Al que responde palabra antes de oír, Le es fatuidad y oprobio.
Precipitarse a responder antes de escuchar los hechos es a la vez necio y vergonzoso.
El que responde antes de haber escuchado pasa por un estúpido y queda en ridículo.
El que responde antes de escuchar, Sufrirá el sonrojo de su necedad.
Quien responde sin antes escuchar cosecha necedad y confusión.
El que responde palabra antes de oír, le es necedad y vergüenza.