a fin de que nadie pueda jactarse en la presencia de Dios.
a fin de que nadie se jacte en su presencia.
Como resultado, nadie puede jamás jactarse en presencia de Dios.
Y así ningún mortal podrá alabarse a sí mismo ante Dios.
Para que ninguna carne se jacte° delante de Dios.
De suerte que no hay lugar para el orgullo humano en la presencia de Dios.