No hay manera de recompensar todo el amor y cuidado que nuestras madres nos han dado. Por eso, es importante agradecer a Dios por ellas todos los días, pidiendo que sean llenas de fuerza para seguir bendiciéndonos con su sabiduría y dulzura. Las madres son un regalo precioso de Dios, por eso recordemos que honrar a nuestros padres es esencial, siendo el primer mandamiento con promesa: "Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra" (Efesios 6:2-3). Demuestra tu respeto y admiración a través de estos versículos y llena cada día de detalles que provoquen sonrisas en ella. Aprovecha bien el tiempo que tienes con ellas para no lamentarte luego cuando ya no estén a tu lado.
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.
La casa y las riquezas son herencia de los padres; Mas de Jehová la mujer prudente.
Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!
Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
¡Jehová Dios de vuestros padres os haga mil veces más de lo que ahora sois, y os bendiga, como os ha prometido!
Jehová te bendiga, y te guarde;
Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia;
Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.
Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.
Te envíe ayuda desde el santuario, Y desde Sion te sostenga.
Haga memoria de todas tus ofrendas, Y acepte tu holocausto. Selah
Te dé conforme al deseo de tu corazón, Y cumpla todo tu consejo.
Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, esa será alabada.
Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de tu madre;
Átalos siempre en tu corazón, Enlázalos a tu cuello.
Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.
Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo.