comienzo del tiempo (1:1), antes de la creación del universo material, hasta Dios mismo.

Los que rechazan la unidad del Evangelio, o que afirman un desarrollo por etapas en la redacción, sugieren que esta sección no es parte del texto original. Sin embargo, cabe perfectamente como introducción y concuerda en vocabulario y gramática con el resto del Evangelio. Además, los conceptos aquí presentados se desarrollan y se amplían en el resto del manuscrito: p. ej., la excelencia de Cristo como el Verbo de Dios, el irreconciliable conflicto entre la luz y las tinieblas y el testimonio de Juan el Bautista referente al Cristo encarnado. Varios comentaristas ven en estos versículos un resumen de todo el contenido del libro y, en un sentido, todo el resto del libro tiene el propósito de comprobar la veracidad de las afirmaciones del Prólogo.

Lo que inmediatamente llama la atención del lector es el uso del término “Verbo” (gr. Logos G3056) que se aplica al Cristo eterno. Con dos excepciones (ver 1Jo 1:1, Apoc. 19:13), aparte del Prólogo, el término no se encuentra en el NT. No obstante, el concepto que el término expresa corre a través del Evangelio como un hilo dorado y sirve como llave para interpretar sus enseñanzas. Nótese especialmente las distintas relaciones del Verbo en cada una de las cinco subdivisiones del Prólogo.

1. El Verbo y su relación con Dios, 1:1, 2

El primer versículo del Evangelio presenta tres afirmaciones que constituyen la base de la teología cristiana: el Verbo existía antes del comienzo de la creación; el Verbo mantiene una relación íntima con Dios; y el Verbo es divino.

En el principio es casi seguro un reflejo de Gen 1:1. Esta expresión es el título del primer libro de la Biblia hebrea, de modo que sería conocida ampliamente entre los israelitas. Juan está describiendo un nuevo comienzo, una nueva creación. Si Génesis registra la primera creación de Dios, este primer versículo describe la nueva creación de Dios. En ambas ocasiones, el agente de la obra creadora no es un ser subordinado, sino el mismo Verbo de Dios. El término el principio, según William Temple, combina dos significados: nunca existió un tiempo cuando el Verbo no era y nunca existió una cosa que no dependía de él para su existencia.

El vocablo era, del tiempo imperfecto del verbo griego eimi G1510, significa naturalmente acción continua, es decir, el ser eterno del Verbo. Una traducción que capta esta acción sería: “el Verbo estaba siendo continuamente”. Al decir el Verbo era nos hace recordar el nombre con que Dios se reveló a Moisés: “YO SOY EL QUE SOY” (Exo 3:14), y los “Yo soy” de Jesús en Juan. El autor estaba aclarando enfáticamente que el Verbo era antes de la creación y, por ende, el Verbo no fue creado. Nótese la frecuencia del verbo era a través del prólogo (Exo 1:1a, b, c, 2, 4, 8, 9, 15). En contraste, el autor se cuida de no usar el verbo griego ginomai G1096 (ver “fueron hechas”,Exo 1:3; “fue hecho”,Exo 1:3; “hubo”,Exo 1:6; “fue hecho”,Exo 1:10; etc., indicando un comienzo en tiempo y espacio) en relación con Jesús.

El término Verbo (gr., Logos G3056) señala la verdad de que, por su misma naturaleza, Dios se revela. El verbo, o palabra, es el medio por el cual el hombre revela, o expresa, sus pensamientos y voluntad. No es mera información estática acerca de Dios. Es la Palabra dinámica y creativa de Dios; p. ej.: “Entonces dijo Dios [expresó su voluntad]: ‘sea la luz’, y fue la luz” (Gen 1:3). Los eruditos han luchado durante siglos, procurando llegar a un consenso en cuanto a su significado en este contexto.

Morris presenta un desarrollo histórico de logos, indicando su significado para los griegos clásicos, para Filón y para los hebreos del AT. Entre los griegos, Logos solía significar el pensamiento o razonamiento del hombre. Como término filosófico, se refería al alma del universo, o al principio racional del universo. Todo lo existente provenía del Logos. Para el filósofo griego Heráclito, en el siglo VI a. de J.C., Logos, fuego y dios eran esencialmente lo mismo, es decir, la realidad última. Platón menciona el Logos muy poco, pues su preocupación era la distinción entre el mundo material y el verdadero, el celestial de “ideas”. Los estoicos, en cambio, consideraban el Logos como la Razón eterna, una fuerza impersonal, como el supremo principio del universo. El filósofo judío Filón intentó sintetizar el pensamiento griego con el judío y empleó el término Logos para expresar el medio que Dios utilizó para crear y gobernar el universo. Sin embargo, ese “medio” no era divino, y era la primera cosa creada por Dios.

Cuando Juan utilizó el término Logos, sin embargo, tenía en mente un concepto muy distinto al griego y al de Filón. En vez de una fuerza impersonal, o un principio abstracto y alejado de la situación humana, Juan utiliza el término en un sentido muy personal, de un Dios que ama, se compadece y se identifica con los seres humanos, tomando sobre sí su naturaleza, y sufriendo una muerte vergonzosa con el fin de proveer un medio para la reconciliación del hombre con su Creador. A pesar de este significado tan evidente, C. H. Dodd insiste en que Juan fue influenciado tanto por Filón, y su modificación del concepto estoico, como por la literatura judía de sabiduría y por el AT, en su uso de Logos. Morris se diferencia de Dodd, diciendo: “El pensamiento de Juan es suyo propio. Utiliza un término cargado de significado para personas de cualquier formación… Su idea del Logos es esencialmente nueva”.

Así, en la primera afirmación en su Evangelio, Juan insiste en la primera columna fundamental de la cristología: el Logos existió antes de la creación y, por lo tanto, no fue creado él mismo. Borchert lo expresa así: “Lógicamente para Juan el ser esencial (ontológico) del Logos precedió la acción del Logos en tiempo y espacio”.

“Existía la Palabra“ Gen 1:1 “Desde tiempos de Crisóstomo, los comentaristas han reconocido que el ‘era’ de Joh 1:1, tiene distintas connotaciones cada una de las tres veces que se usa: existencia, relación y predicación, respectivamente. ‘La Palabra existía’ tiene afinidad con el ‘yo soy’ de las afirmaciones de Jesús en el cuerpo del evangelio. No cabe especulación alguna acerca de cómo accedió al existir la Palabra: la Palabra simplemente existía” (Raymond Brown).

Y el Verbo era con Dios establece la segunda columna fundamental de la cristología. La preposición griega pros G4314, traducido “con”, enfoca la relación entre el Logos y Dios, indicando a la vez la distinción entre dos seres y la interacción recíproca entre sí. La misma preposición lleva la idea de movimiento hacia otro objeto o persona. Una traducción sería “cara a cara con Dios” y de allí la idea de intercambio recíproco, de proximidad, de intimidad y probablemente también de igualdad.

Y el Verbo era Dios nos lleva al punto más elevado en la cristología bíblica. Morris bien comenta: “Nada más elevado podría decirse. Todo lo que se puede decir acerca de Dios puede decirse apropiadamente acerca del Verbo”. Varias versiones lo traducen: “Y el Verbo era divino”. Los Testigos de Jehová confunden a muchos creyentes, insistiendo que la traducción correcta es: “Y el Verbo era un dios”. Al hacer esto, rebajan a Jesús a un nivel inferior a Dios, Padre, restándole su plena deidad. El que escribe, sirviendo como misionero en América Latina, ha tenido que refutar infinidad de veces esta herejía. El argumento de ellos es que el texto griego lleva el artículo particular ante “Verbo” pero omite el artículo ante “Dios” y, según ellos, cuando falta el artículo particular es necesario suplir un artículo indeterminado. Tal regla puede existir en la gramática de algún otro idioma, pero de ninguna manera es así en el griego. Es tan importante, que mi profesor de griego siempre pedía esta regla en el examen oral del doctorado. La regla reza así: “Algunas veces con un nombre el cual el contexto prueba ser definido, el artículo no se usa. Esto da énfasis sobre el aspecto cualitativo del nombre más bien que su simple identidad” (Manual de Gramática del Nuevo Testamento Griego, Dana y Mantey, trad. por Robleto y Clark, El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, p. 144). Esta regla autoriza la traducción “Y el Verbo era divino” o de la naturaleza de Dios.

Debemos tener cuidado de no salir con la idea de que el Verbo meramente tiene algunos atributos de Dios. BeasleyMurray ha llamado la atención al hecho de que el griego tiene otro término que lleva esa idea. Por ejemplo, Pedro emplea este término (theios G2304, 2Pe 1:4) al referirse a los creyentes que participan en la “naturaleza divina”. Lo que Juan afirma en esta expresión es que el Verbo participa en toda la realidad llamada Dios. Borchet comenta: “Ese Verbo era verdadera deidad y Juan quería que no hubiera ninguna duda al respecto”.

él era en el principio con Dios es una repetición de dos de las afirmaciones del versículo anterior, dando aún más énfasis. Se recalcan la eternidad del Verbo y esa íntima relación entre el Verbo y Dios Padre. Además, se subraya la perfecta unidad entre las dos personas de la Trinidad.

2. El Verbo y su relación con la creación,2Pe 1:3-5

Es natural que Juan haya presentado la relación del Verbo con Dios primero, e inmediatamente su relación con la creación. La primera acción de Dios, como autorrevelación, o autocomunicación, fue la creación, luego la salvación. Veremos que hay una estrecha relación en el NT entre las dos acciones.

El verbo griego ginomai G1096, usado en el v. 3 en el tiempo aoristo, egeneto, significa lit. “llegó a ser” o “llegó a existir”. El verbo griego aoristo, o pretérito indefinido, concibe la creación en su totalidad como un solo acto. Todas las cosas se refiere a todas las realidades existentes, excepto por supuesto Dios mismo. Borchet piensa que, aunque no se mencionan específicamente aquí, estas realidades podrían incluir a los ángeles. Nótese el contraste en la acción del mismo verbo, usado al fin del v. 3, pero en el tiempo perfecto, ha sido hecho, indicando la existencia continuada de las cosas creadas.

Por medio de él se refiere al Verbo como el agente en el proceso de la creación de todas las cosas. Se usa la preposición “por” (dia G1223), al referirse al Verbo, dejando lugar al Padre como fuente (ek G1537) de la creación. Esta distinción en la función del Padre y el Verbo en la creación se mantiene claramente en 1Co 8:6 (ver Heb 1:2). El Padre creó todas las cosas por medio del Hijo, como agente. Sin embargo, donde se presenta la creación como obra realizada juntamente por el Padre y el Hijo, ambas preposiciones se usan al referirse al Hijo (ver Rom 11:36; Col 1:16).

Y sin él no fue hecho nada es una manera de recalcar lo dicho anteriormente en la forma más categórica. Algunos han intentado captar este énfasis así: “y sin él no fue hecho ni una sola cosa” o “no fue hecho nada en absoluto”. Algunos comentaristas piensan ver en esta declaración una refutación del gnosticismo. Este movimiento consideraba que todo lo material era esencialmente malo y por lo tanto no podría haber sido hecho por Dios. Hablaban de las emanaciones de Dios, algo como dioses inferiores, y que uno de éstos, ignorando la naturaleza mala de lo material, fue responsable por su creación. El problema de este argumento es que el gnosticismo no apareció como sistema de pensamiento sino hasta mediados del segundo siglo y hay un consenso de que la fecha de redacción de Juan fue mucho antes. Algunos piensan, aún admitiendo que no haya existido el gnosticismo en el tiempo de Juan, que igual habría habido corrientes con estos pensamientos que Juan estaba refutando, es decir, una especie de gnosticismo incipiente. En todo caso, Juan está afirmando en la manera más categórica que Dios mismo, por medio de su Hijo, es responsable por la creación de todo lo que existe.

Lo que ha sido hecho es una expresión que ha despertado mucha controversia. El lector debe recordar que en el texto original del NT y en las copias más antiguas del texto no existían signos de puntuación, ni división de versículos. Este hecho ha dado lugar a distintas opiniones en cuanto al arreglo del texto. Aquí tenemos un caso concreto en que los grandes eruditos del griego no han llegado a un consenso. Esta última parte del v. 3, según el último texto griego aprobado por las Sociedades Bíblicas Unidas, basado en el análisis de los mejores manuscritos disponibles, se ubica en el v. 4. Corroborando este arreglo del texto está el caso gramatical de lo que ha sido hecho. Si se ubica con el v. 3, esperaríamos encontrar un caso gramatical genitivo, pero está en el caso nominativo, creando una situación anormal. Si se ubica en el v. 4, el caso nominativo encuadra perfectamente. Además, los manuscritos más antiguos que tienen puntuación ubican la última parte del v. 3 en el v. 4. Westcott, Raymond Brown, BeasleyMurray y muchos optan por esta solución. Futuras versiones probablemente seguirán el arreglo en el último texto griego, ubicando esta expresión en el v. 4.

A pesar de lo antedicho, la RVA, Morris y muchos otros optan por dejar la expresión en el v. 3. Una razón para dejarla allí es que el verbo ha sido hecho, del griego ginomai G1096, corresponde más lógicamente con la creación que con lo que sigue, mientras era, del griego eimi G1510, concuerda más con el Verbo. Otra razón es que cuando se ubica en el v. 4 se lee lit. así: “lo que ha sido hecho en él vida era”, lo cual crea grandes dificultades para armonizar con el resto del Evangelio. Un intento de suavizar la traducción sería: “todo lo que ha sido hecho era viviente en su vida”, o “todo lo que ha llegado a ser era vida en él”. Barrett concluye que ambos arreglos son torpes. Que el Verbo sea la fuente de toda la creación es claramente una enseñanza juanina, pero “todo lo que ha llegado a ser es vida en él” no lo es. Así, una solución crea dificultades gramaticales, la otra dificultad es de interpretación.

En él estaba la vida lleva la revelación a un nuevo nivel. De la creación en general, visto arriba, se introduce la creación de vida, el nivel más elevado de la creación. El término “vida” se usa 36 veces en Juan, 17 en Apocalipsis y 13 en 1 Juan. Normalmente, el término en Juan se refiere a vida eterna (ver 3:16), la salvación que Dios ofrece al hombre por medio de su Hijo. Sin embargo, en este versículo se usa en el sentido más amplio. El texto no dice que la vida fue creada por medio del Verbo, o llegó a existir, sino que estaba en el Verbo. Morris comenta que sólo porque hay vida en el Verbo hay vida en lo demás de la creación, es decir, la vida no existe por derecho propio. Como es característico de Juan, probablemente hay un doble significado en la presentación del concepto “vida”. Primero, se refiere a la vida general que se ve en la creación y que procede del Verbo, pero también este concepto nos lleva a la idea de vida espiritual, uno de los temas principales en Juan. Juan relaciona el concepto de la vida con el Verbo a través de su Evangelio (ver 3:16; 5:26, 40; 6:51, 53-58; 10:10, 17, 18; 11:25; 14:6). Nótese especialmente 5:26 donde Juan relaciona la vida en el Verbo con la de Dios: “Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también dio al Hijo el tener vida en sí mismo”.

Y la vida era la luz de los hombres agrega todavía otro elemento en el ministerio del Verbo, relacionando estrechamente los conceptos de la vida y la luz. Algunos han procurado explicar el significado de la “luz” (fos G5457) como la inteligencia, o la conciencia, de los hombres, relacionándola con la Ilustración, como se hace hoy en día. Antiguamente, la luz era un símbolo importante de la deidad y las fuerzas del bien, p. ej., en el dualismo persa del conflicto entre la luz y las tinieblas. Este mismo concepto apareció en los Rollos del Mar Muerto.

“Luz” y “vida” son términos místicos que Juan emplea con notable frecuencia. Contando las 23 referencias en el Evangelio y 6 en 1 de Juan, el uso de “luz” en Juan constituye más de un tercio de todas las veces que se usa en el NT. En vez de buscar el significado en su uso histórico, o en las filosofías del Medio Oriente, sería más provechoso buscar en el AT los pasajes que se refieren a Dios como la fuente de la luz y la vida. El salmista indica que Dios es la fuente de la vida y la luz: “Ciertamente contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz” (Job 36:9). Juan, siguiendo el concepto del salmista, afirma que el Verbo mismo es la vida y la luz de los hombres. En el texto griego, Juan ubica un artículo definido ante “vida” y “luz”. De acuerdo con esta construcción, Plummer lo traduce así: “la vida era la verdadera luz…”. Como Juan ha vinculado la vida con el Verbo de Dios, ahora lo hace con la luz. Introduce la idea de que el Verbo es el que vivifica (da vida, p. ej.,Job 8:12; Job 9:5; Job 12:46) y el que ilumina (da luz espiritual, p. ej.,Job 8:12; Job 12:36), temas que corren a través del Evangelio. La resurrección de Lázaro llega a ser una ilustración del poder vivificador del Verbo, como la vista dada al ciego de nacimiento una ilustración del poder iluminador del Verbo.

En el v. 5 se introduce otro término místico, “tinieblas” (skotia G4653), que se encuentra 8 veces en este Evangelio y 6 en 1 Juan, haciendo 14 de las 17 veces que se usa en todo el NT. Las tinieblas es la antítesis natural de la luz, tanto en el mundo material como en el espiritual. La función de la luz es iluminar los lugares oscuros y combatir o vencer la oscuridad. Este antagonismo irreconciliable y lucha entre la luz y las tinieblas es un tema dominante en el Evangelio, como en los Rollos del Mar Muerto. En éstos se encuentra todo un documento bajo el título “La guerra de los hijos de la luz con los hijos de las tinieblas”.

Antes de haber energía eléctrica para iluminar las calles de las ciudades, cada ciudad empleaba a un hombre para recorrer las calles al atardecer, encendiendo las lámparas de algún combustible. Se comentaba que uno podría ver bien cuándo y dónde había pasado este empleado, pues dejaba una huella de luz. En el sentido espiritual, el Hijo de Dios cumple exactamente esa función. Ahora, el creyente y la iglesia que cumplen su misión, dejan una huella de “luz” por dondequiera que pasan.

Es importante fijarse en el cambio del tiempo de los verbos, que hasta ahora son del pasado; resplandece, en cambio, es del tiempo presente progresivo y descriptivo. La idea es que la luz brilla continuamente, no dejando nunca de ejercer su influencia. Westcott observa que el verbo “resplandece”, faino G5316 en griego, apunta a la acción esencial de la luz en sí misma en vez del efecto de la luz en iluminar a los hombres.

Y las tinieblas no la vencieron expresa la respuesta obtenida por la iluminación de la luz. Las “tinieblas” es un término metafórico que, en el cuarto Evangelio (Job 8:12; Job 12:35, Job 12:46; ver 1Jo 1:5; 1Jo 2:8-9, 1Jo 2:11), se refiere a todo lo que se opone al cristianismo. Es oscuridad moral y espiritual. El verbo “vencieron” (katalambano G2638) es un vocablo compuesto que significa lit. “recibir hacia abajo” y, de allí, “echar manos sobre”, “agarrar”, “capturar”, “obtener”, “tomar posesión de”, “vencer”, “comprender”, etc. Cualquiera de estos significados sugiere que la manifestación de la luz fue rechazada por las tinieblas, un concepto que se expresa explícitamente en el v. 11. Con esta afirmación, Juan rechaza categóricamente el dualismo que iguala el poder de las tinieblas con el de la luz. Borchert comenta que el Evangelio de Juan toma muy en serio el mal y las tinieblas, y agrega: “El impacto cabal de tal batalla se reconoce en el Evangelio cuando Judas sale para concretar su acto malo”. En ese momento Juan dice: “y ya era de noche” (1Jo 13:30).

Raymond Brown y BeasleyMurray niegan que haya un concepto de conflicto en el verbo katalambano G2638, optando por una traducción como, p. ej., “no la comprendieron”. Pero la RVA y otros insisten en una traducción que incluye el elemento de conflicto, haciendo honor al tema que corre a través del Evangelio. Siguiendo este énfasis, Mateos y Barreto lo traducen así: “las tinieblas no la ha extinguido” o “no la ha sofocado”. Toda la misión de Jesús fue una de conflicto entre la luz y las tinieblas, culminando en Getsemaní y la cruz. Por eso, el verbo “vencer” cabe bien en este contexto. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no tenían el poder para detenerla, mucho menos vencerla.

3. El Verbo y su relación con Juan el Bautista,1Jo 1:6-8

Aun los que consideran que el prólogo se presenta en forma poética, reconocen que estos tres versículos tienen todas las evidencias de prosa. Se discute si estos versículos caben aquí, o si originalmente se unían directamente con el v. 19 para formar el comienzo del Evangelio, el prólogo siendo agregado después por el evangelista. No hay consenso entre los comentaristas sobre estos dos problemas críticos: la naturaleza del texto y la unidad del Evangelio.

Hubo un hombre marca una clara distinción entre Juan y Jesús. Es sorprendente y difícil de explicar el hecho de que aparezca una referencia a Juan en el prólogo, máxime cuando no se lo distingue de varios otros con el mismo nombre. Morris encuentra una explicación en la prominencia acordada a Juan por algunos de sus seguidores. A pesar de que los Evangelios presentan a Juan como el precursor y testigo de Jesús, parece que algunos de sus seguidores querían elevar aún más a su maestro, hasta que algunos se preguntaban si Juan no sería el Mesías esperado (ver Luk 3:15).

El verbo “hubo”, egeneto (aoristo del verbo ginomai G1096), se usa en relación con Juan y se traduce lit. “llegó a ser” o “llegó a haber”, indicando un comienzo en el tiempo y el espacio. En contraste, como ya hemos visto, el verbo eimi G1510 se usa al referirse a Jesús, indicando un ser eterno. Enviado por Dios es una expresión usada frecuentemente en el AT y el NT. Se usa en este Evangelio de todos los siervos de Dios y especialmente al referirse a Jesús (ver 5:20; 6:38, 57; 17:8, 18; 20:21). Aquí se usa en relación con Juan el Bautista (ver 1:33; 3:28), indicando a uno que goza de una misión divina, no humana, y el respaldo de Dios mismo. El autor, al marcar una distinción muy clara entre Jesús y Juan, de ninguna manera tiene la intención de rebajar a éste.

Que se llamaba Juan es una expresión que, según algunos, apunta implícitamente al apóstol Juan como el autor del Evangelio. Morris pregunta: “¿Quién más introduciría al Bautista como Juan, sin mayor descripción?”. Esta evidencia adquiere más peso cuando observamos el cuidado que el autor normalmente toma para evitar confusión de nombres (6:71; 12:4; 13:2; 14:22; 18:2; 19:25, 38). Es cierto que los otros Sinópticos hacen lo mismo, pero con menos frecuencia. El nombre “Juan”, Yohanan en heb., significa “Jehová ha sido misericordioso”.

él [Este] vino como testimonio indica el propósito de la misión que Dios asignó al Bautista. El término “testimonio” (marturia G3141) es el mismo del cual proviene nuestro “mártir”. El sustantivo gr. marturía se usa 14 veces en este Evangelio y 37 veces total en el NT, mientras que el verbo martureo G3140 aparece 33 veces en Juan. Plummer observa que la forma sustantiva y verbal aparecen frecuentemente en Juan, pero, en cambio, el adjetivo mártir (martus G3144) no se emplea. A veces el término se usa para referirse al testimonio porque se consideraba que el testimonio supremo se daba al morir como mártir de la fe cristiana. El testimonio es una afirmación o aseveración de una cosa de la cual uno está absolutamente seguro. El mártir cristiano, al morir, daba testimonio de su fe en Jesucristo y de la veracidad del evangelio.

Juan insistía que lo que escribía era verídico y que había muchos que daban testimonio a ese hecho. Se mencionan siete que dan testimonio de Jesús: el Padre (5:31, 37; 8:18), Cristo mismo (8:14, 18), el Espíritu Santo (15:26; ver 16:14), las obras de Jesús (5:36; 10:25), las Escrituras (5:39, 45 ss.), Juan el Bautista y una serie de otras personas, entre las cuales figuran la mujer samaritana (4:39), la multitud (12:17) y los discípulos (15:27).

A través del Evangelio, Juan el Bautista se presenta como el que da testimonio. Tal es que muchos opinan que el título “Juan el Testigo” sería más apropiado que “Juan el Bautista”. Es cierto que Juan fue enviado a bautizar, pero el Evangelio pone más énfasis en él como el que da “testimonio” (1:7, 15, 23, 26, 27, 29, 32-34, 36, 40; 3:26-30; 5:33).

A fin de dar testimonio de la luz define más concretamente la misión de Juan, es decir, la naturaleza de su testimonio. Su testimonio sería “con respecto a la luz” o “acerca de la luz”, y el contexto aclara que la luz era el Verbo, el Hijo de Dios (ver 8:12; 9:5). Le tocaría a Juan el identificar a Jesús como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (1:29). En los Sinópticos se enfatiza la predicación de arrepentimiento y la práctica del bautismo, inclusive el bautismo de Jesús. En cambio, Juan no menciona el bautismo de Jesús pero enfatiza su misión de dar testimonio. Nótese la repetición del término “testimonio” en el v. 7, un mecanismo usado frecuente en Juan para dar énfasis.

Para que todos creyesen por medio de él indica que el hecho de dar testimonio acerca de Jesús no era un fin en sí, sino que apuntaba a un propósito evangelístico, que todos creyesen en la luz. Juan se conoce como el “Evangelio de la fe” por el énfasis que el autor pone sobre esta respuesta a Dios. Es un evangelio universal en el sentido de que está abierto a todos. Dios no excluye a nadie. El verbo creyesen es un subjuntivo del aoristo que apunta a una acción definitiva de fe. Este verbo, como es empleado en Juan, se refiere a mucho más que a un mero asentimiento mental. Requiere conocimiento de los hechos básicos del evangelio, un cambio de pensar, una confesión de fe y un compromiso de vida y de por vida. Por medio de él podría gramaticalmente referirse a Jesús o a Juan, pero es claro que se refiere a éste último. El NT afirma que uno cree en Jesús para la salvación; no es que cree “por medio de” él.

No era él la luz es una categórica negación de que Juan el Bautista fuera el Mesías, como algunos de sus seguidores aparentemente habían llegado a pensar. Su audacia y la autoridad con que predicaba y denunciaba el pecado del pueblo había llevado a algunos a esa conclusión. El pronombre “él” traduce el término griego ekeinos G1565 que suele traducirse “aquel”; en la NVI es “él mismo”, con un sentido enfático.

Sino que vino para dar testimonio de la luz repite la naturaleza limitada de la misión de Juan el Bautista. Se concentraba en una sola cosa: “dar testimonio de la luz”. Se introduce con el adversativo fuerte “sino”, marcando un agudo contraste. El verbo vino, en el texto de la RVA, no figura en el texto griego; es una construcción abrupta que enfatiza lo que sigue.

4. El Verbo y su relación con el mundo, 1:9-13

Con esta sección, el autor vuelve a la consideración del Verbo y agrega dos hechos asombrosos. El Verbo eterno, siendo verdadero Dios, tomó sobre sí la naturaleza humana y, segundo, cuando lo hizo, la humanidad en general no quiso recibirlo. Morris comenta: “Juan toma cuidado para que no perdamos de vista ni las buenas nuevas de la encarnación de Dios, ni la tragedia del rechazo de parte de la humanidad”.

Aquel era la luz verdadera es una respuesta categórica a las pretensiones exageradas de los discípulos de Juan respecto a su amado maestro, o de cualquier otra persona que se proclamara el Mesías de Dios. Juan contrasta la luz del Verbo, la verdadera, con todas las demás luces. En comparación, la más brillante de esas luces es como la de un fósforo al lado de la del Sol. El pronombre Aquél no está en el texto original, pero se sobrentiende, apoyándose en la última palabra del versículo anterior. El término “verdadero” o “la verdad” es otro tema central en el cuarto Evangelio. El término griego alethinos G228 enfatiza lo completo, lo auténtico, lo perfecto y lo genuino, mientras que en el hebreo, que está detrás de la LXX (Septuaginta), agrega los conceptos “digno de confianza”, “fidelidad”, “duradero” y “lo que se ajusta a la realidad”.

Que alumbra a todo hombre que viene al mundo es una construcción complicada en el texto original, admitiendo dos traducciones distintas. El problema consiste en determinar cuál es el sujeto del verbo “que viene”. La RVA entiende que el sujeto es “todo hombre”, pues el género y caso de “hombre” concuerda con el participio griego “que viene” y se ubica inmediatamente antes. Sin embargo, Juan nunca habla de los hombres que vienen al mundo, ni de la humanidad que viene al mundo. La expresión “que viene al mundo” se reserva para el Hijo de Dios y, por eso, muchos traductores se inclinan para una traducción que refleje esa opinión, tal como, p. ej.: “Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo” (NVI).

El autor no define el significado de alumbra a todo hombre. Juan aclara que los que rechazan a Cristo andan en tinieblas (3:19 ss.) y hay un sentido en que la luz alumbra solo a aquellos que creen en Cristo. Sin embargo, la “luz verdadera” ha irradiado una iluminación general suficiente para que toda la humanidad sea responsable si la rechaza (ver Rom 1:20).

En el mundo estaba introduce tres ideas en cuanto al Verbo de Dios. Primero, el verbo estaba es del tiempo imperfecto, indicando una presencia continua. Segundo, y el mundo fue hecho por medio de él repite el concepto del v. 3, recordando que todo lo que existe en el mundo “llegó a existir” por su intervención personal. Tercero, Juan llega a la culminación de su argumento: pero el mundo no le conoció. Nótese la progresión del argumento. El Verbo de Dios vino personalmente al mundo, creó el mundo y todo lo que en él hay, pero trágicamente el mundo no le conoció. Obsérvese el cambio en el significado del término mundo empleado tres veces en este versículo. Primero, se refiere al mundo habitado; segundo, se refiere al mundo terrenal y todo lo que en él está; tercero, se refiere a la humanidad caída y, sin embargo, el objeto del amor de Dios (Rom 3:16).

No le conoció merece una atención especial. El verbo es de tiempo aoristo, indicando una acción decisiva, de una vez. Se refiere a un conocimiento más que intelectual; Juan tiene en mente un conocimiento íntimo y personal, que incluye un compromiso. La razón por esta falta de conocimiento, como se aclara luego, no es falta de oportunidad, ni conocimiento intelectual, sino se debe a la voluntad contraria, rebelde, el eterno no querer (ver 5:40; también Isa 29:16; Isa 51:13; Hos 8:14) .

Juan emplea frecuentemente la repetición como mecanismo para enfatizar un concepto. El v. 11 cumple este propósito. La tragedia del rechazo se presenta en su dimensión más lamentable e inexcusable. A lo suyo vino es lit. “a sus propias cosas vino” o “a sus posesiones vino”. Morris comenta que la expresión se traduce “en su casa” en otros pasajes (p. ej.,Hos 19:27). Hay un ligero cambio entre lo suyo y los suyos : el primero, de género neutro, se refiere a todas las cosas, pero el segundo, de género masculino, a seres humanos.

Lo lógico es que los suyos, los judíos, de entre toda la humanidad, tendrían que haberlo recibido primero. No es que vino a una tierra extraña, a un pueblo extraño, ni al mundo en general, sino que vino a Israel, el pueblo de Dios que había gozado abundantes bendiciones de su mano. Esta vez Juan no dice “no le conoció” (v. 10), sino que no le recibieron, pero las dos expresiones están íntimamente relacionadas, la primera dando lugar a la segunda. El verbo recibieron implica una bienvenida o una recepción a una relación personal e íntima, tal como la conyugal (ver 14:3; Mat 1:20, Mat 1:24). El tiempo aoristo del verbo indica una acción decisiva y final.

Pero a todos los que le recibieron indica dos cosas: primero, el rechazo no fue total y, segundo, la decisión de recibirle dependía de la disposición de cada uno. En vez de todos, “todos cuantos” capta mejor el término griego josos G3745. Plummer encuentra una ligera distinción entre “recibieron” (paralambano G3880) en el v. 11 y recibieron (lambano G2983) en el v. 12: el primero lleva la idea de “recibir algo de la mano de otro, o aceptar lo que es ofrecido” mientras que el segundo señala “la recepción espontánea de individuos, sean judíos o gentiles”.

A los que creen en su nombre es una repetición para énfasis y aclaración del concepto en la cláusula anterior. Según Juan, “recibirle” y “creer en su nombre” son expresiones sinónimas.

Les dio derecho de ser hechos hijos de Dios encierra tres términos importantes en la cristología juanina. El Verbo de Dios les dio, a los que creen en su nombre, la gracia o dádiva de aceptarle. La salvación es una dádiva, o gracia, de Dios de principio a fin. Derecho de ser se entiende como “autoridad” o “privilegio” más bien que “poder”. Además, el verbo ser traduce un término griego que significa “llegar a ser”. Las personas que reciben a Jesús, reciben a la vez la autoridad de ese enorme privilegio de llamarse “niños de Dios”. El tercer término, hijos, en griego tekna G5043, es lit. “niños”. El NT presenta a Dios como Padre de todos los seres humanos, pues es su Creador, pero sólo son hijos, o niños, de Dios los que nacen espiritualmente por fe en Jesús (cap. 3).

Los cuales nacieron introduce una explicación de cómo los seres humanos entran en la familia de Dios, empleando tres veces

la negativa y finalizando con la positiva. No de sangre, o lit., “de sangres”, una expresión por cierto extraña. El plural puede apuntar a la sangre de ambos padres, o, según algunos comentaristas, al hecho de que el nacimiento involucra muchas gotas de sangre. Ni de voluntad de la carne probablemente se refiere al deseo sexual, es decir, el que surge de los impulsos naturales del cuerpo humano. Carne aquí no lleva la connotación pecaminosa que se observa en los escritos paulinos. Ni de la voluntad de varón, o del esposo, quizás una indicación de que la iniciativa sexual generalmente proviene de él.

En una variante de menor valor en el texto gr., el verbo “nacido” en singular, da lugar a una referencia a la encarnación del Verbo de Dios, como un milagro de acción divina, así anticipando el v. 14. Según algunos comentaristas Juan quiso relacionar el milagro de la regeneración de los creyentes con el milagro de la encarnación.

Sino de Dios es una cláusula en que Juan emplea una conjunción adversativa fuerte para poner en contraste las tres posibles fuentes del nacimiento espiritual con la fuente verdadera. No fue por descendencia, ni deseo, ni poder humano. Se excluye toda iniciativa humana; el nacimiento espiritual es un verdadero milagro de Dios. Juan emplea una figura audaz en el verbo nacieron (gennao G1080), el cual se refiere a menudo a la acción del varón en la concepción de un hijo. Hay un énfasis especial en el texto griego por ubicar el verbo como última palabra en el versículo. En el texto original se lee así: “los cuales no de sangres, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios nacieron”.

5. El Verbo y su encarnación, 1:14-18

Llegamos a uno de los misterios más grandes de la fe cristiana. Plummer dice que Filón bien pudo haber afirmado las verdades en los vv. 9-13, pero hubiera retrocedido ante las declaraciones de esta sección. Juan no describe los eventos históricos en relación con el nacimiento de Jesús como lo hacen Lucas y Mateo, mostrando su independencia de ellos, pero expresa la misma verdad en forma más escueta y filosófica. Recién en esta sección Juan revela el hecho de que el Verbo eterno y Jesús de Nazaret son la misma persona.

Y el Verbo si hizo carne es otra frase cargada de verdad evangélica, constituyendo una de las afirmaciones teológicas básicas del cristianismo. El término Verbo se repite tres veces en el v. 1 y sólo aparece otra vez hasta aquí, pero todo el Prólogo enfoca su persona. La conjunción Y (kai G2532) retoma el pensamiento del v. 1. El Verbo eterno, introducido como coexistente con Dios, aquí llega a participar plenamente de la naturaleza humana. El agente de la creación llega a ser (egeneto



II. EL TESTIMONIO DE LOS HOMBRES, 1:19-51

Con esta sección, entramos en la primera división principal del Evangelio que cubre el resto del cap. 1. Incluirá el testimonio de Juan el Bautista y cuatro de los discípulos: Andrés, Pedro, Felipe y Natanael. Morris sugiere que el autor quiso relatar los notables eventos que tuvieron lugar en días sucesivos de una semana. Nótese las referencias al comienzo de los días (1:29, 35, 43; 2:1, etc.).

1. El testimonio de Juan el Bautista, 1:19-34

En esta sección el Bautista presenta su testimonio de Jesús a dos grupos: primero, responde a la interrogación de los fariseos y, luego, identifica y presenta a Jesús a las multitudes que acudían a ser bautizadas.

(1) Juan el Bautista y los fariseos, 1:19-28. Cada uno de los Evangelios presenta la persona y el ministerio de Juan el Bautista como una persona importante, el mismo precursor de Jesús y el que lo iba a presentar al mundo. Ya se ha mencionado brevemente en el Prólogo (1:6-8, 15), siempre en relación con su testimonio del Verbo de Dios.

La RVA omite la conjunción “y” con que se inicia el v. 19 y que relaciona lo que sigue con el Prólogo, siendo común en ambas secciones el testimonio de Juan. Este es el énfasis en el ministerio de Juan, más que los bautismos que realizaba. Los otros Evangelios dan más detalles sobre el nacimiento y la vida de Juan (ver Mat 3:1-17; Mat 11:1-19; Mat 14:1-12; Mar 1:2-11; Mar 6:14-29; Luk 1:5-24, Luk 1:57-80; Luk 3:1-20; Luk 7:18-35), pero el autor lo presenta como alguien bien conocido. Otra vez observamos la independencia de Juan en relación con los otros Evangelios.

La narrativa propia del Evangelio comienza con la venida de una delegación oficial, enviada desde Jerusalén, para investigar al Bautista. Comienzan preguntando ¿Quién eres tú? La construcción en gr., “Tú, ¿quién eres?”, es más enfática y quizás connota un tono despectivo. Insistían en saber su identidad y la naturaleza de la misión que estaba cumpliendo. Se ve que la predicación de Juan había captado la atención de la jerarquía judía oficial de Jerusalén y ellos querían estar seguros de su ortodoxia. ¿Cabría este predicador radical en las categorías de figuras escatológicas esperadas? Además, era deber de los líderes judíos, ante las autoridades romanas, el mantener la paz en Judea porque si no, corrían el riesgo de perder su posición y autoridad. Movimientos de multitudes, tales como el gran número de personas que acudían a Juan, despertarían sospechas de insurrección.

Juan el Bautista El milagroso nacimiento de Juan, hijo del sacerdote Zacarías y Elisabet, es presentado por Lucas como parte de la preparación de Dios para el nacimiento de su Hijo unigénito. Este niño tendría la responsabilidad de preparar el camino para el Mesías (Luk 1:13-17). Los evangelistas lo presentan como un profeta que vivía en el desierto, se vestía con ropa de pelo de camello, y comía langostas y miel silvestre. Era un predicador popular, y la gente iba al desierto para escucharlo. En su mensaje hablaba de la necesidad de arrepentirse, de producir “frutos dignos de arrepentimiento” (Mat 3:8), y de prepararse para la venida del Mesías, “porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mat 3:2).

Juan el Bautista no es el autor del Evangelio de Juan, sino que es presentado como el precursor de Jesús, el que prepara el camino. El autor del Evangelio enfatiza que Juan declara vez tras vez que él no era el Mesías (Mat 1:6-8, Mat 1:15, 19-34; Mat 3:22-30). Esto tiene gran importancia porque había personas aun en el segundo siglo d. de J.C., que todavía creían que Juan era el Mesías.

Juan predicó contra la inmoralidad del tetrarca Herodes y Herodía, la mujer de su hermano Felipe. Como resultado de esta predicación perdió su vida, cuando fue decapitado por orden de Herodes para cumplir una promesa hecha a la hija de Herodía e instigada por ella. Herodes, un hombre débil, amoral y supersticioso, al oír de la fama de Jesús creía que Juan el Bautista había resucitado, y dijo: “Por esta razón operan estos poderes en él” (Mat 14:2).

La primera referencia a los judíos llama la atención, siendo considerada como una manera de indicar el antagonismo que existía entre los seguidores de Jesús y la jerarquía judía de Jerusalén. La expresión se usa a través del Evangelio en este sentido, excepto en 4:22 donde Jesús dice que la salvación procede de “los judíos”. El autor hace una distinción entre los judíos, frase usada más de 50 veces en este Evangelio, y “las multitudes”. Este grupo se componía mayormente de las masas de Galilea y otros que simpatizaban con el mensaje de Jesús.

Muchos comentaristas opinan que tal tensión entre los creyentes en Cristo y el judaísmo oficial no se manifestó sino hasta fines del primer siglo, siendo ese uno de los argumentos para fijar la fecha de composición de Juan en ese período. Sin embargo, esta tensión se notaba muy temprano, aun en los primeros capítulos de Hechos, y en una forma violenta en el martirio de Esteban.

él confesó es un verbo compuesto en el griego, usado dos veces en el v. 20, que significa “decir lo mismo” o “hablar de acuerdo de”, y llegó a connotar una declaración pública y solemne (ver Mat 7:23). Y no negó repite el sentido del verbo anterior, pero en forma negativa, una combinación característica de Juan (ver 1:3). Yo no soy el Cristo es la manera más categórica de rechazar las supuestas pretensiones de sus discípulos. De aquí en adelante, el autor deja el término filosófico “Verbo” o “Logos”, y comienza a emplear el título judío (hebreo “Mesías”, griego “Cristo”), que significa “el Ungido”. El título Cristo es la transliteración del término en gr. En el AT se practicaba el ungimiento para personas especialmente asignadas por Dios para tareas importantes, p. ej., sacerdotes, reyes, etc. Pero el Mesías no sería “un ungido”, sino “el Ungido” de Jehová.

Borchert sugiere que las pretensiones de los discípulos del Bautista, en el sentido de que su maestro sería un mesías, quizás se basaba en el hecho de que en los Rollos del Mar Muerto se encuentra la esperanza sorprendente de la venida de dos mesías, uno sacerdotal y otro davídico. Quizás algunos pensaban que el Bautista sería uno de estos dos.

El profeta Malaquías había anunciado que Jehová enviaría al profeta Elías como precursor antes de venir “el día de Jehová, grande y temible” (Mal 4:5). Se entiende que “el día de Jehová” se refiere a la venida del Mesías (ver Mat 11:14; Mat 17:10-13). Probablemente los líderes enviados desde Jerusalén estaban pensando en esta profecía de Malaquías. No lo soy es la segunda negación de Juan, pero no agrega ningún detalle para satisfacer la inquietud de los líderes en cuanto a su identidad. Al negar su identidad con Elías, Juan está diciendo que él no es Elías regresado a la tierra literalmente.

¿Eres tú el profeta? es una pregunta que parece más general, pero los líderes estarían pensando en una persona definida al decir el profeta. Si no era Elías, sería uno como Moisés de acuerdo con lo que Jehová le había dicho a éste, que levantaría a otro como él (Deu 18:15-18). Ante esta tercera pregunta, Juan contesta con la sola palabra de negación no. Obsérvese que Juan no provee información más allá de lo que le habían preguntado. Es de notar que son tres preguntas y tres negaciones, cada una más breve que la anterior: “Yo no soy el Cristo”, “no lo soy”, “no”. Quizás las contestaciones del Bautista tienen que ver con la demanda de tres testigos para hacer constatar una verdad (ver Deu 17:6; Deu 19:15; Mat 18:20; 1Co 14:27, 1Co 14:29; 2Co 13:1; 1Ti 5:19; Heb 10:28). Vemos la triple repetición de personas y eventos tan común en las Escrituras: triple negación de Pedro (Heb 18:17, Heb 18:25, Heb 18:27); la triple pregunta de Jesús a Pedro “me amas” y la triple afirmación (Heb 21:15-17); la triple visión que Pedro tuvo en Jope (Act 10:9-16); los tres mensajeros que Cornelio envió a Jope a buscar a Pedro (Act 10:19).

Cristo, Elías y Moisés tenían en común el ministerio de exhortar a Israel a prepararse para la intervención dramática de Jehová en la humanidad. Los líderes de Jerusalén tendrían sumo interés en saber si Juan se clasificaba con uno de estos tres.

No habiendo recibido satisfacción de las preguntas anteriores, y habiendo recibido solamente una serie de negaciones, dejan de sugerir su identidad y demandan que Juan mismo se identifique (v. 22). Necesitaban datos concretos para llevar de vuelta a los que les habían enviado.

Ahora sí, en el v. 23 Juan se identifica y lo hace con una cita del profeta Isaías (Isa 40:3; ver Mat 3:3; Mar 1:3; Luk 3:4). En los Sinópticos la profecía fue aplicada a Juan por el autor, pero aquí Juan se lo aplica a sí mismo. La cita resta importancia a Juan, como persona. él no es el Mesías, ni el profeta, sino meramente una voz exhortando a la gente a prepararse para la venida del Mesías. Enderezad el camino… se refiere a la preparación necesaria en aquel tiempo para recibir a una persona importante, eliminando los obstáculos y curvas en el camino que estorbarían la marcha de los carros.

Los mejores manuscritos omiten el artículo los que del v. 24, dejando cierta ambigüedad en la traducción. Según la RVA y otras versiones, todos los enviados eran fariseos, lo cual no es probable (ver v. 19). Tampoco es probable que hubiera dos delegaciones, como sugiere la traducción de Phillips. Plummer, Morris, la NEB y varios intérpretes opinan que la mejor solución lo dejaría así: “Y algunos fariseos que estaban en la delegación le preguntaron”. Parece que los fariseos de la delegación no estaban contentos con el progreso hasta ese momento y, como grupo dentro de la delegación, hicieron preguntas. Fueron justamente los fariseos los que estarían celosos por innovaciones en los ritos judíos.

Ellos querían saber con qué autoridad Juan exigía el bautismo de los judíos. El bautismo no era una práctica nueva, sino un rito normal exigido a los convertidos de otras religiones. Lo que indignaba a los fariseos es que Juan estaba tratando a los judíos como si fueran paganos.

Yo bautizo en agua no parece ser una contestación directa a la pregunta de los fariseos. Probablemente, Juan entendía que estaban demandando sus credenciales y él respondió señalando a uno que tenía autoridad sobre ritos y credenciales. Yo es enfático y es lógico que esperaríamos una referencia a otro que bautiza, como sucede en los tres Sinópticos donde se aclara que “él os bautizará en el Espíritu Santo y fuego” (ver Mat 3:11). Pero en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. La conjunción adversativa pero no está en el texto gr. y, basado en esto, Plummer observa que estas dos cláusulas ilustran el paralelismo característico de Juan, marcando un agudo contraste entre el Bautista y su sucesor. El autor, mostrando otra vez su independencia, deja de lado el tema del bautismo y apunta al Mesías que ellos no conocían (ver v. 11). El verbo está lit. significa “está firmemente en pie”. Vincent entiende que esta conjugación verbal describe la actitud firme y dignificada de Cristo.

Vosotros es doblemente enfático: por la ubicación y por el uso del pronombre personal.

él es el que viene después de mí (v. 27) repite lo expresado en el v. 15. Las dos primeras palabras, él es, no están en el texto gr., pero la cláusula claramente se refiere a Cristo. De quien yo no soy digno de desatar la correa del calzado establece la grandeza de aquél que venía y, en comparación, la indignidad personal del Bautista. La correa era una cuerda de cuero que se usaba para atar la sandalia al pie. El esclavo más humilde tenía la tarea de desatar la correa de su dueño. Morris cita un dicho rabínico: “Todo servicio que un esclavo realiza a favor de su dueño un discípulo lo hará a favor de su maestro, excepto el desatar la correa de su sandalia”. En esta manera, el Bautista se ubica en el rango más bajo de servicio, rechazando categóricamente toda pretensión de grandeza que aparentemente algunos de sus discípulos le asignaban.

Esta sección termina con una identificación de la zona donde Juan estaba bautizando, pero no hay seguridad del lugar preciso. Orígenes, en el tercer siglo, dado que no encontró un pueblo por este nombre, insertó en su texto griego el nombre “Bethabarah”, un pueblo conocido, pero todos los mss. más antiguos tienen Betania. No se debe confundir este lugar con la Betania cerca de Jerusalén, hogar de María, Marta y Lázaro. El autor aclara que se trataba de un lugar al otro lado del Jordán, es decir, con referencia a Jerusalén. Por lo tanto, estaba al este del Jordán y en la zona un poco al sur del mar de Galilea (ver vv. 29 y 43).

(2) Juan el Bautista y Jesús,Mat 1:29-34. Llama la atención el hecho de que el autor, aún sabiéndolo, haya omitido la tentación y el bautismo de Jesús, lo cual seguramente ocurrió antes del evento relatado aquí. Esta sección es la primera de tres en la parte final del cap. 1, cada una presentando una confesión en la cual Jesús es identificado. Borchert observa que el autor emplea repetidas veces, con fineza literaria, tres verbos temáticos: “viendo”, “encontrando” y “conociendo”.

Al día siguiente señala el comienzo del segundo día de la primera semana que Juan registra. Este es el gran día en que el Bautista identifica públicamente a aquel del cual él había dado testimonio anteriormente, a la vez indicando cómo llegó a conocer que Jesús era el Verbo de Dios. Es casi seguro que la delegación de Jerusalén ya había regresado, dejando al Bautista con las multitudes. Juan vio a Jesús que venía hacia él y dijo no significa que es la primera vez que Juan lo había visto o conocido (ver vv. 32-34).

¡He aquí...! traduce un imperativo del verbo “ver” (jorao G3708), tercera persona singular que significa “mire”, pero generalmente se usa como una interjección o exclamación, como en la RVA. La prueba de esta clasificación es que lo que sigue, el Cordero, está en el caso nominativo, no acusativo. Esta exclamación es una de las favoritas del autor, el cual la usa unas 20 veces, más que la suma de todos los otros escritores del NT.

El artículo definido en el cordero sugiere que los oyentes entenderían a qué se refería. Sin embargo, no hay un consenso entre comentaristas, aunque muchos opinan que Juan tenía en mente Isa 53:7 (ver Act 8:32), o quizás el cordero pascual (ver 19:36). Contra la idea del “cordero pascual” está el hecho de que en el NT se usaba otra palabra (pasca G3957) para la víctima y el animal sacrificado no siempre era un cordero. De Dios puede indicar que proviene de Dios, es provisto por Dios, o que pertenece a Dios, quizá recordando la provisión de Dios en Gen 22:8. El término Cordero aparece en el NT sólo aquí (amnos G286), en 1Pe 1:19 y a través de Apocalipsis se usa un término distinto (arnion G721). Considerando el lenguaje arameo, hablado en los días de Jesús, el término traducido “cordero” significaba también “niño” o “siervo”, llevando a algunos a traducirlo como “Siervo de Dios”, un título mesiánico.

Que quita el pecado del mundo define la misión del Cordero de Dios (ver 1Jo 1:7; 1Jo 3:5). Sea cual fuere la alusión de esta expresión, Juan identifica a Jesús como un sacrificio expiatorio, como el cordero pascual (Exo 12:13), para resolver el problema del pecado. Morris sugiere que quizá Juan tenía en mente todas las alusiones mencionadas arriba, pues Cristo cumplió perfectamente todo lo que simbolizaban los sacrificios del AT. Juan habla de el pecado como la suma total de todos los pecados individuales de la humanidad. El pecado traduce el término griego jamartia G266, el cual significa literalmente “errar el blanco”. Del mundo apunta al valor de la expiación de Cristo para toda la humanidad, aun para sus enemigos, un énfasis que corre a través del Evangelio. Isaías anticipaba la expiación del Mesías por las transgresiones, pero solamente a favor de “mi pueblo” (Isa 53:8). Así que, desde el mismo comienzo del Evangelio, el autor está apuntando a la cruz y su significado para toda la humanidad.

El pronombre yo (v. 31) es enfático. Vincent lo traduce así: “Y yo, aunque yo anunciaba de antemano su venida, no lo conocía”. La RVA omite la conjunción que está unida al pronombre, lo cual debe traducirse “Y yo…”, una combinación usada unas 30 veces en Juan, indicando la influencia del arameo. Indudablemente Juan conocía a Jesús, dada la relación entre su familia y la de Jesús (ver Luk 1:39-45), pero no lo conocía oficialmente como el Mesías. Esto no contradice Mat 3:14 donde dice: “Yo necesito ser bautizado por ti”, indicando su aprecio por Jesús como superior a él, pero todavía no como el Mesías. Pero para que él fuese manifestado a Israel explica el propósito del ministerio de Juan. Su misión de llamar a los hombres al arrepentimiento no tenía un fin en sí, sino que preparaba a los hombres para la manifestación del Mesías. El verbo “manifestar” es otra palabra favorita en Juan, usado numerosas veces en el Evangelio, las Epístolas y Apocalipsis.

El Bautista continua su testimonio respecto a Jesús (ver vv. 7, 8, 15, 19, 34), ahora explicando cómo llegó a reconocerlo como el Mesías. He visto traduce un verbo que significa “contemplar con los ojos físicos” y se conjuga en tiempo perfecto, lo que indica resultados continuados. Juan no está hablando de una visión, o de una mirada pasajera, sino de una contemplación sostenida. Posó sobre él probablemente indica una permanencia durante toda su ministerio terrenal.

Juan repite: Yo no le conocía (a Jesús como el Mesías) hasta la revelación del Padre. éste le dio una señal para identificar al Mesías quien bautizaría en el Espíritu Santo. Este conocimiento no vino por antecedentes, ni por deducción personal, sino por una revelación definida de Dios. La preposición en G1722 en griego suele tener el significado instrumental, “con” o “por”, pero aquí es locativo, indicando el elemento en el cual se realiza el bautismo, como en el caso del bautismo en agua. Corroborando esta interpretación, la ausencia del artículo definido ante Espíritu Santo, en el texto gr., indicaría un ambiente de influencia espiritual del Paracleto más bien que su personalidad.

Contrastes entre Juan el Bautista y Jesús

Jesús




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Comentario Bíblico Mundo Hispano

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