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Isaías 1 - Comentario Crítico y Explicativo Conciso vs Mundo Hispano

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Isaías 1

1. EL TITULO GENERAL O PROGRAMA de todo el libro; en él no hay fundamento para la tradición talmúdica de que Isaías fué aserrado por Manasés. Isaías—equivalente a “Jehová salvará”; es alusivo al asunto de sus profecías. Tocante a la “visión”, véase 1 Samuel 9:9; Números 12:6; y mi Introducción. Judá y Jerusalem—Sus profecías también atañen a otras naciones, pero únicamente en cuanto a su relación con los judíos (caps. 13-23); lo mismo ocurre con las diez tribus de Israel, a las que se contemplan únicamente a la luz de la misma relación (caps. 7-9). Jerusalén se especifica de modo particular, por ser el asiento del templo, el centro de la teocracia y el futuro trono del Mesías (Salmo 48:2, Salmo 48:9; Jeremias 3:17). Jesucristo es el “León de la tribu de Judá” (Apocalipsis 5:5). Uzzías—llamado también Azarías (2 Reyes 14:21; 2 Crónicas 26). Las profecías del Antiguo Testamento interpretan espiritualmente las partes históricas, del mismo modo que las Epístolas del Nuevo Testamento interpretan los Evangelios y Los Hechos. Estúdiense, pues, unos y otros y se echarán de ver sus mutuas relaciones espirituales. Isaías profetizó tan sólo unos cuantos años antes de la muerte de Uzzías; pero las profecías proferidas en ese período (caps. 1-6) también tienen aplicación al reinado de Jotán, durante el cual es probable que no escribiese nada; pues el cap. 7 se inicia con el reinado de Acaz, que sigue al de Uzzías en el cap. 6. Después siguen las profecías proferidas durante el reinado de Ezequías. 2. Comienza con las mismas palabras de Moisés (Deuteronomio 32); ello da a entender que la ley fué la constitución y fundamento de toda profecía (cap. 8:20). Jehová—En hebreo significa: El que existe por sí mismo y cumple lo prometido, el Inmutable. Los judíos nunca pronunciaban este santo nombre, sino que lo sustituían con el de Adonai. En la Versión Inglesa, la palabra Señor con mayúsculas se pone en lugar de Jehová, aunque Señor es más bien el equivalente de Adonai que de Jehová. hijos—(Éxodo 4:22) se rebelaron—como hijos (Deuteronomio 21:18) y como súbditos, por ser Dios el Rey de la teocracia (cap. 63:10). “He criado”, liter., elevado, a saber, privilegios peculiares (Jeremias 2:6; Romanos 9:4).

3. (Jeremias 8:7) el pesebre—el establo donde se da alimento (Proverbios 14:4). Espiritualmente, simboliza la Palabra de Dios, el Bautismo y la Cene. IsraelToda la nación, el reino de Judá y el de Israel, en sentido restringido. Dios considera al pueblo de su pacto como una unidad. no conoce—a saber, a su dueño, como lo reclama el paralelismo; es decir, no lo reconoce como a tal (Éxodo 19:5, equivalente a “Mi pueblo”, Juan 1:10). no tiene entendimiento—para prestar atención a su Dueño (cap. 41:8), no obstante el alimento espiritual que El les suministra (lo que responde a pesebre en la cláusula paralela).

4. pueblo—nombre peculiar de la nación elegida por Dios (Oseas 1:10). El que estuviese “cargado de iniquidad” es lo más monstruoso. El pecado es una carga (Salmo 38:4; Mateo 11:28). generación—otro calificativo de los elegidos de Dios (Génesis 12:7; Jeremias 2:21), destinado a ser un “linaje santo” (cap. 6:13); pero, aunque cause espanto el decirlo, eran “generación de malignos”, hijos—por adopción (Oseas 11:1), bien que “malhechores”; y no sólo eran eso, sino “corruptores” de otros (Génesis 6:12); en progresión ascendente: “nación, pueblo, linaje, hijos.” provocaronliter., despreciaron hasta la provocación (Proverbios 1:30), al Santo de Israel—la peculiar atrocidad de su pecado consistió en que éste fué cometido contra Dios (Amós 3:2). dejaron … tornáronse atrás—liter., se han enemistado (Salmo 58:3).

5. ¿Para qué?—O más bien; como la Vulgata: ¿Sobre qué parte? Imagen tomada de un cuerpo cubierto enteramente con señales de golpes (Salmo 38:3). No hay parte alguna que no haya sido golpeada, Toda cabeza … enferma—no se refiere, como suele citarse, a sus pecados, sino a la universalidad de su castigo. Sin embargo, el pecado, la enfermedad moral de la cabeza o intelecto, y del corazón, constituye sin duda su propio castigo (Proverbios 1:31; Jeremias 2:19; Oseas 8:11). “Enferma”, liter., está en estado de enfermedad [Gesenius]; “se ha convertido en enfermedad” [Maurer].

6. Desde las clases más humildes del pueblo hasta las más encumbradas: “el anciano y honorable, la cabeza; el profeta que enseña mentiras, la cola”. Véase Isaías 9:13. Primeramente expone su mísera condición, evidente a todos (vers. 6-9); luego, no antes, su estado de irreligiosidad, la causa de ella. herida—infligida judicialmente (Oseas 5:13). suavizadas … aceite—El arte de la medicina en el Oriente consiste principalmente en aplicaciones externas (Lucas 10:34; Santiago 5:14).

7. Judá, en el reinado de Uzzías, aun no se había restablecido del saqueo de los sirios durante el reinado de Josías (2 Crónicas 24:24), ni del de Israel, durante el reinado de Amasías (2 Crónicas 25:13, 2 Crónicas 25:23, etc.) El profeta Amós (Amós 4:6), contemporáneo de Isaías, compara a Israel, como aquí (vers. 9, 10), con “Sodoma y Gomorra”, a causa de los juicios de “fuego” que le sobrevendrían. delante de vosotros—ante vuestros mismos ojos, sin que podáis evitarlos, asoladaliter., una desolación tal como uno podría esperarla de invasores extranjeros.

8. queda la hija de Sión—La ciudad de Jerusalén (Salmo 9:14) y sus habitantes (2 Reyes 19:21); hija femenino, singular, usado como colectivo neutro, equivalente a hijos (véase abajo margen, cap. 12:6). [Maurer]. Metrópoli o ciudad madre es el término correspondiente. La idea de juvenil belleza está incluída en el término hija. queda—como un residuo que escapa a la destrucción general. choza—una cabaña hecha para proporcionar refugio temporal a los cuidadores de la viña. cabaña—que no es permanente. ciudad asolada—más bien, como ciudad “dejada”; el vers. 9, requiere preservada, a saber, de la desolación que la rodea [Maurer].

9. Jehová de Sabaoth, esto es, Dios de los Ejércitos angélicos y estelares (Salmo 59:5; Salmo 147:4; Salmo 148:2). Las estrellas eran objeto de idolatría, de ahí que su culto se llamase sabeísmo (2 Reyes 17:16). Dios está aun por encima de ellas (1 Crónicas 16:26). “Los bosques” eran símbolos de estos ejércitos estelares. El culto rendido por ellos a Sabaoth y no al Señor de Sabaoth, fué causa de su presente desolación. (2 Crónicas 24:18). Se necesitaba nada menos que su poder para preservar siquiera “el resto”; y así, muestra su condescendiente gracia, por amor de los elegidos, puesto que él no necesita de nosotros, desde que posee innumerables huestes de servidores.

10. Sodoma—en un sentido espiritual (Génesis 19; Jeremias 23:14; Ezequiel 16:46; Apocalipsis 11:8).

11. Dios aquí no desestima en absoluto los sacrificios que son tan antiguos y universales como el pecado (Génesis 3:21; Génesis 4:4), y el pecado es casi tan antiguo como el mundo; lo que aquí desecha son los sacrificios que no van acompañados de la obediencia del corazón y de una vida consagrada (1 Samuel 15:22; Salmo 50:9; Salmo 51:16; Oseas 6:6). Los preceptos positivos son meros medios; la obediencia moral es el fin. Esto prefigura el Evangelio, cuando el único y verdadero sacrificio habría de reemplazar a todas las sombras e “introduciría la justicia eterna” (Salmo 40:6; Daniel 9:24; Hebreos 10:1). Harto estoy—hasta la saciedad, cansado. de holocaustos—éstos eran enteramente quemados, excepto la sangre, que era rociada alrededor del altar (Levítico 3:4, Levítico 3:11, Levítico 3:17).

12. ¿Quién demandó esto …?—como si le hicierais a Dios un servicio con esas hipócritas ofrendas (Job 35:7). Dios las prescribió (Éxodo 23:17), pero no para ofrecérselas con ese espíritu (Miqueas 6:6). Cuando vinieseis a presentaros—en el templo, donde la divina Shequina, que reposaba sobre el arca, era símbolo de la presencia de Dios (Éxodo 23:15; Salmo 42:2). mis atrios—el espacio que ocupaban los adoradores. Nadie podía entrar en el templo propiamente dicho, excepto los sacerdotes.

13. vano presente—ofrendas incruentas, es decir, de flor de harina, frutos, aceite, etc. (Levítico 2:1). En hebreo “minchah”. Incienso—puesto sobre los sacrificios, y quemado sobre el altar del perfume; tipo de la oración (Salmo 141:2; Apocalipsis 8:3). Luna nueva—observada como días festivos (Números 10:10; Números 28:11, Números 28:14) con sacrificios y sonidos de trompetas de plata, y sábado—el séptimo día, así como los días en que comenzaban y terminaban las grandes fiestas. (Levítico 23:24). no las puedo sufrir—Maurer traduce: “No puedo soportar la iniquidad y las solemnes reuniones”, esto es, las reuniones asociadas con la iniquidad. Liter., los días de clausura de las fiestas. Tales eran los excesos de los grandes días (Levítico 23:36; Juan 7:37).

14. solemnidades—el sábado, la Pascua, Pentecostés, el día de la expiación y la fiesta de los tabernáculos [Hengstenberg]; sólo éstas se celebraban en ciertas épocas fijas del año. cansado estoy—(cap. 43:24).

15. (Salmo 66:18; Proverbios 28:9; Lamentaciones 3:43.) Cuando extendiereis vuestras manos—en oración (1 Reyes 8:22). El hebreo dice: “sangrientas”, a causa de los horribles pecados, especialmente la persecución de los siervos de Dios (Mateo 23:35). La vocación de los profetas fué disipar la ilusión, tan contraria a la ley (Deuteronomio 10:16), de que el ritualismo externo satisfaría a Dios.

16. Dios dice a los pecadores: “Lavaos,” etc., para que cerciorándose de su incapacidad de “limpiarse” a sí mismos, clamasen a Dios; Lávame, límpiame (Salmo 51:2, Salmo 51:7, Salmo 51:10). de ante mis ojos—no había de ser una mera reforma exterior a los ojos de los hombres, que no pueden, como Dios, ver lo interior del corazón (Jeremias 32:19).

17. buscad juicio—justicia, como magistrados, en lugar de buscar cohecho o soborno (Jeremias 22:3, Jeremias 22:16). oíd en derecho al huérfano—vindicadlo (Salmo 68:5; Santiago 1:27).

18. Dios se propone debatir el caso con nosotros, para que todos puedan ver el justo y amoroso principio de su conducta para con los hombres (cap. 43:26). la grana—el color de la túnica de Cristo cuando cargó con nuestros “pecados” (Mateo 27:28). Del mismo color era el cordón de Rahab (Josué 2:18, cf. con Levítico 14:4). Dicen los rabinos que después de echadas las suertes sobre los dos machos cabríos, se ponía una banda granate sobre la cabeza del que había de ser llevado al desierto, y que después de que el sumo sacerdote hubo confesado los pecados suyos y los del pueblo sobre el cabrío la banda se volvía blanca. El milagro cesó, según ellos, cuarenta años antes de la destrucción de Jerusalén, es decir, exactamente cuando Jesucristo fué crucificado. Esta es una notable admisión de sus adversarios. El sentido fundamental del término “grana” en hebreo es: “teñido dos veces”. Tan profundamente fijado está el pecado en el corazón que no bastan las lágrimas para lavarlo. Nieve—(Salmo 51:7) Se presupone que debe haber arrepentimiento antes de que el pecado pueda ser emblanquecido como la nieve (vers. 19, 20); éste (el arrepentimiento) también es un don de Dios (Jeremias 31:18, b; Lamentaciones 5:21; Hechos 5:31). rojos—se refiere a la “sangre” (v. 15). como … lana—será restaurado a su blancura original. Este verso demuestra que los antiguos padres no confiaron únicamente en las promesas temporales (art. VII, del Libro de la Oración Común). Los pecados por ignorancia y otros semejantes, eran expiados por medio de ofrendas pequeñas; de ahí que las culpas más graves necesitaban más grandes sacrificios, ya que “sin derramamiento de sangre no hay remisión”. Aunque un sacrificio tal no se había, provisto, el perdón era prometido y esperado. De consiguiente, los judíos espirituales deben haber buscado al único mediador del Antiguo y Nuevo Testamentos, aunque hayan tenido acerca del mismo una idea algo confusa.

19, 20. Las bendiciones temporales en “la tierra de que tomaron posesión” fueron conspicuas entre las promesas del Antiguo Testamento, como convenía a la infancia de la Iglesia (Éxodo 3:17). Las promesas espirituales neotestamentarias derivan su similitud de aquéllas (Mateo 5:5). la boca de Jehová lo ha dicho—Las profecías de Isaías descansan sobre la Ley (Levítico 26:33). Dios no altera su palabra (Números 23:19).

21. ramera—(Ezequiel 16:28). fiel—como una esposa (cap. 54:5; 62:5; Oseas 2:19). en ella habitó equidad—(2 Pedro 3:13). mas ahora, homicidas—opresores asesinos, que es la antítesis requerida (Nota v. 15; 1 Juan 3:15, Joel 3:15).

22. Tus príncipes y tus habitantes han degenerado de su sólido valor, equivalente a “plata” (Jeremias 6:28, Jeremias 6:30; Ezequiel 22:18), y en el uso que ellos hacían de la Palabra viviente, equivalente a “vino” (Cantares de Salomón 7:9). mezcladoliter., circuncidado. En árabe, asesinar el vino, equivale a diluirlo.

23. compañeros de ladrones—por convivencia (Proverbios 29:24). las dádivas—(Ezequiel 22:12). La corrupción de una nación comienza por sus gobernantes.

24. el Señor Jehová—equivalente a Adonal Jehová. el Fuerte de Israel—poderoso para tomar venganza, así como antes lo era para salvar. Ea—que denota indignación. tomaré satisfacción—mi larga y probada paciencia se desahogará en el ultimo castigo (Ezequiel 5:13). El lenguaje de Dios se acomoda a los conceptos humanos.

25. volveré mi mano—no en ira, sino en gracia (Malaquías 13:7), “sobre ti”, como lo demuestran los versículos 26, 27; contrastado con los enemigos, de los cuales él mismo se vengará (v. 24). limpiaré—Liter., como limpia el álcali. tus escorias … estaño—no tus pecados, sino las personas pecaminosas (Jeremias 6:29); “enemigos” (v. 24); los príncipes degenerados (Nota v. 22) entremezclados con el “residuo” elegido por gracia. estaño—hebreo, bedil; la aleación de plomo, estaño, etc., separados de la plata mediante la fundición. El piadoso obispo Bedell tomó esto como divisa de su escudo.

26. Como la degeneración se había manifestado principalmente entre los magistrados (vv. 17-23), en la “restauración” éstos serán lo mismo que aquellos que contempló “al principio” el gobierno teocrático; esto sucederá en parte después del retorno de Babilonia, pero en su totalidad bajo el dominio del Mesías (caps. 32:1; 52:8; Jeremias 33:7; Mateo 19:28) Ciudad fiel—y ya no más “una ramera”.

27. rescatada—temporal, civil y moralmente; tipo de la redención espiritual comprada con el precio de la sangre de Jesucristo (1 Pedro 1:18), la cual es el fundamento del “juicio” y de la “justicia” y, por consiguiente, del perdón. El juicio y la justicia son primero de Dios (cap. 42:21; Romanos 3:26); y luego llegan a ser posesión del hombre no bien se ha convertido (Romanos 8:3); son tipificados en el despliegue de la justicia “de Dios” cuando libertó a su pueblo, de ahí que la justicia o “rectitud” fué mostrada en ellos. convertidos—Así traduce Maurer. Pero según el Margen de la versión inglesa, son “Los que de ella regresarán”, a saber, el residuo que volverá de la cautividad. Sin embargo, como Isaías aún no había predicho expresamente la cautividad de Babilonia, la versión inglesa es más exacta.

28. quebrantadosLiter., hechos astillas (Apocalipsis 2:27). Los profetas se apresuran a vaticinar la extinción final del impío (Salmo 37:20; Apocalipsis 19:20; Apocalipsis 20:15); de la cual son tipos los juicios antecedentes.

29. os avergonzarán—(Romanos 6:21.) los olmos—Otros traducen los terebintos o abetos. Los bosques estaban consagrados a los ídolos. Los druidas de Inglaterra se llamaron por el vocablo griego que significa “encinas.” Es frecuente hallar un árbol sagrado en las esculturas asirias, símbolo de las huestes siderales adoradas por los sabeos. bosques—recintos arbolados para la idolatría—la contraparte del jardín de Edén.

30. olmo—seréis semejantes a las encinas, el objeto de vuestros “deseos” (v. 29). La gente llegó a ser semejante a los dioses que adoraba; nunca se elevaron por sobre su nivel (Salmo 135:18). Así los pecados de los hombres resultan un azote para ellos mismos (Jeremias 2:9). La hoja de la idolátrica encina se marchita por virtud de la ley de la necesaria consecuencia, al carecer de la savia vital o del “agua” procedente de Dios. Así que, “bosque” o jardín, corresponde a bosques o jardines (v. 29).

31. el fuerte—los poderosos gobernantes (Amós 2:9), y lo que hizo—más bien, y su obra. El será a la vez el combustible, “estopa,” y la causa del fuego, por encender la primera “chispa”. ambos—el gobernante inicuo, y “su obra” la cual “es como una chispa.”


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Isaías 1

I. RESUMEN DEL MENSAJE PROFETICO DE ISAIAS, 1:1-6:13.

Biografía del profeta Isaías Isaías es uno de los personajes más sobresalientes de la literatura profética. Se poseen pocos datos sobre la fructífera vida de este personaje. Debió nacer hacia el año 760, durante el reinado de Uzías. Su padre se llamaba Amoz, pero no se le puede identificar con el profeta de Tecoa. Nació probablemente en Jerusalén.

Su nombre significa "Jehová salva" o "Jehová es la fuente de la salvación". Cuando era muy joven recibió la vocación profética, el año de la muerte del rey Uzías (6:1), probablemente sería la fecha 740/39 a. de J.C. Isaías contaría en ese entonces con veinte años de edad.

Poco tiempo después de su vocación al ministerio profético debió de contraer matrimonio, y aunque el nombre de su esposa no es conocido, se la identifica con el nombre de "profetisa" (8:3). De este matrimonio nacieron por lo menos dos hijos a quienes se les puso nombres simbólicos (7:3 y 8:3).

Realizó su ministerio profético en Jerusalén, capital del reino de Judá. Tres reyes escucharon su mensaje profético: Jotam, Acaz, y Ezequías. Algunos historiadores afirman que también tuvo un papel relevante como consejero de estado en las relaciones de Judá con las potencias extranjeras, aunque casi siempre no le hicieron caso en sus consejos.

Como escritor es el gran poeta clásico, dueño de gran maestría estilística, que le permite variar originalmente un tema. Era poeta de buen oído, amante de la brevedad y la concisión, con algunos finales lapidarios. En su predicación al pueblo sabe ser incisivo con imágenes originales y escuetas, que sacuden por su inmediatez.

La tradición judía recogida en el Talmud nos dice que fue asesinado por Manasés, quien mandó cortarlo por la mitad con una sierra; aunque algunos dicen que esta tradición carece de fundamento. Probablemente su muerte tuvo lugar en el año 701 a. de J.C.

Ahora si, comenzamos el análisis del texto. A través del tiempo se ha tratado de responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo es que la narrativa acerca de la visión y vocación de Isaías como profeta aparece en el cap. 6 y no al comienzo del libro, como en los casos de otros profetas como Jeremías, Ezequiel y Oseas? Algunos comentaristas han explicado este hecho haciendo las siguientes suposiciones: (1) que probablemente el cap. 6 era el comienzo de uno de los mayores bloques de material literario, (2) que los primeros cinco capítulos constituyen un documento independiente que no estaba a la mano del editor que empezó el libro con el cap. 6, (3) que un editor optó por adjuntar el contenido de los primeros cinco capítulos antes del sexto, en lugar de distribuirlo en algún otro lugar dentro del libro o al final, y que de esta manera llegó a constituir una especie de introducción a todo el libro.

Nosotros queremos proponer una nueva explicación: que el cap. 6 constituye el final de la primera sección del libro de Isaías. Si el propósito de Isaías fue traer la narrativa de su visión y vocación en este lugar, y no al comienzo del libro, tratemos de descubrir sus posibles razones: (1) Los primeros seis capítulos constituyen en realidad la introducción a todo el libro de Isaías hijo de Amoz. El contenido del cap. 6 es la conclusión de la introducción. (2) Un examen del contenido de los primeros cinco capítulos nos muestra que en términos humanos el ministerio del profeta constituyó un fracaso. Observe cómo después del versículo historiográfico (1:1), el material profético empieza con estas palabras: Oíd cielos; y escucha, tierra, porque habla Jehová: “Crié hijos y los engrandecí, pero ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su amo; pero Israel no conoce; mi pueblo no entiende“ (1:2, 3). Ahora, observe cómo termina la historia de la visión del profeta en el cap. 6: Ve y di a este pueblo: “Oíd bien, pero no entendáis; y mirad bien, pero no comprendáis.“ (v. 9).

Aunque los primeros cinco capítulos pueden referirse sólo al reinado de Jotam, quien no solamente sucedió a su padre Uzías en el trono sino que también ejerció como corregente al lado de él, hay evidencia de que se refiere a todo el ministerio profético de Isaías.

Ahora pasemos a examinar por separado las diferentes secciones de los primeros seis capítulos.

1. La dureza de Judá a pesar del castigo, 1:1-9.

En esta sección el profeta expone la difícil relación del pueblo de Israel con su Dios. La referencia al hecho de haberlos engrandecido (v. 2) puede referirse a los momentos más brillantes de la historia de Israel en tiempos anteriores a Isaías, aunque bien puede aludir a los días de grandeza, poderío y riqueza en tiempos del rey Uzías (comp. 2Ch 26:6-15).

Por otro lado, la alusión a la ruina (vv. 8 y 9) puede ser una alusión al estado en que quedó Judá tras la invasión de Senaquerib: Vuestra tierra es desolada, vuestras ciudades son incendiadas; vuestro suelo es devorado por extraños ante vuestra misma presencia... La hija de Sion [es decir, Jerusalén] ha quedado como una cabaña en un viña, como una choza en un melonar, como una ciudad sitiada (vv. 7, 8). Otros opinan que esta situación pudo ser resultado de la guerra con Siria en los días de Acaz (ver 2Ch 28:17-18.)

El profeta empieza su libro expresando una dura exclamación: Oíd, cielos; y escucha, tierra, porque habla Jehová; “Crié hijos y los engrandecí, pero ellos se rebelaron contra mi“ (v. 2). El propósito de Dios para con su pueblo es grande; débilmente lo puede expresar la analogía de todo lo bueno que quiere un padre para sus hijos. Pero estos hijos son duros y empecinados en hacer lo malo ante los ojos de Jehová, despreciando al Santo de Israel (v. 4). El castigo ya ha llegado a estar de más: ¿Para qué habréis de ser golpeados aún? Pues todavía persistiréis en rebelaros... (vv. 5, 6).

En el v. 9 Isaías introduce, por primera vez, y muy a tiempo, un concepto que llegó a ser clave para él: el concepto del “remanente”, aunque por ahora no lo indica por el término clave sheerit H7611, sino por la palabra sarid kim’at H8300, que RVA traduce unos pocos sobrevivientes.

Esta sección incluye todos los elementos clave en la profecía de Isaías hijo de Amoz, inclusive la referencia a Israel como amí H5971, “mi pueblo”, a pesar de toda su rebeldía.

2. Las demandas de un Dios santo,2Ch 1:10-31

En esta sección el profeta nos presenta el culto de Israel, el servicio a su Dios. Se trata de un culto imponente, real, con “multitud de sacrificios”, oraciones, festividades y asambleas festivas. Sin embargo, Dios desecha tanta vanidad, tanto gasto y dice: Cuando extendáis vuestras manos [en oración], yo esconderé de vosotros mis ojos... ¡Vuestras manos están llenas de sangre! (v. 15). La referencia no es a la sangre de los sacrificios, sino a los hechos de violencia, adulteración y falsedad (vv. 21, 22) perpetrados por los gobernantes (vv. 10, 23); y también por el pueblo mismo, a los cuales el profeta compara con Sodoma y Gomorra, ciudades que han llegado a ser prototipos de violencia y de corrupción (v. 10).

Pero, ¿cuáles son las demandas del Dios santo? Estas son expuestas en los vv. 16 y 17: “Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras acciones de delante de mis ojos...“

La pureza de las motivaciones y de las acciones es la condición para luego saldar la cuenta con Dios. ¿Es que esto es posible? Sí lo es, nos lo muestra Isaías. Es más: El v. 18 expresa el llamado vehemente de Dios a aquellos cuyas manos están manchadas de sangre, roja como la grana o como el carmesí. Tras la purificación de uno mismo, que es la expresión más acendrada de una santa motivación, Dios ofrece la confirmación de tal pureza: “Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos...“ (v. 18)

Sin embargo, el rechazo del llamado y de la oportunidad que da Jehová tendrá consecuencias trágicas: “Pero si rehusáis y os rebeláis, seréis consumidos por la espada“ (1:20; comp. vv. 24 y 25).

Pero como es característico de Isaías, en esta misma sección, está puesta también la promesa de la redención postrera de Sion, cuando el contenido del derecho y la justicia sea realidad en ella (vv. 25 y 27).




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Comentario Bíblico Mundo Hispano

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